a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _


martes, 4 de mayo de 2010

La nube del no saber │ cap. 34 (2 de 2)


Ten cuidado con el orgullo: es una blasfemia contra Dios y sus dones, y fomenta pecadores. Si eres en verdad humilde sentirás lo mismo que yo acerca de la vida contemplativa, esto es, que Dios la conceda libremente, con independencia de los méritos. El regalo divino de la contemplación es tal que, cuando se hace presente, el alma es capaz tanto de practicarla como de saber que la está practicando. Es imposible conseguirlo por otro camino. La capacidad para la contemplación es una con la propia contemplación, de manera que sólo será capaz de practicarla quien sienta que puede. Nadie más lo será. Sin esta obra previa de Dios es como si el alma estuviera muerta, incapaz de codiciar o desear esta tarea. Puesto que la quieres y la deseas, es evidente que ya la posees, aunque no sean ni tu deseo ni tu voluntad los que te muevan, sino alguna cosa que ignoras por completo e incita tu voluntad y deseo sin que sepas lo que es. Por favor, no te preocupes si nunca logras saber nada más sobre ello, pero sigue adelante sin desmayo para continuar progresando.

En suma, deja que esta cosa se ocupe de ti y sea ella quien te guíe. Deja que sea activa, y sé tú pasivo. Obsérvala si es tu deseo, pero déjala actuar por sí misma. Aun cuando tu intención fuera ayudarla, no interfieras, por miedo a estropearlo todo. Sé el árbol; deja que sea el carpintero. Sé la casa; deja que sea el huésped que la habita. Dispónte a ser ciego y rechaza todo deseo de saber por qué y cómo, pues en este caso el conocimiento será más un obstáculo que una ayuda. Basta con que puedas sentirte movido con amor por lo que desconoces. No albergues ningún otro pensamiento auténtico respecto a nada que no sea Dios en este apremio interior y que tu deseo se vuelva hacia Él con sencillez y firmeza.


Y si obras así, puedes confiar en que será el mismo Dios quien moverá tu deseo y voluntad, y lo hará sin intermediarios. No debes sentir temor alguno, pues el diablo no podrá acercársete. El demonio sólo puede sembrar cizaña muy de vez en cuando en la voluntad de un hombre, y sólo desde muy lejos, no importa cuán astuto sea. Sin una causa suficiente, ni siquiera un ángel bueno puede influir directamente en tu voluntad. Dios es el único que puede hacerlo. A través de lo que he escrito aquí, puedes comprender -¡aunque lo harás con mucha más claridad a través de la experiencia!- que los hombres llegan a la contemplación de la manera directa, sin que intervengan "ayudas". Toda ayuda beneficiosa depende de esta causa suficiente, aunque dicha causa no dependa de ayuda alguna ni haya otras ayudas que puedan conducirnos a ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario