a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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lunes, 10 de septiembre de 2012

En la opinión pública...

St 2,12-13
Hablad y actuad como quienes han de ser juzgados por una ley de libertad. Pues el juicio será sin misericordia para el que no practicó la misericordia. La misericordia se ríe del juicio.

lunes, 13 de febrero de 2012

La nube del no saber │ cap. 61

Todas las cosas materiales están sometidas a las espirituales y determinadas por ellas de acuerdo con el orden natural, y no al revés.

Sin embargo, siempre que el espíritu nos mueva a hacerlo, será necesario que alcemos los ojos y las manos hacia los elementos del cielo1. Mas no de otro modo, ya que las cosas del cuerpo se rigen por las del espíritu, a las que están sometidas, y no al revés.

Puede encontrarse un ejemplo de lo que digo en la Ascensión de Nuestro Señor: cuando llegó el momento fijado por Él mismo en el que regresó junto al Padre con su cuerpo de hombre –nunca había dejado ni podía dejar de ser Dios–, el hombre con su cuerpo lo siguió en una única persona, y eso gracias al poder de Dios en virtud de que es espíritu. Y la manifestación visible más adecuada para que tal cosa ocurriera era hacia arriba.

Quienes buscan poner en práctica las enseñanzas del presente libro pueden advertir en parte este sometimiento del cuerpo al espíritu. Cuando el alma toma la decisión de comprometerse con esta tarea, lo que ocurre al mismo tiempo es que el cuerpo se sostiene erguido por sí mismo gracias al espíritu y sigue de manera física lo que se ha efectuado de manera espiritual –sin que el discípulo se diera cuenta de ello–, mientras que antes el cuerpo tendía quizás a encorvarse porque le era más fácil. ¡Es lo que corresponde!

Y, dado que es lo que corresponde, el hombre –que posee el cuerpo más correcto de todas las criaturas– no ha sido creado encorvado, como los demás animales, mirando hacia la tierra, sino erguido, mirando hacia el cielo, ya que la apariencia del cuerpo físico refleja el alma espiritual, que debe estar espiritualmente erguida y no encorvada. Observa que he dicho "espiritualmente erguida" y no "físicamente", pues ¿cómo podría esforzarse un alma que por naturaleza carece de cuerpo en erguirse físicamente? Es imposible.

Así pues, ten cuidado en no interpretar en sentido físico lo que se dice en sentido espiritual, por más que nos sirvamos de expresiones materiales como "arriba", "abajo", "dentro", "fuera", detrás", "antes", "este lado" o "aquel lado". Lo más espiritual que quepa imaginar siempre debe expresarse con palabras físicas si es que queremos hablar de ello de alguna manera, ya que el habla es una acción física de la lengua, parte de nuestro cuerpo. Sin embargo, ¿qué importa eso? ¿Acaso quiere decir que entendemos las palabras en un sentido físico? Claro que no: las entendemos en un sentido espiritual.

domingo, 12 de febrero de 2012

La nube del no saber │ cap. 60

El camino más elevado y rápido hacia el cielo se recorre por medio del deseo y no a pie.

Quizás te preguntes cómo he llegado a estas conclusiones, ya que piensas que tienes una prueba real de que el cielo está allá arriba al saber que Cristo ascendió físicamente hacia arriba y que envió luego al Espíritu Santo desde arriba para que lo vieran sus discípulos, tal como había prometido. En consecuencia, piensas, si tienes una prueba semejante ante tus ojos, ¿por qué no debes dirigir tu mente literalmente hacia arriba cuando rezas?

Te responderé lo mejor que pueda, no importa cuán inadecuada sea la respuesta. Dado que era necesario que Cristo ascendiera físicamente al cielo y luego enviara al Espíritu Santo en forma tangible, era más apropiado que esto se produjera "hacia arriba" y "desde arriba" que no "hacia abajo" y "desde abajo", ni tampoco "desde atrás", "desde frente" o "desde los lados". Además de esta cuestión sobre qué era más apropiado sobre sus fines, Cristo no tenía más necesidad de ir hacia arriba que hacia abajo, ya que ambas cosas son muy parecidas. En el cielo, tan cerca se halla espiritualmente lo que está arriba como lo que está abajo, lo que está delante como lo que está detrás, en un lado como otro, ya que si alguien quiere de verdad estar en el cielo, en el acto se halla allí en espíritu. Recorremos con más rapidez el elevado camino que conduce al cielo por medio de nuestros deseos que de nuestros pies. Así lo dice san Pablo de sí mismo cuando afirma que vivimos en el cielo aunque nuestros cuerpos se hallen en realidad aquí en la tierra1, y así lo dicen también muchos otros. San Pablo se refiere al amor y anhelo del cuerpo, que es su vida espiritual. Es indudable que el alma se halla en realidad allí donde se halle el objeto de su amor, tanto como se halla en el cuerpo del que depende y al que da vida2. Por tanto, si queremos ir al cielo espiritualmente, ¡no tenemos por qué forzar nuestro espíritu hacia arriba ni hacia abajo ni hacia los lados!

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1. Cf. Flp 3:20
2. Cf. Pseudo-Dionisio, De divinis nominibus, III, 1.