a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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jueves, 21 de agosto de 2014

La ascética: pistas morales

 

Los más racionales y los moralistas se ponen de los nervios al considerar esto de la contemplación. Entre los pastores de las iglesias o los guías espirituales puede haber mucho paternalismo: enfermedad de la paternidad. Tratan a las ovejas de su redil como inmaduros y así los mantienen: sin casi libertad y ciegos para caminar.

Hay padres (padres y madres) con un exceso de celo para con su hijo y más si es único. Están continuamente pendientes para que no caigan, para que no se ensucien, para que no se infecten; se alteran a la mínima que muestran cansancio, o no tienen ganas de comer, se lo dan todo,... los sobreprotegen. Esos hijos crecen como plantas de invernadero y en cuanto salen se marchitan, enferman,...

En la contemplación nos olvidamos de normas y reglas morales establecidas. No nos ocupamos en eso. La moral de los contemplativos es el lenguaje del dolor y la relación amorosa con la Naturaleza, la Vida y, quien sea creyente, con el Espíritu Santo, Cristo y el Padre.

En el fondo se trata de eso. Pero el común de los pastores piensan que la contemplación es una fase muy avanzada propia de otra gente más "especial". Forma parte de la crisis de espiritualidad que padecemos en Occidente y en el Cristianismo en particular.

Para los cristianos, las pistas morales que tenemos son los famosos 10 mandamientos. No solo afinamos poco en su cumplimiento sino que nos pasamos por el forro alguno de ellos, sobre todo el sexto a la mínima ocasión. También podemos tener como pistas morales las bienaventuranzas. O el resumen de los mandamientos y el mandamiento nuevo:

«"Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?"
Él le dijo: '"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.' Este es el mayor y el primer mandamiento.
El segundo es semejante a éste: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo.' De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas."» (Mt 22, 36-40)
"Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros" (Jn 13,34).
Los mandamientos de Dios son las pequeñas inspiraciones diarias para la calidad de nuestra relación amorosa y para avanzar por el Camino. Los mandamientos de Dios es dejarse querer por Él. Como en toda relación amorosa, es bueno estar en las cosas pequeñas. Todo avance es por un paso o una zancada. En cualquier caso, algo pequeño. Nuestra moral: dejar en el olvido al falso yo, obviar su palabrería, responsabilizarse de lo dañado que esté el Corazón y seguir (amar) a Cristo, Camino, Verdad y Vida.

Sabemos qué lenguaje habla el falso yo y cuál el Corazón y el cuerpo: discernir. Sabemos sobre el yo observante, sobre los comienzos y recomienzos, sobre los retrocesos y los aprendizajes consecuentes,... sobre la honestidad y franqueza con uno mismo.

Quizás haya esquemas y apegos que nos resistimos a dejarlos con el falso yo. Esto es como dejar una vela encendida al diablo. Pero sin duda, sabremos por el discernimiento cuáles son sus procedencias y el bien inmenso de liberarnos.

Lo que no hay que desdeñar y hay que tener en mucho aprecio es lo que hayan dicho los autores clásicos. Hay que aficionarse a leer autores místicos y el mismo Evangelio donde el protagonista es el Maestro de maestros y el nuestro.
 

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