a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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viernes, 23 de abril de 2010

La nube del no saber │ cap. 33

En esta tarea, el pecador se purifica de sus pecados personales y el castigo que merecen, pero nunca obtiene la verdadera paz en esta vida.


Por el momento, no te hablaré más de estratagemas, ya que creo que, si se te concede la gracia de llegar a ensayarlas, en poco tiempo podrás enseñarme más tú a mí que yo a ti. Para ser sincero, sé que todavía me queda un largo camino por recorrer, aunque sea yo quien te enseñe por el momento. De manera que te ruego me ayudes, tanto como te ayudas a ti mismo.

Por tanto, te suplico que sigas adelante y trabajes duro y con toda la diligencia que seas capaz. Soporta con la mayor humildad cualquier sufrimiento que debas soportar hasta que hayas adquirido estas artes. En realidad se trata de tu purgatorio: cuando el dolor haya pasado y Dios y su gracia te hayan concedido el dominio de tales estratagemas, y éstas se hayan convertido en algo habitual, no te quedará duda alguna sobre tu purificación, no solo del pecado, sino también del sufrimiento que provoca. Me refiero, por supuesto, a los pecados que hayas cometido de manera deliberada en el pasado, no al pecado original, pues las penosas consecuencias del pecado original te acompañarán hasta el día de la muerte por más que te hayas esforzado. Es cierto que el daño que causa el pecado original es mucho menor que el daño que puedan causar tus propios pecados, pero aún te quedará mucho por resistir. El pecado original provocará que todos los días nazcan en ti nuevos y renovados impulsos pecaminosos, y todos los día deberás aplastarlos y apresurarte a despedazarlos con la cortante y afilada espada del discernimiento. ¡En situaciones semejantes es cuando aprendemos que en esta vida no existen ni la plena seguridad ni el verdadero descanso!

Pese a lo que acabo de decir, no debes retroceder ni desanimarte en el caso de que no siempre salgas victorioso. Si obtienes la gracia para destruir los dolorosos efectos de tus pecados anteriores de la manera que he descrito -o, mejor aún, a tu manera, en el caso de que así puedas hacerlo-, puedes estar seguro de que ya poco te afligirán las dolorosas consecuencias del pecado original y los impulsos pecaminosos que todavía provoca.

lunes, 19 de abril de 2010

La nube del no saber │ cap. 32

Dos estratagemas espirituales que pueden ayudar al principiante.


Sin embargo, puedo enseñarte algo acerca de las mismas o, al menos, así me lo parece. Pruébalo, y mira si puedes mejorarlo.

Haz todo lo que esté en tu mano para actuar como si ignoraras con cuánta fuerza tales pensamientos interfieren entre tú y Dios. Procura mirarlos por encima del hombro, por así decirlo, como si buscaras otra cosa, que será Dios, envuelto en la nube del no saber. Si actúas de este modo, creo que pronto descubrirás que tu ardua tarea se vuelve mucho más liviana. Creo que, en el caso de que apliques con corrección esta estratagema, descubrirás que no consiste en otra cosa que el deseo y ansia de Dios, de sentirlo y verlo tanto como sea posible en este mundo. Semejante deseo es la caridad, y siempre merece que se le allane el camino.

Hay otra estratagema espiritual que puedes probar si así lo deseas. Cuando te sientas del todo impotente para rechazarlos, doblégate ante ellos como un cautivo derrotado en la batalla y admite que es ridículo seguir luchando contra ellos. De este modo, te pones en manos de Dios mientras estás en poder de tus enemigos y sientes que has sido derrotado para siempre. Te ruego que prestes especial atención a esta sugerencia, ya que estoy casi convencido de que disolverá1 toda oposición si intentas ponerla en práctica. Asimismo, estoy casi convencido de que, si la aplicas con corrección, reconocerás que no es otra cosa que el verdadero conocimiento y experiencia de la persona que eres: un ser miserable, despreciable y mucho peor que nada en el mundo. Este conocimiento y experiencia es la humildad. Y la humildad provoca que el mismo Dios descienda con todo su poder y te vengue de tus enemigos, te levante y seque tus ojos espirituales con ternura, como lo haría un padre cuyo hijo hubiera estado a punto de morir entre las fauces de un jabalí o de ser devorado por osos furiosos.

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(1) En la versión al inglés moderno de Wolters, dissolve, y en la edición Hodgson, melt to water, traducción literal del latín liquescere, "volverse líquido", verbo utilizado por Ricardo de San Víctor, Bernardo de Claraval y otros para indicar el efecto del amor divino en el alma.

sábado, 17 de abril de 2010

La nube del no saber │ cap. 31

Cómo el principiante debe tratar los pensamientos e impulsos pecaminosos.


Una vez que sientas que has hecho todo lo que estaba a tu alcance para cumlpir con la debida enmienda impuesta por la Santa Iglesia, ¡ponte a trabajar sin tardanza! Si los recuerdos de tus acciones pasadas, algún nuevo pensamiento o un impulso pecaminoso continúan interponiéndose entre tú y Dios, pasa por encima de ellos con resolución por el profundo amor que sientes hacia Dios. Pisotéalos y procura cubrirlos con la espesa nube del olvido, como si nadie los hubiera cometido nunca, ni tú ni ningún otro. Siempre que aparezcan, recházalos. Y si realmente te resulta una tarea difícil, usa cualquier ardid, plan o estratagema espiritual que puedas encontrar para rechazarlos. Dios nos enseña estas artes espirituales a través de la experiencia mucho mejor de lo que podría hacerlo ningún maestro humano.

miércoles, 14 de abril de 2010

La nube del no saber │ cap. 30

Sobre quien juzga las faltas de los demás o los culpa por ellas.

¿Quién puede juzgar las obras de los hombres? Es indudable que quienes posean la debida autoridad y tengan a su cargo el cuidado de las almas, bien porque se les ha encomendado de manera pública a través de las normas y preceptos de la Santa Iglesia, bien porque se les ha encomendado de manera privada y espiritual a través del impulso especial del Espíritu Santo en el amor perfecto. Tanto unos como otros deben ser prudentes y no atreverse a acusar y condenar las faltas de los demás, salvo que se sientan verdaderamente movidos a ello en su interior por el Espíritu Santo. De lo contrario, podrían equivocarse por completo. Por tanto, sé prudente: júzgate a ti mismo si quieres, ya sea entre tú y Dios, o entre tú y tu padre espiritual; y deja en paz a los demás.

martes, 13 de abril de 2010

La nube del no saber │ cap. 29

Es necesario ejercitarse continuamente en esta tarea, soportando los sufrimientos que comporta y sin juzgar a nadie.


Por eso, si un hombre, sea quien fuere, pecador común y coriente o no, quiere de verdad recobrar la pureza que perdió a causa del pecado y ganarse aquel bienestar en el que ha desaparecido todo sufrimiento, deberá esforzarse con paciencia en esta tarea y soportar su dolor. Todo el mundo, tanto el pecador común y corriente como el hombre casi inocente, considera que se trata de una tarea ardua en extremo, aunque para el primero resulte mucho más penosa que para el segundo, lo cual es comprensible. Sin embargo, sucede a menudo que quienes han pecado gravemente de manera habitual alcanzan la contemplación perfecta mucho antes que quienes nunca han pecado lo más mínimo. Se trata de un milagro de la misericordia de Nuestro Señor, que les ha concedido su gracia especial para asombro del mundo entero. Estoy plenamente convencido de que el día del Juicio será un día muy hermoso, ya que podremos ver con claridad tanto a Dios como sus dones. Ese día, alguno de los que ahora son vilipendiados y menospreciados por ser pecadores comunes y corrientes -y tal vez algunos de los que cometieron pecados terribles- se sentarán junto a los santos con la mayor dignidad y con la aprobación de Dios. Y otros que, en apariencia, parecen muy santos y a quienes los hombres han considerado casi como ángeles -y tal vez algunos de los que nunca cometieron pecado mortal- se sentarán en las cavernas del infierno, sumidos en la aflicción.

Como puedes ver, pues, ningún hombre debería ser juzgado por otro por el bien o el mal que haya hecho en esta vida. No obstante, es posible juzgar con propiedad las acciones para saber si son buenas o malas. Mas no así a los hombres.

sábado, 10 de abril de 2010

La nube del no saber │ cap. 28

Nadie debe pensar en convertirse en contemplativo hasta no haber purificado debidamente su conciencia del pecado.


Ahora bien, si me preguntas cuando deben hacerlo, mi respuesta es la siguiente: "No antes de que hayan purificado su conciencia de todos sus pecados anteriores, de acuerdo con las normas que establece la Santa Iglesia".

En la contemplación, el alma seca la raíz y el sustrato del pecado, que siempre está ahí, incluso después de la confesión y por mucho que te dediques a cosas santas. Por tanto, cualquiera que trabaje para llegar a ser un contemplativo debe, en primer lugar, purificar su conciencia; después, una vez que se haya enmendado como es debido, podrá entregarse por sí mismo a la contemplación, con valentía pero con humildad. Dejemos que recuerde cuánto tiempo ha estado apartado de la contemplación, pues será en esta tarea en la que el alma deberá esforzarse al máximo durante el resto de la vida, incluso en el caso de que nunca hubiera pecado. Mientras el alma habite un cuerpo mortal experimentará el obstáculo que supone la nube del no saber que se interpone entre ella y Dios. Más aún, como resultado del pecado original, siempre verá y sentirá que algunas de las criaturas de Dios o algunos de sus actos se interponen en su mente entre él y Dios. Forma parte de la sabiduría y justicia de Dios que el hombre, que una vez fue soberano y señor de todas las demás criaturas y, sin embargo, de manera voluntaria, se hizo esclavo de sus propios súbditos al volver la espalda al mandato de Dios, su Creador, vea y sienta cómo las mismas criaturas que deberían hallarse por debajo de él se entrometen orgullosamente por encima de él, entre él y Dios, cuando sigue su mandato.

lunes, 5 de abril de 2010

La nube del no saber │ cap. 27

Sobre quiénes deberían dedicarse a esta obra de la gracia.


En primer lugar y antes que nada, te hablaré acerca de quién debe practicar la contemplación, y de cuándo, cómo y bajo qué condiciones.

Si me preguntas sobre quiénes deben comprometerse en esta tarea, mi respuesta será la siguiente: "Todos aquellos que, de manera auténtica y voluntaria, se hayan retirado del mundo, mas no para dedicarse a la vida activa, sino para dedicarse a lo que se conoce como vida contemplativa. Tales personas deben emprender esta tarea por medio de la gracia, sean quienes fueren, tanto si son pecadores comunes y corrientes como si no".