Ahora, los sigo desde hace poco, entre los sábados con citas y los domingos con Kivitz que ofrece ensayos de TeoSubversión, el avance espiritual gana el calidad significativamente. Gracias, Monja, desde la clandestinidad.
Traigo un texto de Kivitz del cual me parece que se puede extraer todo un programa que alimenta e informa la vida.
Hay caminos de éxito y de felicidad que todos los mortales como nosotros, llegando al final de la vida, se enorgullecerían de tenerlos transitados. Sería razonable que comparáramos las aspiraciones sociales contemporáneas con el legado de hombres como Albert Schweitzer, Mohandas Gandhi, Martin Luther King Jr. y Nelson Mandela.
Bueno sería se consiguiéramos acompañar y discernir la profundidad de las reflexiones existenciales de George Hegel, Martin Heidegger, Albert Camus, Friedrich Nietzsche, Emmanuel Kant, Soren Kierkegaard y Jean Paul Sartre.
Tal vez encontrásemos algunas placas señalizadoras para la vida que fueron dejadas por aquellos que intentaron hacer el mapa del alma, como Sigmund Freud, Alfred Adler, Carl Jung y Viktor Frankl. Mejor provecho tendríamos si buscáramos el por qué de las cosas y las razones que hay detrás del universo como buscaron Tales, Sócrates, Platón Aristóteles, René Descartes y sus tantos pares menos célebres.
Podríamos avanzar bastante siguiendo la ruta de la filosofía oriental, desarrollando sus disciplinas y aprendiendo de sus inagotables historias con conversaciones enigmáticas entre maestros y discípulos.
Y, sin sombra de dudas, cosecharíamos maravillosos frutos del vergel de las tradiciones de la espiritualidad judeo–cristiana, desde el Antiguo y Nuevo Testamento, iniciando con la sabiduría rabínica, aprendiendo con los padres de la iglesia y oyendo correctamente a los Reformadores. Sí, si, estaría bien. Pero deberíamos detenernos de todo ese largo camino reverentemente delante del incomparable e inevitable Jesús de Nazaret.
Pues eso, que no es poco.
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