a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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miércoles, 14 de enero de 2009

La nube del no saber │ cap. 04 (3 de 4)


Cuánta razón tiene al decir "por el amor de Cristo", pues es en su amor donde hallarás la ayuda que reclamas. La naturaleza del amor es tal que comparte todas las cosas. ama a Jesús y todo lo que Él tiene será tuyo. Puesto que es Dios, es el creador y dador de tiempo. Puesto que es Hombre, ha puesto verdadero cuidado en el empleo del tiempo. Puesto que es Dios y Hombre, es el mejor juez sobre cómo emplear el tiempo. Únete a Él por medio del amor y la confianza, y gracias a esta unión te vincularás tanto a Él como a todos aquellos que, al igual que tú, se le unen por amor: con Nuestra Señora Santa María, quien, llena de gracia, prestó una total atención a cada instante que pasaba; con los ángeles del cielo que nunca han dejado pasar el tiempo; y con todos los santos del cielo y la tierra, quienes pueden dar cuenta apropiada de cada instante por medio de su amor y la gracia de Cristo.

Saberlo es un gran consuelo. Apréndelo de corazón y saca provecho de él de ahora en adelante. Sin embargo, déjame que insista sobre el particular: no conozco a nadie que pueda afirmar que está en comunión con Jesús, su virtuosa Madre, sus ángeles o santos, que antes no se haya esforzado todo lo posible para poner los cinco sentidos en cada instante de tiempo con la ayuda de la gracia divina, de manera que pueda verse cómo cumple con la parte que le corresponde para fortalecer la comunión, por más pequeña que sea esta parte; del mismo modo que a su vez, ellos cumplen con la suya.

Presta atención, pues, a la maravillosa obra de la gracia dentro de tu alma. Siempre es un impulso súbito que llega sin que lo esperemos y se eleva hacia Dios como una chispa que surge del fuego. ¡En el breve intervalo de una hora, un número increíble de impulsos pueden surgir en el alma de quien entrega su voluntad a esta tarea! Basta con uno de tales destellos para que el alma se olvide por completo del mundo creado que hay en el exterior. Ahora bien, a causa de nuestra naturaleza caída, el alma puede, casi con la misma celeridad, volver a caer en el recuerdos y pensamientos de las cosas que ha hecho o dejado de hacer; y, con la misma presteza, volver a levantarse por encima de ellos.

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