a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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martes, 4 de octubre de 2011

La nube del no saber │ cap. 52

Cómo algunos jóvenes discípulos presuntuosos interpretan mal la palabra "dentro" y los errores que resultan de ello.

La locura de la que hablo se produce así: leen o escuchan a alguien decir que deben detener la actividad "exterior" con el trabajo de sus mentes y luego trabajar dentro de sí. Y, dado que desconocen lo que significa la palabra "dentro", lo hacen de manera incorrecta, ya que vuelven la mente física hacia el interior del cuerpo, lo que es antinatural, y se esfuerzan como si quisieran ver espiritualmente con sus ojos físicos, escuchar por dentro con sus orejas exteriores, oler, gustar y sentir por dentro, y así sucesivamente. De manera que distorsionan el orden natural y someten sus mentes a esfuerzos tan innecesarios por medio de un falso ingenio que al final sus cerebros se trastornan. Es entonces cuando el demonio puede engañarlos con luces y sonidos falsos, aromas deliciosos y sabores maravillosos, que se avivan y encienden en sus corazones, estómagos, espaldas, riñones o extremidades.

En medio de este ensueño se imaginan que están contemplando con placidez a su Dios, libres de vanos pensamientos. Y así se hallan en cierto sentido, pues se encuentran tan henchidos de falsedad que un poco más de vanidad no puede perturbarlos. ¿Por qué? Porque es el mismo demonio quien obra en ellos, del mismo modo que también los tentaría si fueran por el camino correcto. Como sabes muy bien, el demonio no avisa de sus propios designios. Por miedo a despertar las sospechas del contemplativo, no alejará a Dios por entero de sus pensamientos.

domingo, 2 de octubre de 2011

La nube del no saber │ cap. 51

Debemos ser muy cuidadosos para no entender literalmente lo que tiene un significado espiritual y, en particular, las palabras "dentro" y "arriba".

Por tanto, presta atención con humildad al movimiento invisible del amor que sale de tu corazón. No me refiero a tu corazón físico, claro está, sino al espiritual, esto es, la voluntad. Sé cuidadoso para no interpretarlo que tiene un sentido espiritual en un sentido material. El error fructifica en los caprichos terrenales y mundanos propios de las imaginaciones fantasiosas.

Puedes ver ejemplos de tales errores en cosas de las que te he hablado, como ocultar a Dios el deseo que sientes por Él. Por ejemplo, si te hubiera dicho al principio que le mostraras tu deseo, lo habrías entendido de manera mucho más literal que ahora, cuando te digo que lo ocultes, ya que en este momento eres plenamente consciente de que lo que se esconde de manera deliberada es algo que se guarda en lo más profundo del espíritu. Así que creo que es muy importante vigilar en extremo la manera de entender lo que se dice en un sentido espiritual, para que lo interpretes así y no en un sentido literal. Debe ponerse particular cuidado en dos palabras, "dentro" y "arriba". Tengo la impresión que la manera incorrecta de interpretarlas ha sido causa de buen número de errores y malentendidos entre quienes aspiran a convertirse en contemplativos. Sé algo de tales asuntos tanto por propia experiencia como por lo que me han contado, y es sobre estos errores sobre los que ahora me propongo hablar.

Los jóvenes discípulos de la escuela de Dios, recién convertidos, creen que pueden dedicarse a la contemplación –de la que han escuchado leer o hablar a alguien, o quizá sobre la que han leído ellos mismos– sólo por el corto tiempo que han empleado en plegarias y penitencias como resultado del consejo de su respectivo confesor. Cuando uno de tales discípulos oye hablar de la "contemplación" y, en particular, de aseveraciones tales como que "un hombre debe ascender por encima de sí mismo" o "concentrar sus fuerzas dentro de sí", las interpreta mal de inmediato debido a la ceguera espiritual y una concepción literal y distorsionada, y piensa que ha sido llamado a la tarea de la contemplación a través de la gracia sólo por haber encontrado en su interior un deseo innato hacia lo místico. Así pues, en el caso en que su director esté en desacuerdo en que deba iniciarse en dicha tarea, no tarda en encontrarle defectos. Creo que no es posible dar con nadie que piense como él y es probable que se lo diga a otros que son del mismo parecer. De manera que muy pronto, con el atrevimiento y presunción propias del intelecto obstinado, abandona la plegaria humilde y la penitencia, y emprende lo que cree que es la auténtica tarea espiritual para su alma; y una tarea semejante, en el caso de que llegue a emprenderla de verdad, no es material ni espiritual. En pocas palabras, es algo antinatural, cuyo principal agente es el demonio. Es el camino más rápido hacia la muerte, tanto física como espiritual, ya que no es sabiduría sino insensatez y conduce a los hombres a la locura. Aunque ellos no lo crean así, ya que lo que quieren con esta tarea es no pensar en nada salvo en Dios.

domingo, 18 de septiembre de 2011

La nube del no saber │ cap. 50

El amor puro; algunos rara vez sienten consuelo, mientras que otros lo sienten a menudo.

Así pues, debemos concentrar toda nuestra atención en el humilde movimiento del amor que sale de nuestra voluntad, como puedes ver. En cambio, debemos mostrar indiferencia, por así decirlo, hacia todas las demás manifestaciones de dulzura y consuelo, no importa cuán santas y placenteras sean. Si llegan, bienvenidas sean, pero no dependas de ellas, pues te debilitarán. Permanecer largo tiempo entre dulces emociones y lágrimas te sustraerá demasiado de ti mismo. Y puede incluso que te sientas tentado a amar a Dios sólo por el hecho de poseerlas. Sabrás que es así cuando veas que su ausencia te apena demasiado, ya que se deberá a que tu amor no es puro ni perfecto, pues el amor puro y perfecto admite que el cuerpo halle alivio y consuelo en las dulces emociones y las lágrimas, pero no se apene cuando desaparecen sino al contrario, que se alegre de no tenerlas si ésta es la voluntad de Dios. En algunas personas, la contemplación va casi siempre acompañada de consuelos de esta clase, mientras que otras apenas experimentan dulzura, consuelo y dicha.

Todo depende de la disposición y el mandato de Dios, que se adecuan a la bondad y necesidades de cada persona. Hay personas espiritualmente tan débiles y sensibles que, si no fueran reconfortadas por dulces emociones, les resultaría imposible soportar las distintas tentaciones y tribulaciones a las que son sometidas por sus enemigos físicos y espirituales, y que deben sufrir y combatir a lo largo de su vida. Y hay algunas tan débiles de constitución que ni siquiera pueden llevar a cabo la penitencia apropiada para su purificación. Nuestro Señor, en su gracia, purifica el espíritu de éstas con dulces emociones y lágrimas. Sin embargo, por otra parte hay algunas personas con tanta fuerza espiritual que son capaces de cosechar el consuelo necesario dentro de sus propias almas –mediante la ofrenda de esta amor reverente y humilde, que todo lo excede, y una voluntad obediente– y casi no tienen necesidad de sostenerse con dulces emociones. Si me preguntas cuál de ellas es más santa o más grata a Dios, sólo Él lo sabe.

sábado, 30 de julio de 2011

La nube del no saber │ cap. 49

La perfección es en esencia una cuestión de buena voluntad; en esta vida ningún consuelo es esencial.

Así pues, te pido que estés dispuesto a seguir con el mayor entusiasmo el humilde impulso del amor que sale de tu corazón; será tu guía en esta vida y te conducirá a la dicha celestial en la venidera. Es la esencia de toda vida buena y sin él no puede comenzarse ni terminarse ninguna buena obra. No es más que tu buena voluntad en armonía con Dios, y el placer y la alegría que tu voluntad siente ante todo lo que Él hace.

Una buena voluntad semejante es la sustancia de toda perfección. La dulzura y el consuelo, ya sean físicos o espirituales, son accidentes en comparación con la buena voluntad, por muy santos que sean; no son esenciales y dependen de ella. Los llamo "accidentes" porque pueden estar o no presentes en el alma sin que esta se resienta. Estoy pensando en esta vida, por supuesto, pues en el cielo estarán inseparablemente unidos a su sustancia, como lo estará el cuerpo con el que actúan con el alma. La buena voluntad espiritual es su sustancia en este mundo. Estoy convencido de que el hombre que posea una buena voluntad perfecta, tan perfecta como sea posible poseerla en esta vida, será muy feliz y dichoso si ésta es la voluntad de Dios, tanto si recibe consuelo y dulzura como si no.

viernes, 29 de julio de 2011

La nube del no saber │ cap. 48

Dios es servido por el cuerpo y el alma, y recompensa a ambos; cómo distinguir el buen consuelo del malo.

No lo digo porque quiero que dejes de rezar en voz alta cuando tengas el impulso de hacerlo ni impedirte que te dirijas a Dios con alguna palabra apropiada y buena del lenguaje corriente, como "Buen Jesús", "Amado Jesús", "Dulce Jesús" y otras parecidas, en el momento que tu alma explote porque rebosa de emoción. ¡Dios no permita que me interpretes mal! No es eso lo que quiero decir. Dios prohibe separar lo que Él ha unido, el cuerpo y el espíritu. Quiere que se le sirva con el cuerpo y el alma, ambos a la vez, y quiere dar su recompensa celestial a ambos. Como anticipo de esta recompensa, Dios inflama a veces el cuerpo de su sirviente devoto con una dulzura y consuelo maravillosos, y no una o dos veces, sino tan a menudo y durante tanto tiempo como a Él le place. Esta dulzura y consuelo no llegan a nuestro cuerpo desde el exterior a través de las ventanas del intelecto, sino más bien desde el interior. Emana y surgen de la abundancia de alegría espiritual y la devoción auténtica del alma. Cuando se poseen, no deben resultar sospechosos; para no extenderme, te diré que creo que quien los disfruta nunca lo ve de este modo. Sin embargo, ¡desconfía de todos los demás consuelos, de la dulzura, la alegría y los sones que te lleguen de repente del exterior y cuyo origen desconozcas, porque pueden ser buenos o malos! Serán buenos si son obra de un ángel bueno, pero serán malos si son obra de un ángel malo. No serán malos si has desechado la indagación espiritual y los esfuerzos emocionales desordenados, ya sea de la manera que te he sugerido o de otras mejores si las conoces. ¿Por qué? Ciertamente, porque la causa de todo consuelo es el movimiento devoto del amor que sale de un espíritu puro. El consuelo está forjado en el alma por la misma mano de Dios Todopoderoso. Por tanto, siempre será independiente de la imaginación o de las equivocadas ideas que los hombres puedan adquirir en esta vida.

No tengo intención por el momento de hablarte de los demás consuelos, sones y dulces emociones, ni de cómo distinguir los buenos de los malos. No porque lo crea innecesario, sino porque lo encontrarás mil veces mejor expuesto por otros, mucho más que cualquier cosa que yo pueda decir o escribir. Podrás encontrar todo lo que te digo al respecto mejor tratado en otros lugares. Sin embargo, da igual, pues no flaquearé ni cesaré en el empeño de satisfacer tus anhelos y el deseo apremiante de tu espíritu, que antes demostraste que poseías por medio de tus palabras y ahora por medio de tus acciones.

Sólo hay una cosa que pueda decirte respecto a ellos: que nos llegan a través de las ventanas de nuestro intelecto y pueden ser buenos o malos. Ejercítate sin descanso en el ciego, devoto y anhelante fluir en el amor del que te hablo, pues estoy seguro de que luego este amor del que te hablo, pues estoy seguro de que luego este amor será capaz de hablarte acerca de ellos. Y si la primera vez que te llegan te quedas perplejo del todo o en parte por falta de costumbre, al menos este fluir del amor habrá hecho una cosa por ti: habrá dado a tu corazón tal solidez que jamás volverá a concederles crédito a menos que te sientas del todo seguro al respecto, bien gracias a la extraordinaria aprobación interior que te preste el espíritu de Dios, bien gracias al consuelo externo que te preste algún prudente director espiritual.

jueves, 28 de julio de 2011

La nube del no saber │ cap. 47

La pureza de espíritu; el contemplativo manifiesta a Dios su deseo de muy distinta manera a como lo manifiesta a los hombres.

No debe sorprenderte que te hable de manera pueril y necia, por así decirlo, sin sentido de la oportunidad. Lo hago por ciertas razones y porque creo que durante un tiempo me he sentido impulsado a sentir, pensar y hablar de esta manera con mis otros amigos especiales en Dios, tal como ahora hago contigo.

Una razón por la que te aconsejo que ocultes a Dios el deseo de tu corazón es la siguiente: creo que es la manera más clara de darle a conocer lo que pretendes, la más beneficiosa para ti y la que con más rapidez colmará tu deseo, más que cualquier otra clase de demostración.

A través de esta "demostración oculta", quiero alejarte asimismo de la violencia de las reacciones emocionales, llevarte hacia la pureza y profundidad de la experiencia espiritual y así ayudarte por fin a atar el nudo espiritual del amor ardiente entre tú y Dios, en identidad espiritual y voluntad armónica con Él.

Sabes muy bien que Dios es espíritu y todo el que quiera unirse con Él debe hacerlo con la verdad y profundidad del espíritu, alejándose de cualquier engaño corporal. Es cierto que Dios lo sabe todo y que ninguna cosa, física o espiritual, puede ocultarse a su conocimiento. Sin embargo, dado que es espíritu, el conocimiento que tiene de las cosas ocultas en las profundidades del espíritu del hombre es incluso más claro y obvio que el que tiene de las entremezcladas con el cuerpo, pues lo físico está más alejado de Dios que lo espiritual en razón de su propia naturaleza. Por este motivo, cabe concluir que estaremos más lejos de Dios si nuestro anhelo contiene todo el tiempo algún tipo de elemento natural -como es el caso cuando nos violentamos y forzamos tanto emocional como espiritualmente en un único y mismo momento-, mucho más de lo que lo estaríamos si contuviera mayor devoción, sobrio entusiasmo, pureza y profundidad espiritual.

Aquí puedes vislumbrar, aunque sólo sea en parte, la razón por la que te digo que disimules y ocultes a Dios el apremio de tu anhelo. No te digo que lo oculte sor completo, ya que recomendarte que hicieras algo imposible sería el consejo de un loco, sino que hagas todo lo que puedas por cubrirlo con un velo. ¿Por qué? Porque quiero que te sumerjas en lo más profundo de tu espíritu, lejos de ninguna adicción mental que lo haga menos espiritual y lo aleje todavía más de Dios. Y porque sé muy bien que, cuanto más espiritual se vuelva tu alma, menos emocionales serán tus deseos; más cerca estará el alma de Dios, más le placerá y más evidente será tu anhelo. No estoy diciendo que haya ocasiones en las que Dios vea con más claridad que otras, pues Dios es inmutable, sino que, dado que es espíritu, el alma se le asemeja más cuanto más pura es en espíritu.

Existe otra razón para decirte que disimules tu deseo todo lo posible. Tú, yo y todos los que son como nosotros tenemos tanta tendencia a concebir el sentido material lo que se nos dice en sentido espiritual que si por ventura te animara para que mostraras a Dios el apremio que hay en tu corazón, lo expresarías de manera física, a través del semblante, la voz, las palabras o algún tipo de acción instintiva del cuerpo, del modo como muestras a un amigo lo que hay en el interior de tu corazón; y, en tal caso, tu acción habría carecido de pureza espiritual, pues el camino para mostrar las cosas a los hombres no es el mismo que para mostrarlas a Dios.

miércoles, 27 de julio de 2011

La nube del no saber │ cap. 46

Cómo evitar estos errores y trabajar con entusiasmo espiritual más que con vigor físico.

Así pues, sé cuidadoso, no te fatigues emocionalmente en exceso ni quieras ir más allá de tus fuerzas, por el amor de Dios. Trabaja con la alegría del entusiasmo más que con la fuerza física. Cuanto más entusiasta sea tu trabajo, más humilde y espiritual será; cuanto más tosco, más material y propio de un animal. Por tanto, ten cuidado. La bestia que se atreva a pisar la elevada montaña de la contemplación será ahuyentada a pedradas (cf. Hb 12:20; Ex 19:13). En nuestro caso, la bestia son tus emociones animales. Las piedras son duras y secas; cuando dan en el blanco, hieren. Sin duda, esta deformación es inseparable de una concepción materialista y física, y está yerma porque carece del rocío de la gracia. Daña gravemente al alma ignorante, que se pierde en fantasías inventadas y diabólicas. Así que guárdate de comportarte como un animal salvaje y aprende a amar a Dios con gozo sereno y entusiasta, con el cuerpo y el alma en paz. Recuerda lo que has aprendido y espera con humildad la voluntad de Nuestro Señor. No te abalances como un perro hambriento, por más hambre que sientas. Si me permites expresarlo con un ejemplo jocoso, te sugiero que hagas todo lo posible para cubrir con un velo tu enorme e ingobernable ansia espiritual; haz como si no quisieras que Él supiera la alegría que sientes al verlo, tenerlo y sentirlo.

Tal vez pienses que hablo por hablar, de manera pueril. Sin embargo, creo que quien posea la gracia para poner en práctica lo que digo disfrutará de la compañía de un hermoso juego espiritual, del mismo modo que en la tierra el padre juega con su hijo besándolo y abrazándolo.

martes, 26 de julio de 2011

La nube del no saber │ cap. 45

Algunos errores que deben evitarse.

Una advertencia, sin embargo. Es posible que el discípulo joven se engañe a causa de su inexperiencia e inmadurez espiritual. A no ser que sea consciente de su situación, posea la gracia para abandonar lo que hace y se deje aconsejar con humildad, puede verse destruido físicamente y alimentar espiritualmente ideas fantásticas. Y ello por un comportamiento orgulloso, materialista y curioso en exceso.

Podría ser muy bien que se engañara de la manera que voy a describir. Un joven que se inicia en la escuela de la devoción, ya sea hombre o mujer, escucha un día que alguien habla acerca de esta aflicción y este deseo ardiente, de cómo un hombre eleva su corazón hacia Dios y anhela sentir constantemente su amor. De inmediato, su torpe mente no entiende estas palabras en el sentido espiritual buscado sino en un sentido físico y material, de manera que abusa de manera escandalosa de las emociones naturales de su corazón. Puesto que carece de la gracia y está lleno de orgullo y curiosidad, agota el sistema nervioso con esfuerzos ignorantes, propios de un animal, y luego cae con rapidez en una especie de sopor físico y espiritual. Esto provoca que se aparte de la vida interior y busque falsas y vanas comodidades físicas en el exterior, en apariencia para solazar el cuerpo y el alma. O, si no le sucede tal cosa, provoca que sienta una incandescencia antinatural dentro de sí a causa del abuso al que somete el cuerpo y la fingida espiritualidad -y la merece, a causa de la cerrilidad espiritual y la irritación física provocada por un pretendido trabajo espiritual que en realidad es físico-, o un fervor espurio engendrado por el maligno, su enemigo espiritual, a través de su orgullo, materialismo y escarceos espirituales.

Aun así, tal vez imagine que se trata del fuego del amor, encendido y avivado por la gracia y bondad del Espíritu Santo. Hay que reconocer que son muchos los males que brotan de esta falsedad; muchas las hipocresías, herejías y errores. En la escuela del diablo, la falsa sabiduría sigue en línea recta al conocimiento engañoso, al igual que el conocimiento verdadero sigue a la experiencia verdadera en la escuela de Dios. Por eso, créeme si te digo que el demonio tiene a sus contemplativos como Dios tiene a los suyos.

Este falso conocimiento y estas experiencias seductoras y engañosas tienen tantas variedades distintas y sorprendentes como estados y temperamentos permitan experimentarlos. También las tienen el conocimiento y la experiencia verdaderos de quienes se salvarán. Sin embargo, no quiero exponerte aquí más engaños espirituales que los que creo que pueden amenazarte en alguna ocasión si tienes la intención de convertirte en contemplativo, pues ¿en qué te ayudaría conocer cómo se descarrían algunos clérigos y laicos de condición diferente a la tuya? Sin duda, en nada. Por tanto, no te contaré más que las cosas que te sucederán si emprendes esta tarea, para que puedas estar en guardia si te asaltan por el camino.

lunes, 25 de julio de 2011

La nube del no saber │ cap. 44

Sobre la parte del alma que destruye este conocimiento y conciencia de uno mismo.

Tal vez lo siguiente que me preguntes es cómo destruir esa conciencia desnuda de tu propia existencia. Piensas que, si dicha conciencia fuera aniquilada, todas las demás dificultades desaparecerían también, y tienes razón al pensarlo. En cualquier caso, mi respuesta es que es imposible destruir esta conciencia desnuda que tienes de ti mismo sin la gracia especial que Dios otorga libremente y la total y buena disposición para recibirla. Esta disposición no es otra cosa que una fuerte y profunda aflicción espiritual.

Sin embargo, es preciso que seas prudente al respecto: en este punto, debes tener cuidado y no imponer una tensión excesiva al cuerpo ni al alma. Es mejor que te sientes con tranquilidad y te quedes en silencio, como si durmieras, absorto y sumido en la aflicción. Ésta es la verdadera aflicción, la aflicción perfecta, y todo lo demás irá bien si puedes lograrla en este grado. Todo el mundo tiene algo de qué afligirse, pero mucho más quien conoce y siente su propia existencia. En comparación con esta aflicción, las demás no son más que una copia de la auténtica, pues quien experimenta la aflicción verdadera conoce y siente no sólo lo que esta aflicción es, sino lo que Él mismo es. Deja que quien nunca la haya sentido crea que se aflige, pues todavía no sabe qué es la aflicción perfecta. Cuando la sentimos, purifica el alma no sólo del pecado, sino también del sufrimiento que ésta merecía por su causa. Y hace que el alma esté preparada para recibir la dicha, tanta que le arrebata al hombre la conciencia de su propia existencia.

Cuando esta aflicción es genuina, está llena de santo anhelo, un anhelo sin el cual ningún hombre podría sobrellevarla o soportarla en este mundo. Si el alma no se fortaleciera gracias al buen empeño de este anhelo, no sería capaz de soportar el dolor que ocasiona la conciencia de la propia existencia. Tantas veces como un hombre pueda conocer la conciencia auténtica de Dios -tanto como sea posible conocerla en este mundo-, tantas veces sentirá luego que no puede -ya que descubrirá que su conciencia se sostiene con el conjunto inmundo, informe y nauseabundo de sí mismo que la llena y la deberá odiar, rechazar y expulsar si quiere convertirse en un discípulo perfecto de Dios, como Nuestro Señor enseñó en el Monte de Perfección-, y tantas veces que la aflicción lo hará casi enloquecer. Hasta el punto que se echará llorar y gemir, maldecirá, se acusará y se despreciará a sí mismo. En pocas palabras, pensará que la carga que soporta es tan pesada que dejará de preocuparse de lo que pueda sucederle mientras Dios sea complacido. Ahora bien, pese a esta carga, no querrá dejar de existir: lo contrario sería locura diabólica y desprecio por Dios. Aunque continúe anhelando liberarse de su conciencia, deseará mucho más seguir existiendo y dará gracias a Dios con sinceridad por tan preciado don.

Toda alma debe conocer y experimentar esta aflicción y este anhelo bajo una forma u otra, la que Dios se digne enseñar a sus discípulos espirituales en su buena voluntad. Antes de que puedan unirse a Él de manera perfecta en el perfecto amor -tanto como sea posible hacerlo en esta vida y sólo si Él lo permite-, debe darse la correspondiente preparación en el desarrollo y la buena disposición del cuerpo y del alma.

domingo, 24 de julio de 2011

La nube del no saber │ cap. 43

Para convertirse en un perfecto contemplativo, el hombre debe abandonar todo conocimiento y conciencia de sí mismo.

Debes procurar que no obre nada en tu mente o voluntad que no sea Dios. Trata de suprimir el conocimiento y la experiencia de cualquier cosa que se encuentre por debajo de Dios, empujándolo hasta lo más profundo de la nube del olvido. En la tarea que te ocupa, debes comprender que tienes que olvidarte tanto de las demás criaturas -incluidas sus acciones ¡y también las tuyas!- como de ti mismo e incluso de las cosas que has hecho por amor a Dios. El camino del amante perfecto consiste no sólo en amar a lo que ama más que a sí mismo, sino también en odiarse a sí mismo por el bien de lo que ama.

Así es como debes actuar respecto a ti mismo. Debes detestar y aborrecer todo lo que permanezca en tu mente y voluntad a menos que sea Dios. De lo contrario, sea cual fuere este pensamiento, se hallará entre tú y Dios. Será frecuente que odies y detestes pensar en ti mismo, ya que siempre sentirás la masa repugnante y nauseabunda de tus pecados -no particularizarás- que se interpone entre tú y Dios, y que esta masa informe eres tú mismo. Tienes que pensar en el pecado como algo que se identifica contigo, inseparable de ti.

Por tanto, aplasta el conocimiento y la experiencia que tengas de las cosas creadas en todas sus formas y, por encima de todo, de ti mismo, pues del conocimiento y la experiencia de ti mismo depende el conocimiento y la experiencia de las demás cosas. En comparación con la experiencia de ti mismo, todo lo demás se olvida con facilidad. Si quieres tomar la molestia de comprobarlo, verás que, cuando hayas olvidado todas las demás cosas y actitudes -incluidas las tuyas-, la conciencia desnuda de tu propia existencia todavía permanecerá entre tú y Dios. Y dicha conciencia debe desaparecer a su vez antes de que experimentes la contemplación en su perfección.

viernes, 22 de julio de 2011

La nube del no saber │ cap. 42

Solo de esta manera, y no otra, el hombre puede llegar a tener verdadera prudencia en todo.

Quizá te preguntas cómo vas a regular con el debido cuidado la comida, la bebida, el sueño, y así sucesivamente. Mi respuesta es breve: "¡Toma lo que venga!". Ocúpate de estas cosas sin interrupción día tras día, no les prestes atención y al final sabrás muy bien, con verdadero discernimiento, cuando empezar y detenerte en todo. No puedo creer que un alma que se dedique con completo abandono a esta tarea de manera permanente, día y noche, cometa errores en los asuntos mundanos. Si eso sucede, pertenecerá al tipo de almas que siempre se equivocan.

En consecuencia, si soy capaz de prestar una atención entusiasta y enérgica a la actividad espiritual del interior de mi alma, podré ver con relativa indiferencia la comida, la bebida, el sueño, la conversación y todo lo demás. Prefiero adquirir el discernimiento apropiado en estos asuntos a través de semejante indiferencia que estar obligado a prestarles una atención detallada, teniendo cada vez que sopesar con gran cuidado los pros y los contras. En realidad, nunca conseguiría adquirir el discernimiento apropiado por este camino, pese a todo lo que pudiera decir o hacer. La experiencia enseña, digan lo que quieran. Por tanto, eleva tu corazón con este ciego arrebato de amor y considera ora el "pecado", ora a "Dios". Dios, al que quieres tener; el pecado, del que quieres librarte. En el momento que lo sepas todo del pecado y Dios te falte, el buen Dios te ayudará, pues será en ese momento que tendrás necesidad de Él.

jueves, 21 de julio de 2011

La nube del no saber │ cap. 41

El hombre debe buscar la prudencia en todo salvo en la contemplación.

Si me preguntas acerca de la prudencia con que debes hacer esta tarea, mi respuesta es esta: "¡Ninguna en absoluto!". Con todas las demás cosas, por ejemplo comer, beber y dormir, no pasar calor ni frío, o el tiempo que dedicas a rezar, leer y conversar con tus hermanos cristianos, haz lo que mejor te parezca. En todos estos casos debes emplear la prudencia para no excederte ni en mucho ni en poco. Sin embargo, en lo concerniente a la contemplación, ¡olvídate de la prudencia! Mientras vivas, no quiero que abandones en ningún momento esta tarea.

No digo que debas estar descansando siempre que la practiques, pues sé que es imposible. La enfermedad, cualquier otro transtorno corporal o anímico o alguna necesidad corporal pueden impedírtelo a menudo y supondrán en ocasiones un obstáculo insalvable. Sin embargo, debes dedicarte siempre a esta tarea, si no de hecho, en intención, tanto si estás "de guardia" como si no. Protégete de la enfermedad tanto como puedas, de manera que en la medida de lo posible no seas tú mismo la causa de la flaqueza. No te engaño cuanto te digo que esta tarea pide una gran serenidad y una armoniosa y clara disposición tanto del cuerpo como del alma.

Así que vigila el cuerpo y el alma con sumo cuidado y manténlos tan sanos como puedas, por el amor de Dios. Si caes enfermo pese a todo, ten paciencia y aguarda con humildad la misericordia divina. Es todo lo que se te pide, pues no te engaño si te digo que suele complacer más a Dios la paciencia que se muestra estando enfermo o sufriendo cualquier otra tribulación que la placentera devoción que se muestra estando sano.

domingo, 10 de octubre de 2010

La nube del no saber │ cap. 40

En la contemplación, el alma no piensa ni en el vicio ni en la virtud.

Asímismo, debes llenar tu espíritu con el sentido último de la palabra "pecado", sin analizar de qué clase de pecado se trata, esto es, si es venial o mortal y si corresponde a la Soberbia, la Ira, la Envidia, la Avaricia, la Pereza, la Gula o la Lujuria. ¿Qué importancia tiene para los contemplativos la clase de pecado o cuán grande sea? Cuando se dedican a la contemplación, consideran que todos los pecados son grandes por igual en sí mismos, ya que el más pequeño los separa de Dios e impiden que alcancen la paz espiritual.

Siente el pecado como una masa informe, en su totalidad, sin espicificar parte alguna, y siente que esa masa informe eres tú mismo. Y entonces grita sin cesar en tu espíritu una sola cosa: "¡Pecado! ¡Pecado! ¡Pecado! ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Socorro!". Este grito espiritual se aprende mejor de Dios por medio de la experiencia que de cualquier hombre por medio de la palabra. Es mejor que el grito sea totalmente espiritual, espontáneo y silencioso, pero puede suceder de vez en cuando que el corazón se desborde y explote en palabras porque el cuerpo y el alma están llenos de tristeza a causa de la carga del pecado.

Así es como debes usar la palabra "Dios". Llena tu espíritu con su sentido último, sin considerar ninguna de sus obras en particular, sin preguntarte, por ejemplo, si se trata de una buena obra, otra mejor o la mejor de todas; si se trata de una obra física o espiritual; si es una virtud forjada en el alma de un hombre por medio de la gracia y, en este último caso, si debes clasificarla en términos de Humildad, Caridad, Paciencia, Abstinencia, Esperanza, Fe, Templanza, Castidad o Pobreza.

Si los contemplativos encuentran y sienten todas las virtudes en Dios, ¿qué importa eso? En Él están todas las cosas: Él las creó y hace que perduren. Los contemplativos saben que tienen todas las cosas buenas si tienen a Dios y, en consecuencia, no codician ningún bien en particular, sino sólo al buen Dios. Haz lo mismo por tu parte en la medida que la gracia te lo permita y considera a Dios de todo corazón y en su totalidad, de manera que nada obre en tu mente o voluntad salvo Dios.

Y dado que siempre sentirás de alguna manera la masa inmunda y nauseabunda de tus pecados, parte y parcela de tu ser mientras se prolongue esta vida miserable, debes volver alternativamente a estas dos palabras, "pecado" y "Dios". Vuelve a ellas sabiendo que, si tuvieras a Dios, estarías libre de pecado, y que, si estuvieras libre de pecado, tendrías a Dios.

domingo, 15 de agosto de 2010

La nube del no saber │ cap. 39

Cómo debe rezar el contemplativo y en qué consiste la plegaria; qué palabras son las más apropiadas cuando se reza en voz alta.

En consecuencia, debemos rezar con la altura, profundidad, duración y amplitud de nuestro espíritu. No con muchas palabras, sino con una palabra breve de una sílaba. ¿Cuál puede ser? Es indudable que una palabra así debería adecuarse a la naturaleza de la propia plegaria. ¿Y qué palabra será ésta? Veamos que es en sí la plegaria y luego podremos saber con mayor claridad qué palabra se ajusta mejor a su naturaleza.

La plegaria no es en sí misma otra cosa que el acto de situar nuestra voluntad en una posición devota hacia Dios con el fin de obtener el bien y eliminar el mal. Puesto que todo mal se resume en un pecado, ya sea accidental o esencial, cuando rezamos con la intención de eliminar el mal no debemos pronunciar, pensar ni querer decir otra palabra breve que no sea "pecado". Y si rezamos con la intención de obtener el bien, no lo hagamos con ninguna otra palabra, pensamiento o deseo que no sea "Dios", ya que en Dios está todo el bien, su causa y su principio.

Por tanto, no te sorprendas si antepongo estas palabras a todas las demás. Si pupdiera encontrar otras palabras más cortas que pudieran abarcar por entero la idea del bien y el mal, como sucede con éstas, o si Dios me guiara para que empleara otras, entopnces usaría estas últimas y abandonaría las anteriores. Y esto es lo que te aconsejo que hagas.

Sin embargo, no estudies estas palabras, pues no es de este modo que alcanzarás tu objetivo ni llegarás a la contemplación; Ésta jamás se consigue mediante el estudio, sino sólo por medio de la gracia. No elijas para tu plegaria otras palabras que las que Dios te incite a usar, pese a todo lo que yo pueda decirte. Y si Dios te lleva hacia éstas, mi consejo es que no las dejes escapar, siempre que utilices palabras en tu plegaria, claro está, no en caso contrario. Son palabras muy breves. Sin embargo, si bien he recomendado con viveza en el presente libro la brevedad de la plegaria, ello no significa que la frecuencia de la plegaria deba ser pequeña, pues, como ya he dicho, se reza con la duración de nuestro espíritu, de manera que éste nunca se detiene hasta que ha obtenido plenamente lo que buscaba. Podemos volver al ejemplo de la mujer o el hombre aterrorizados: no cesarán de gritar las palabras "socorro" o "fuego" hasta que hayan obtenido la ayuda necesariaque los saque del aprieto.

domingo, 8 de agosto de 2010

La nube del no saber │ cap. 38

La plegaria breve atraviesa el cielo.


¿Por qué la plegaria breve de una sola sílaba atraviesa el cielo? Seguramente, porque se dice de todo corazón, con la altura, profundidad, duración y amplitud del espíritu de quien reza. Con la altura, porque se dice con toda la fuerza del espíritu; con la profundidad, porque todo lo que el espíritu conoce está contenido en esta pequeña sílaba; con la duración, porque siempre debe vivir sentirlo como lo siente ahora y llamar a Dios como ahora lo llama; con la amplitud, porque extiende a los demás hombres lo que quiere para sí mismo.

En semejante momento, el alma comprende -tal vez no del todo, sino tanto como pueda en este estadio de la contemplación- lo que san Pablo y todos los santos dicen al respecto, esto es, qué son la duración, altura, amplitud y profundidad de dios, que es eterno, todo amor, omnipotente y omnisciente. La eternidad de Dios es su duración; su amor, su amplitud; su poder, su altura; y su sabiduría, su profundidad. No es extraño que el alma, que ha sido modelada por la gracia a imagen y semejanza de Dios, su creador, sea escuchada por Él con tanta preteza, incluso cuando se trata de un alma realmente pecadora, que es tanto como decir un alma enemiga de Dios. Si el alma grita por medio de la gracia una palabra de una sílaba con la duración, altura, amplitud y profundidad de su espíritu, Dios siempre escuchará este grito angustioso y lo auxiliará.

Un ejemplo nos lo mostrará. Si oyeras a tu mortal enemigo que grita aterrorizado desde lo más profundo de su ser una de estas palabras breves, ya sea "Fuego" o Socorro", tú, sin reparar en que se trata de tu enemigo y movido solo por la piedad que despierta este grito desesperado, te levantarías, aunque fuera una noche de invierno, y lo ayudarías a escapar del fuego, lo calmarías y lo tranquilizarías para que desapareciera su angustia. ¡Oh, Señor, si la gracia puede hacer que un hombre se vuelva tan piadoso como para mostrar tan gran misericordia y piedad hacia el enemigo pese la enemistad, qué misericordia y piedad no mostrará Dios ante el grito espiritual de un alma, cuando este grito provenga de su altura, profundidad, amplitud y duración! Dado que Dios posee en su naturaleza todo lo que el hombre adquiere por medio de la gracia, y dado también que el atributo natural de una cosa la hace fondamentalmentemás más afín a las cosas eternas que el atributo que se concede después mediante la gracia, la misericordia de Dios será incomparablemente mayor.

miércoles, 2 de junio de 2010

La nube del no saber │ cap. 37

Sobre las plegarias propias del contemplativo.


Así como las meditaciones de quienes aspiran a convertirse en contemplativos aparecen sin previo aviso, también sus plegarias. Por supuesto, me refiero a las plegarias personales, no a las que ha establecido la Santa Iglesia, pues el aprecio que sienten los verdaderos contemplativos por tales plegarias no puede ser mayor; por eso se sirven de ellas, tal como hicieron con anterioridad los Santos Padres y de acuerdo con las reglas que establecieron. Sin embargo, las plegarias personales de los contemplativos se elevan con espontaneidad hacia Dios, sin ningún tipo de premeditación, ni antes ni durante la plegaria.

Cuando rezan con palabras, cosa que rara vez sucede, usan muy pocas; cuantas menos, mejor. Una palabra breve de una sílaba es preferible a una de dos sílabas y está más en concordancia con el trabajo espiritual, ya que el contemplativo debe vivir siempre en la cima más alta del espíritu.

Podemos ilustrar esta idea fijándonos en la naturaleza. Si un hombre o mujer se ven amenazados de repente por el fuego, la muerte o cualquier otro peligro, se verán impelidos por necesidad en medio de su angustia a gritar o rezar con premura pidiendo ayuda. ¿Y cómo lo harán? Sin duda, no con un torrente de palabras, ni siquiera con una sola palabra de dos sílabas. ¿Por qué? Porque pensarán que de este modo tardan demasiado tiempo en manifestar la urgente necesidad y agitación en la que están. Por tanto de su terror saldrá una sola palabra y tendrá una sola sílaba: puede que griten "¡Fuego!" o "¡Socorro!", por ejemplo.1

Del mismo modo que estas palabras breves alertan a quienes las escuchan y traspasan los oídos con mayor rapidez, así sucede con la palabra de una sílaba que no expresa meramente algo que se dice o piensa sino una intención que proviene de la profundidad de nuestro espíritu, que es lo mismo que decir que proviene de la altura de nuestro espíritu, pues, en esta materia, altura, profundidad, duración y amplitud significan lo mismo.2 Y semejante palabra traspasará los oídos de Dios Todopoderoso con mayor rapidez que cualquier largo salmo recitado de manera irreflexiva. Por eso está escrito que "la plegaria breve atraviesa el cielo". 3

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1. En inglés, las palabras fire ("fuego") y help ("socorro") son monosílabas.
2. En inglés, las palabras height ("altura", "cima", "cúspide"), depth ("profundidad", "fondo"), legth ("longitud", "extensión", "duración") y breadth ("anchura", "amplitud") son también monosílabas.
3. Cf. Si 35:16, donde se dice: "La oración del humilde atraviesa las nubes".

miércoles, 19 de mayo de 2010

La nube del no saber │ cap. 36

Sobre la forma de meditar del contemplativo.


Sin embargo, este no es el caso de quienes practican la contemplación, esto es, los lectores del presente libro. Para éstos la meditación es un repentino reconocimiento y una vacilante toma de conciencia de su propia miseria y la bondad de Dios, por así decirlo. No ha mediado ninguna lectura previa procedente de lecturas o sermones ni ninguna meditación especial ni nada parecido. Tal percepción y toma de conciencia repentinas se aprenden mejor de Dios que de los hombres. En esta etapa, no me preocupa en absoluto que no tengas otras meditaciones sobre tu propia miseria o la bondad de Dios -asumo que es la gracia de Dios quien te mueve en este asunto, bajo la guía espiritual adecuada- que las que provengan de palabras como "pecado", "Dios" u otras similares de tu propia elección. No analices estas palabras ni las expliques mediante fantasías de la inteligencia, como si el hecho de considerar sus partes constituyentes tuviera como efecto que tu devoción se incrementara. Durante la contemplación, nunca debes intentar nada parecido. Por el contrario, toma las palabras tal cual son, por entero. Entiende la palabra "pecado" como una masa informe, sin considerar ninguna parte en concreto, pues no es otra cosa que tú mismo. Creo que esta conciencia casi intuitiva del pecado, que has solidificado con la masa informe de una palabra y no es otra cosa que tú mismo, te convertirá en el más demente de los hombres de la tierra y el más necesitado de compostura, pero nadie que te observe lo adivinará por tu apariencia: tendrás costumbres sobrias, no dejarás que tu expresión trasluzca nada y actuarás como debe ser, con perfecta calma, ya sea al sentarte, caminar, tenderte, relajarte, estar de pie o arrodillarte.

sábado, 15 de mayo de 2010

La nube del no saber │ cap. 35

Las tres cosas que el principiante debe practicar son la lectura, la reflexión y la plegaria.


No obstante, existen algunas ayudas de las que debe servirse el principiante que se inicia en la contemplación, a saber, el Estudio, la Meditación y la Oración, o, como se las denomina con más ferecuencia, la Lectura, la Reflexión y la Plegaria. Estas tres ayudas han sido tratadas en un libro escrito por otro autor mucho mejor de lo que yo puedo hacerlo aquí y, en consecuencia, no es preciso que me extienda sobre ellas, salvo para decirte esto: tales ayudas se encuentran tan entrelazadas que los principiantes o iniciados -pero no los perfectos, me refiero en el nivel humano, claro está- sólo pueden alcanzar la reflexión si primero se dedican a la lectura o la audición. Sucede lo mismo con todos los hombres: los clérigos leen libros y los hombres comunes "leen" a los clérigos cuando les escuchan predicar la palabra de Dios. Tanto los principiantes como los iniciados no pueden rezar sin antes haber reflexionado.

Haz la prueba: la palabra de Dios, ya sea escrita o pronunciada, puede compararse con un espejo. Desde el punto de vista espiritual, el "ojo" de tu alma es la razón: la conciencia, tu "rostro" espiritual. Así como no puedes ver ni saber si hay alguna mancha en tu rostro sin la ayuda de un espejo o alguien que te lo diga, lo mismo sucede espiritualmente cuando el alma está cegada por sus frecuentes pecados, ya que le resulta imposible ver la mancha que hay en su conciencia sin leer o escuchar la palabra de Dios.

De esto se sigue que, cuando un hombre ve en qué parte del rostro se encuentra la mancha, gracias al espejo o porque alguien se lo dice -y esto es verdad tanto espiritual como literalmente-, es entonces y no antes que corre a la fuente para lavarse. Si la mancha es el pecado deliberado, la "fuente" es la Santa Iglesia y el "agua" la confesión, con todo lo que comporta. Si se trata de un pecado profundamente arraigado que produce impulsos malvados, entonces la "fuente" es Dios misericordioso y el "agua" la plegaria, también con todo lo que comporta. Por consiguiente, vemos que los principiantes y iniciados no pueden reflexionar sin haber leído o escuchado primero, y que no pueden rezar sin haber reflexionado antes.

martes, 4 de mayo de 2010

La nube del no saber │ cap. 34 (2 de 2)


Ten cuidado con el orgullo: es una blasfemia contra Dios y sus dones, y fomenta pecadores. Si eres en verdad humilde sentirás lo mismo que yo acerca de la vida contemplativa, esto es, que Dios la conceda libremente, con independencia de los méritos. El regalo divino de la contemplación es tal que, cuando se hace presente, el alma es capaz tanto de practicarla como de saber que la está practicando. Es imposible conseguirlo por otro camino. La capacidad para la contemplación es una con la propia contemplación, de manera que sólo será capaz de practicarla quien sienta que puede. Nadie más lo será. Sin esta obra previa de Dios es como si el alma estuviera muerta, incapaz de codiciar o desear esta tarea. Puesto que la quieres y la deseas, es evidente que ya la posees, aunque no sean ni tu deseo ni tu voluntad los que te muevan, sino alguna cosa que ignoras por completo e incita tu voluntad y deseo sin que sepas lo que es. Por favor, no te preocupes si nunca logras saber nada más sobre ello, pero sigue adelante sin desmayo para continuar progresando.

En suma, deja que esta cosa se ocupe de ti y sea ella quien te guíe. Deja que sea activa, y sé tú pasivo. Obsérvala si es tu deseo, pero déjala actuar por sí misma. Aun cuando tu intención fuera ayudarla, no interfieras, por miedo a estropearlo todo. Sé el árbol; deja que sea el carpintero. Sé la casa; deja que sea el huésped que la habita. Dispónte a ser ciego y rechaza todo deseo de saber por qué y cómo, pues en este caso el conocimiento será más un obstáculo que una ayuda. Basta con que puedas sentirte movido con amor por lo que desconoces. No albergues ningún otro pensamiento auténtico respecto a nada que no sea Dios en este apremio interior y que tu deseo se vuelva hacia Él con sencillez y firmeza.


Y si obras así, puedes confiar en que será el mismo Dios quien moverá tu deseo y voluntad, y lo hará sin intermediarios. No debes sentir temor alguno, pues el diablo no podrá acercársete. El demonio sólo puede sembrar cizaña muy de vez en cuando en la voluntad de un hombre, y sólo desde muy lejos, no importa cuán astuto sea. Sin una causa suficiente, ni siquiera un ángel bueno puede influir directamente en tu voluntad. Dios es el único que puede hacerlo. A través de lo que he escrito aquí, puedes comprender -¡aunque lo harás con mucha más claridad a través de la experiencia!- que los hombres llegan a la contemplación de la manera directa, sin que intervengan "ayudas". Toda ayuda beneficiosa depende de esta causa suficiente, aunque dicha causa no dependa de ayuda alguna ni haya otras ayudas que puedan conducirnos a ella.

lunes, 3 de mayo de 2010

La nube del no saber │ cap. 34 (1 de 2)

Dios concede su gracia directa y plenamente; no puede ganarse.


Si me preguntas cómo puedes comenzar, rezaré a Dios Todopoderoso para que sea Él mismo quien te lo diga en su gracia y generosidad. En realidad, es bueno que comprendas que no puedo enseñártelo, lo que no tiene nada de extraño, pues es una tarea que sólo compete a Dios, quien intencionadamente la lleva a cabo en las almas que escoge, sin reparar en los méritos que puedan tener dichas almas en particular.

Sin la ayuda de Dios, ni siquiera los santos y ángeles podrían pensar en anhelarla. Creo que Nuestro Señor está dispuesto a realizar esta obra tanto en quienes han sido pecadores durante toda su vida -de hecho, tal vez mejor dispuesto incluso- como en quienes comparativamente nunca lo agraviaron en exceso, y hacerlo con la misma presteza y asiduidad. Obra así para que podamos reconocer que Él es omnipotente y todo misericordia, y porque Él hace lo que le place, donde y cuando le place.

Ahora bien, por más que no haya alma alguna, sea o no pecadora, que albergue dicha gracia a menos que la gracia de Dios la ayude, Él no la concede ni comienza su obra si el alma no está dispuesta a recibirla. Dicha gracia no se da por ser inocente ni se niega por ser pecador. Presta atención a que digo "negar" y no "quitar". Debemos tener cuidado en no equivocarnos al respecto, pues, cuanto más cerca estemos de la verdad, más vigilantes debemos ser con el error. Aunque creo que me expreso con claridad, si adviertes que en este punto no puedes entender lo que digo, déjalo a un lado hasta que Dios te lo enseñe y no te preocupes.