a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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martes, 20 de enero de 2009

La nube del no saber │ cap. 07 (1 de 2)

Cómo debemos comportarnos con nuestros pensamientos, en particular con los que son fruto de la curiosidad y la inteligencia natural.


En el caso que aparezca cualquier pensamiento y se interponga entre tú y la oscuridad, preguntando qué busca y qué quieres, respóndele que quieres a Dios: "Es a Él a quien anhelo y busco, y sólo a Él".

Si este pensamiento te obliga a preguntarte: "Qué es este Dios?", respóndele que es el Dios que te creó y te redimió, el Dios que te ha llamado hacia su amor por medio de la gracia. "Y del que tú no sabes nada en absoluto", dile. Y sigue diciéndole: "Vete", y elimínalo por amor a Dios; sí, hazlo, aunque pueda parecerte que el pensamiento sea santo y útil para encontrar a Dios. Es muy posible que evoque en tu mente muchas ideas gratas y maravillosas acerca de la bondad de Dios y te recuerde su dulzura y amor, su gracia y su misericordia. Si consigue que lo escuches, ya no te pedirá nada más, sino que seguirá parloteando y te llevará constantemente a pensar en la pasión de Cristo. Una vez ahí, te mostrará la maravillosa bondad de Dios, pero en realidad nada querrá tanto como que sigas escuchándolo, ya que luego proseguirá haciendo que contemples tu estilo de vida pasado. Entonces tu mente se alejará mientras reflexionas sobre tus desdichas anteriores, de vuelta a tus antiguas querencias. Antes de que te des cuenta de dónde estás, ¡te habrás desintegrado hasta más allá de lo que puedas concebir! ¿Y por qué razón? Sencillamente, porque has consentido libremente en escuchar este pensamiento, en responderlo y aceptarlo, dejándote que se adueñe de ti.

Bien es verdad que el pensamiento era bueno y santo, y de hecho necesario, ya que ningún hombre ni mujer, puede abrigar la esperanza de alcanzar la contemplación sin la preparación que representan muchas de tales ideas complacientes acerca de la propia desdicha, la Pasión de Nuestro Señor, la benevolencia de Dios o su gran bondad y dignidad. Mas el practicante debe abandonarlas y sepultarlas en lo más profundo de la nube del olvido si quiere atravesar alguna vez la nube del no saber que media entre él y Dios.

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