a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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viernes, 23 de enero de 2009

La nube del no saber │ cap. 08 (2 de 3)


Si me preguntas por qué debes regalarlo a la nube del olvido, aun cuando sea bueno en lo fundamental y tan útil y provechoso si se usa bien te replicaré que en la Santa Iglesia se dan dos formas de vivir. Una es la vida activa; la otra, la vida contemplativa. La vida activa es la inferior; la contemplativa, la superior. La vida activa también tiene dos partes, una inferior y otra superior; asimismo, la contemplativa también tiene dos partes, una superior a la otra. Estas dos formas de vivir están vinculadas entre sí, y por más que sean distintas, la una depende de la otra, pues lo que denominamos parte superior de la vida activa se corresponde con la parte inferior de la vida contemplativa. Nadie puede ser del todo activo sin ser en parte contemplativo, ni del todo contemplativo sin ser en parte activo, al menos en este mundo. La vida activa comienza y finaliza en esta vida; no así la contemplativa, que se inicia en esta vida y prosigue en la eterna. La parte que escogió María "no le será arrebatada". La vida activa "se afana y se acongoja por muchas cosas"; la contemplativa se asienta con serenidad en una sola.

La parte inferior de la vida activa consiste en actuar con bondad y rectitud en obras de misericordia y caridad. La parte superior -que es la parte inferior de la vida contemplativa- se compone de varias cosas, como la meditación espiritual, la conciencia del propio estado desdichado, la tristeza y el arrepentimiento; asimismo, se compone del estudio comprensivo y compasivo de la pasión de Cristo y de la de sus siervos, y de la gratitud hacia Dios, una gratitud que lo alabe por sus regalos maravillosos, su bondad y sus obras en todas partes de la creación, ya sean materiales o espirituales. Sin embargo, la parte más elevada de la contemplación, al menos como la conocemos en esta vida, se halla por completo sumida en la oscuridad y la nube del no saber, y busca a tientas, como un ciego, con un amor inconmensurable, el ser puro de Dios, a Él y nada más que a Él.

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