También hago eco en este blog del discurso que pronunció este jueves el periodista y escritor José Jiménez Lozano, al recibir el "Premio ¡Bravo!" que le fue otorgado por la Comisión Episcopal Española de Medios de Comunicación Social por su excelente obra literaria y periodística en la que desvela "la permanente exigencia de dignidad y libertad -trascendente e íntima a la vez- que toda persona reclama y le es debida", según indica el acta, publicado íntegro en Zenit. Aquí como muestra unos párrafos:
La idea única, en suma, el objeto reluciente, el personaje con leyenda escandalosa, exótica, o dorada - y todo esto se fabrica perfectamente, y forma parte de la producción de best-sellers, por ejemplo - pasan luego perfectamente por las páginas de los periódicos, por la conversación ante los micrófonos, o ante las cámaras, porque ofrecen un punto único y llamativo externamente con una efectividad hipnótica total, paralizando el sentido crítico totalmente, momento en el cual se ofrece realidad representada o fabricada, más real que la realidad-real.
Los "media" son así, y así funcionan incluso a su pesar, y vamos a dejar de lado los otros problemas de la sociología de la información que tienen que ver con la ideología o las finanzas. Esto es otro asunto, y estoy planteando las cosas en un plano puramente cultural, y en torno al hecho de que la transmisión cultural va siendo imposible, y muy difícil la transmisión de cualquier realidad que no sea un puro"factum". Y podríamos pensar, por ejemplo, en esa cuestión que a veces sale a colación de la buena imagen o buen "look" atractivo que la Iglesia debería mostrar a través de los medios, y que se lograría fácilmente en cuanto el cristianismo o la Iglesia se transformaran en una empresa o sociedad mundanal de amigos con los valores de los tiempos y todos sus atractivos perfectamente anticristianos. Se recuerda la vieja advertencia de Karl Löwith en los años 30 del pasado siglo:
"La debilidad del cristianismo moderno - tan moderno como poco cristiano- radica en que ha asumido el lenguaje, los métodos, y los resultados de nuestras conquistas seculares, en la ilusión de que los inventos modernos son únicamente medios neutrales que, por fines morales y aún religiosos podrían ser cristianizados. En realidad son el resultado de una extrema mundanidad y una extrema confianza en si mismo"
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