a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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viernes, 12 de diciembre de 2008

El estado de pérdida y el dolor


A veces se oye algo como esto: "Parece ser que el hombre quedó en un estado en que era incapaz de nada bueno por sí mismo".

Personalmente, no puedo admitir ni siquiera esa sospecha. Es cierto que esto que se indica se refiere a que ni el hombre ni la Humanidad entera era capaz de redimirse del pecado original. Y es cierto que desde la situación que te deja el obrar el mal el retorno al bien es algo que parece no correr a nuestro cargo.
Es muy diferente tener la naturaleza herida o "degradada" en cierta manera que tener la imposibilidad de obrar nada bueno por sí mismo.

Hay otra perspectiva, juridicista, por llamarla de alguna manera (vaya nombre más feo, pero no se me ocurre otro mejor), que responde más al esquema culpa-expiación.
Está claro que desde una perpectiva no debemos olvidar las otras. Quizás nuestra mente solo es capaz de ver las cosas desde un concepto que fundamenta esa perpectiva. O quizás nos es difícil integrar en un discurso lógico distintos conceptos fundamentales.

Pienso que Amor siempre es el "concepto" fundamental en todo. Y pienso que de hecho el Amar integra el Cuidar, el Proveer, el Ayudar, el Obedecer, la Justicia, la Misericordia, la Educación, el Sentimiento, el Afecto,...
Dios es Justo (tres veces Justo). Y no es bueno para nosotros tener el acceso al Árbol de la Vida sin vivir el "estado" de pecado, de enfermedad, de estar perdido,... habiendo errado, habiendo obrado el mal, habiendo perdido la salud,...
La ausencia de ese "dolor" imposibilita la "libre y sincera conversión", imposibilita un acto voluntario, libre y decidido, de la voluntad de adhesión al Bien, al Amor. Se ama el dolor en el sentido que me informa del camino de vuelta al Paraíso, a Dios.

Incluso si nos fijamos solamente en la Obediencia, en el Sí a la Voluntad del Padre, tampoco es suficiente en sí misma esta perspectiva. Lo que ocurre es que nos es suficiente. Pues sabemos y suponemos que Dios no es arbitrario y en Él siempre hay razones, y no sin-razones o arbitrariedades, aunque se nos escapen.

4 comentarios:

  1. Siento diferir de nuevo (no lo tomeis a mal, es que somos algo distintos) pero el cristianismo ortodoxo tiene una visón que contradice la católico romana, a todas luces debida a un error de traducción del texto griego que se comete en Occidente.

    Agustín comete, en palabras del ilustre Jean Meyendorff, el siguiente error de traducción:

    “El texto bíblico que desempeñó un papel decisivo en la polémica entre agustín y los pelagianos es el de Rom 5, 12 donde Pablo, refiriéndose a Adán, escribe: “Igual que por un hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la mueete, y la muerte se propagó sin más a todos los hombres dado que [porque] todos pecaron [eph' hô pantes hêrmaton]…” En este pasaje, el verdadero problema es de traducción. Las cuatro últimas palabras del texto griego se tradujeron al latín como in quo omnes peccaverunt (= “en el cual” [o sea, en Adán] todos pecaron, y esa traducción se utilizó en Occidente para justificar la doctrina de la culpabilidad heredada de Adán y compartida por sus descendientes. Pero el original griego, que es lógicamente el texto que leían los bizantinos, no admite ese significado. La forma eph’ hô -contracción de la preposición epí con el pronombre relativo ho- se puede traducir como “porque” (o “a causa de”), un significado admitido por la mayoría de los estudiosos modernos pertenecientes a las más diversas confesiones. Esa traducción confiere al texto de Pablo el significado de que la muerte, que fue para Adán el “salario del pecado” (Rom 6,23), es también el castigo que se aplica a los que pecan, coo Adán lo hizo. Eso atribuye al pecado de Adán un significado cósmico, pero no implica que sus descendientes sean “culpables” como él lo fue, a no ser que pequen de la misma manera que él pecó(…). La muerte es la retribución normal del pecado.

    Como veis, Oriente suele hablar de una semejanza moral (nada más) entre Adán y otros pecadores, pues la muerte es la retribución normal del pecado.

    Meyendorff añade despùés que aunque parezca improbable a los ojos de un lector habitual de Agustín, el significado más aceptado por la mayoría de Padres Griegos es:

    “Igual que por un hombre entró el pecado en el mundo y or el pecado la muerte, así la muerte se propagó a todos los hombres, y A CAUSA DE LA MUERTE todos pecaron”.

    Increíble si quereis, pero esta es la interpretación más antigua, y la que conserva hoy la ortodoxia oriental dese hace 2000 años sin variación alguna.

    Saludos cordiales.

    Kyrie Eleison

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  2. Anónimo, ya ves que pienso lo que pienso sin saber si disiento con Agustín o traslucen mis palabras la influencia de Tomás o de Camus.
    Al no ser filósofo o teólogo de profesión no elucubro hilando fino sobre el pensamiento de uno y de otro y quedándome al final en nada.

    Me preguntaba esta mañana que por algo os llamáis y os llamamos ortodoxos. Pero como dije en otro comentario, ambas mentalidades son diferentes. Y eso quien más lo debe notar eres tú: uno de pensamiento europeo oriental en la europa occidental (y además latina; y además en España). Y sin entrar entre el contraste entre distintas religiones.

    En otro orden de cosas, hasta no hace mucho, religión y política hay ido de la mano. Pero es que ambas convergen en la cultura. Podemos decir que por el "filoque" se montó el cisma oriente-occidente y a la vez se dividió el Imperio y da la casualidad que también hay un algo diferencial en cuanto a la cultura, en cuanto a la expresión de la esencia humana.
    Agustín es relativamente cercano a vosotros. Pero siglos más tarde vino Tomás de Aquino que marco el lenguaje magisterial desde entonces y gran parte del teológico.

    Y ni vosotros debéis renunciar a vuestra tradición teológica ni nosotros a la nuestra. Siendo además que ningún autor tiene el sello de infalibilidad.
    Y lo que tenga el sello de infalibilidad no deja de ser expresión humana suscitada por unas circunstancias.
    Por lo que no hay que cejar en profundizar en el misterio y expresarlo según los tiempos actuales, ni en revisar y criticar lo que los autores han pensado con mucho mérito por su parte.
    Y manteniendo siempre una legítima diversidad, puesto que la Fe se puede asentar en cualquier cultura, raza o nación. La Fe no es una entelequia, como convendrás.

    Un abrazo.

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  3. Respecto al post inicial y a tu comentario, decir que según como se conciba el pecado original, así se concebirá la Redención, el acto Redentor, la misión del Redentor y la naturaleza del Redentor.
    Ya sabes que no comparto con Agustín la concepción sobre la naturaleza humana. Y esto es importante porque implica una concepción de Dios, de su acción sobre los hombres y afecta a la misma espiritualidad personal.

    Espero poder seguir contrastando una expresión occidental con otra oriental. Y dame tiempo para "pillar" bien, es decir, para comprender bien cuáles son vuestros modos básicos de ver las cosas. Gracias.

    Un abrazo.

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  4. Saludos cordiales Fonso:

    A mí también me parece estupendo que nos brindes esta oportunidad de mostrar algo de ambas espiritualidades a través de nuestro diálogo. Es enriquecedor para todos nosotros. No obstante, quisiera destacar que no por presentarte algunas de nuestras diferencias, haya que concluir que no coincidimos en nada. Lo cierto es que de lo que tenemos en común (la mayoría de cosas) no estamos hablando tanto, y son las diferencias las que parecen despertar mayor interés dialéctico. A través del "otro" nos descubrimos también a nosotros mismos, y en ese sentido veo muy positivo manifestar nuestras particularidades espirituales. Simplemente, deseo que se tenga en cuenta que las diferencias entre el oriente y el occidente cristianos, aunque interesantes, son pocas en realidad, y que hablamos de ellas porque a menudo son llamativas y curiosas, y no porque abunden.

    Lo cierto es que tenemos pendiente (ambos cristianismos) una reunificación kathólika, y creo que lo primero que hay que hacer es conocerse mutuamente, señalar nuestras diferencias, para posteriormente valorar en su justa medida coómo pueden integrarse todas ellas en un hipotético contexto futuro de reunificación katholika (sin renunciar ninguna de las partes a continuar siendo, básicamente lo que son, y creyendo lo que creen).

    Eso sí, con el desconocimiento mutuo no podrá darse nunca el ansiado retorno a la Iglesia indivisa. Por ello, celebro tu interés por conocer las opiniones predominantes en el oriente cristiano. Igualmente yo, aunque soy español, desconozco gravemente el catolicismo romano y la Iglesia Católica, y gracias a este diálogo también me hago una mejor idea acerca del pensamiento occidental en todas estas temáticas.

    Agradecido por el espacio que me ofreces, te prometo nuevos aportes (en la medida que me sea posible). Muchas gracias y que Dios te bendiga.

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