a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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miércoles, 3 de diciembre de 2008

La mujer, ella misma

"Si las mujeres mandasen
en vez de mandar los hombres
serían balsas de aceite
los pueblos y las naciones."
Jota popular aragonesa.

Ante la pregunta sencilla de si te puedes imaginar un parroco mujer en tu parroquia, la respuesta espontánea es "no". Y espero no levantar ampollas.
Una respuesta reflexiva sería un "por qué no?". Y una respuesta con una ideología o una utopía detrás sería afirmar a las claras que "sí".

Podemos ver el papel de la mujer en la empresa y en la política. Este tema no es análogo ni tiene nada que ver con el papel de la mujer en la Iglesia o su factible ordenación. Pero es cuestión de ver la sicología diferencial de mujeres y hombres.
La mayoría de las mujeres en el poder político acaban adoptando modos y roles de podes hombrunos y por tanto , en ese sentido, se puede decir que "no están siendo ellas mismas", que "no están siendo según su naturaleza".
Ahora, desde escasos lustros, se estudian los modelos femeninos de dirección de empresa. Y éstos sirven para formar también a directivos varones. Y esto no para que todos seamos uniformes, sino para que cada cual tenga su modo personal, genuino y auténtico de hacer las cosas.

A nivel biológico-corporal-material, el cerebro de las mujeres tiene más conexiones neuronales entre los hemisferios cerebrales. Esto le permite a la mujer ser más empática. Y es significativo como el autismo se está considerando como el grado extremo de la mentalidad masculina: la ley, las reglas, las normas. La ley simple y rígida, y si no, no vale.
Por ejemplo, la mentalidad kantiana se la podría definir como meramente masculina. La lógica es masculina. El deporte de competición, de equipos contrarios y reglas de juego definidas, es masculino. La mecánica, de coches, robots,... es algo masculino (por mentalidad, no por la fuerza requerida en algunos casos).
Es decir, los hombres estamos bastante más limitados. Estamos menos hechos cuando nos traen al mundo. Y a lo largo de nuestra vida, en virtud de la neuroplastia, vamos tendiendo puentes entre nuestros hemisferios cerebrales.

Es más, si una mujer entrase como cura en el arciprestazgo, la comida semanal de párrocos... pues que no sería lo mismo.

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