a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _


martes, 27 de enero de 2009

La nube del no saber │ cap. 09

En la contemplación, todo recuerdo, incluso el de las cosas más sagradas, es más un obstáculo que una ayuda.


Por tanto, es preciso que reprimas tanto como sea posible el trabajo vigoroso de la imaginación, que tan activa se muestra siempre que te dispones a acometer esta ciega contemplación. Si no la aniquilas, ella te aniquilará. Aunque pienses a menudo que habitas en esta oscuridad y sólo Dios ocupa tu mente, si lo consideras con detenimiento verás que tu mente no está en absoluto ocupada en esa oscuridad, sino dedicada con firmeza nada menos que a Dios. Y si es así, puede considerarse que un pensamiento semejante se halla de momento por encima de ti, situado entre tú y Dios. Procura, pues, apartar tu mente de tales meditaciones, por muy santas y agradables que te parezcan. Recuerda esto: resulta mucho más provechoso para la salud de tu alma, es más valioso y place más a Dios y las huestes celestiales -sí, ayuda más a tus amigos, materiales o espirituales, vivos o muertos-, que mantengas este ciego e inconmensurable amor hacia Dios mismo, este secreto amor que se abre paso a través de la nube del no saber, que el hecho de que te extasíes contemplando y admirando a los santos y ángeles del cielo, así como escuchando los dulces cantos de los bienaventurados.

No te sorprendas por lo que te digo. Si lo ves una vez -cosa que puedes hacer por la gracia-, te dejas capturar y lo sientes, siempre seguirás viéndolo. Sin embargo, ten por seguro que nunca tendrás una visión diáfana de Dios en esta vida. Sólo podrás tener conciencia de Él si así desea concedértelo por medio de su gracia. Eleva, pues, tu amor hacia esta nube; o, para ser más exactos, deja que Dios atraiga tu alma hacia esta nube. Y esfuérzate, mediante su gracia, en olvidar todo lo demás.

Puesto que si un simple pensamiento sin importancia que aparece de improviso en tu mente provoca que te alejes de Dios más de lo que querrías -interponiéndose entre tu camino y mermando tu capacidad para sentir su amor-, ¿cuánto más no te frustrará el pensamiento que retienes y alimentas a voluntad? Y si esto es cierto cuando te encuentres pensando acerca de los santos o de cualquier otro objeto espiritual beneficioso, ¿cuánto mayor no será la dificultad cuando te detengas a pensar en la mísera existencia de los simples mortales, o en otros asuntos terrenales y materiales?

No estoy diciendo que sea malo el pensamiento espontáneo en torno a cualquier cosa buena y espiritual que requiera la atención de la mente y la voluntad, o algún otro que invoquemos de manera deliberada a fin de fortalecer nuestra devoción. Líbreme Dios de que así me interpretes. Lo que digo es que tales pensamientos constituyen más un obstáculo que una ayuda cuando el hombre busca la contemplación, por muy buenos y santos que sean. Es indudable que quien busca a Dios de manera perfecta no encontrará reposo definitivo en la evocación en los ángeles y santos del cielo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario