a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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domingo, 18 de septiembre de 2011

La nube del no saber │ cap. 50

El amor puro; algunos rara vez sienten consuelo, mientras que otros lo sienten a menudo.

Así pues, debemos concentrar toda nuestra atención en el humilde movimiento del amor que sale de nuestra voluntad, como puedes ver. En cambio, debemos mostrar indiferencia, por así decirlo, hacia todas las demás manifestaciones de dulzura y consuelo, no importa cuán santas y placenteras sean. Si llegan, bienvenidas sean, pero no dependas de ellas, pues te debilitarán. Permanecer largo tiempo entre dulces emociones y lágrimas te sustraerá demasiado de ti mismo. Y puede incluso que te sientas tentado a amar a Dios sólo por el hecho de poseerlas. Sabrás que es así cuando veas que su ausencia te apena demasiado, ya que se deberá a que tu amor no es puro ni perfecto, pues el amor puro y perfecto admite que el cuerpo halle alivio y consuelo en las dulces emociones y las lágrimas, pero no se apene cuando desaparecen sino al contrario, que se alegre de no tenerlas si ésta es la voluntad de Dios. En algunas personas, la contemplación va casi siempre acompañada de consuelos de esta clase, mientras que otras apenas experimentan dulzura, consuelo y dicha.

Todo depende de la disposición y el mandato de Dios, que se adecuan a la bondad y necesidades de cada persona. Hay personas espiritualmente tan débiles y sensibles que, si no fueran reconfortadas por dulces emociones, les resultaría imposible soportar las distintas tentaciones y tribulaciones a las que son sometidas por sus enemigos físicos y espirituales, y que deben sufrir y combatir a lo largo de su vida. Y hay algunas tan débiles de constitución que ni siquiera pueden llevar a cabo la penitencia apropiada para su purificación. Nuestro Señor, en su gracia, purifica el espíritu de éstas con dulces emociones y lágrimas. Sin embargo, por otra parte hay algunas personas con tanta fuerza espiritual que son capaces de cosechar el consuelo necesario dentro de sus propias almas –mediante la ofrenda de esta amor reverente y humilde, que todo lo excede, y una voluntad obediente– y casi no tienen necesidad de sostenerse con dulces emociones. Si me preguntas cuál de ellas es más santa o más grata a Dios, sólo Él lo sabe.