a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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miércoles, 27 de agosto de 2014

La nube del no saber │ cap. 74

 
Que todo aquel que está llamado a la contemplación podrá reconocer algo afín a su espíritu al leer este libro y que sólo a esta persona se le debiera permitir leerlo o escucharlo; se repiten las observaciones del prólogo.


Si el tipo de oración que he descrito en este libro te parece inadecuado para ti espiritual o temperamen-talmente, siéntete perfectamente libre para dejarlo, y confiadamente y con la ayuda de un sabio consejero busca otro. En tal caso confío en que me excusarás por cuanto llevo escrito aquí. Con toda verdad he escrito solamente llevado de mi simple entender de estas cosas y sin otra intención que ayudarte. Por eso, vuélvelo a leer dos o tres veces. Cuanto más lo leas, mejor; pues tanto mejor captarás su sentido. Partes que parecen difíciles y oscuras en una primera lectura, quizá aparezcan obvias y claras en una segunda. Mi opinión es que todo aquel a quien la gracia ha llevado a la contemplación no puede leer este libro (o escuchar su lectura) sin sentir que habla de algo afín a su propio espíritu. Si tú lo sientes así y lo encuentras provechoso, da gracias a Dios de todo corazón y por su amor ruega por mi.

Espero sinceramente que harás esto. Pero te pido con insistencia, por amor de Dios, que no compartas este libro con nadie más a menos que estés convencido de que es una persona que lo ha de entender y apreciar. Lee de nuevo el capítulo en que describo el tipo de persona que debe comenzar la obra de contemplación y sabrás a qué clase de persona me refiero. Y si lo compartes con otro, insiste, por favor, en la importancia de leerlo del principio al fin. Hay partes, sin duda, que no se comprenden por si solas sino que requieren la clarificación y la explicación de otras. Si una persona lee solamente una sección y deja las que la completan, puede fácilmente caer en error. Haz, pues, lo que te pido. Y si crees que algunas partes necesitan una mayor clarificación, hazme saber las que son y lo que piensas de ellas, y yo las revisaré lo mejor que pueda, según mi simple conocimiento de estas cosas.

No quiero que se apoderen de este libro chismes mundanos, ni halagadores ni esa clase de personas que en todo encuentran reparos, tampoco alcahuetes y entrometidos o simplemente curiosos, educados o no. Nunca me propuse escribir para esta clase de personas ni quiero siquiera que oigan hablar de él. No dudo que algunas de ellas sean personas buenas, incluso quizá muy entregadas en la vida activa, pero este libro no responde a sus necesidades.
 

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