a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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viernes, 30 de enero de 2009

La nube del no saber │ cap. 12

Cómo esta tarea elimina todos los pecados y fomenta la virtud.


Por tanto, si quieres mantenerte en pie y no fracasar, no abandones nunca tu firme propósito: golpea con el dardo afilado del amor anhelante esta nube del no saber que se interpone entre tú y Dios. Odia pensar en otra cosa que no sea Dios y no dejes que nada, sea lo que fuere, te distraiga de tu propósito. Sólo así podrás destruir el sustrato y raíz del pecado.

Aunque te dedicaras a prolongados ayunos, posarás la mirada en la lejanía, te levantarás al despuntar el alba, durmieras sobre tablones y arrastraras cadenas -sí, aunque fuera lícito que te arrancaras los ojos, te cortaras la lengua, te taparas la nariz y los oídos, te amputaras los miembros e infligieras a tu cuerpo tanto dolor como te cupiera imaginar, ¡que no lo es!-, ninguna de estas acciones te ayudaría en absoluto. El impulso y el deseo de pecar seguirían acompañándote.

Más aún, por las lágrimas amargas que derramaras por tus pecados y por los sufrimientos de Cristo, o por mucho que pusieras tu pensamiento en las delicias del cielo, ¿qué bien te haría? Me responderás a buen seguro que mucho, que obtendrías con ello considerable ayuda, provecho y gracia. Sin embargo, compáralo con esta ceguera e inconmensurabilidad del amor; sin amor, muy poco puede hacerse. El amor en sí mismo es la "mejor parte" que María eligió. Sin él, el resto carece de valor. Por vía negativa, destruye el fundamento y la raíz del pecado; por vía positiva, proporciona la virtud. Y así debe ser, porque si el amor está realmente presente, incluye en él todas las demás virtudes de manera perfecta y consciente, y tu firme propósito no se ve afectado. Sin él, un hombre puede acumular tantas virtudes como le plazca, más todas estarán mancilladas y desfiguradas; hasta tal punto serán imperfectas.

La virtud no es otra cosa que un afecto ordenado y mesurado, dirigido con sencillez a Dios mismo. Si preguntas cómo se dirige a dios, te responderé que Dios es en sí causa pura de todas las virtudes. Si alguien se viera movido a buscar una virtud particular por una mezcla de motivos, incluso en el caso de que Dios fuera la principal razón de la búsqueda, semejante virtud sería imperfecta. Podemos darnos cuenta si tomamos, a modo de ejemplo, una o dos virtudes, que podrían ser muy bien el amor y la humildad, pues quien las posee de verdad no necesita ninguna otra: las posee todas poseyendo a ambas.

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