a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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jueves, 28 de julio de 2011

La nube del no saber │ cap. 47

La pureza de espíritu; el contemplativo manifiesta a Dios su deseo de muy distinta manera a como lo manifiesta a los hombres.

No debe sorprenderte que te hable de manera pueril y necia, por así decirlo, sin sentido de la oportunidad. Lo hago por ciertas razones y porque creo que durante un tiempo me he sentido impulsado a sentir, pensar y hablar de esta manera con mis otros amigos especiales en Dios, tal como ahora hago contigo.

Una razón por la que te aconsejo que ocultes a Dios el deseo de tu corazón es la siguiente: creo que es la manera más clara de darle a conocer lo que pretendes, la más beneficiosa para ti y la que con más rapidez colmará tu deseo, más que cualquier otra clase de demostración.

A través de esta "demostración oculta", quiero alejarte asimismo de la violencia de las reacciones emocionales, llevarte hacia la pureza y profundidad de la experiencia espiritual y así ayudarte por fin a atar el nudo espiritual del amor ardiente entre tú y Dios, en identidad espiritual y voluntad armónica con Él.

Sabes muy bien que Dios es espíritu y todo el que quiera unirse con Él debe hacerlo con la verdad y profundidad del espíritu, alejándose de cualquier engaño corporal. Es cierto que Dios lo sabe todo y que ninguna cosa, física o espiritual, puede ocultarse a su conocimiento. Sin embargo, dado que es espíritu, el conocimiento que tiene de las cosas ocultas en las profundidades del espíritu del hombre es incluso más claro y obvio que el que tiene de las entremezcladas con el cuerpo, pues lo físico está más alejado de Dios que lo espiritual en razón de su propia naturaleza. Por este motivo, cabe concluir que estaremos más lejos de Dios si nuestro anhelo contiene todo el tiempo algún tipo de elemento natural -como es el caso cuando nos violentamos y forzamos tanto emocional como espiritualmente en un único y mismo momento-, mucho más de lo que lo estaríamos si contuviera mayor devoción, sobrio entusiasmo, pureza y profundidad espiritual.

Aquí puedes vislumbrar, aunque sólo sea en parte, la razón por la que te digo que disimules y ocultes a Dios el apremio de tu anhelo. No te digo que lo oculte sor completo, ya que recomendarte que hicieras algo imposible sería el consejo de un loco, sino que hagas todo lo que puedas por cubrirlo con un velo. ¿Por qué? Porque quiero que te sumerjas en lo más profundo de tu espíritu, lejos de ninguna adicción mental que lo haga menos espiritual y lo aleje todavía más de Dios. Y porque sé muy bien que, cuanto más espiritual se vuelva tu alma, menos emocionales serán tus deseos; más cerca estará el alma de Dios, más le placerá y más evidente será tu anhelo. No estoy diciendo que haya ocasiones en las que Dios vea con más claridad que otras, pues Dios es inmutable, sino que, dado que es espíritu, el alma se le asemeja más cuanto más pura es en espíritu.

Existe otra razón para decirte que disimules tu deseo todo lo posible. Tú, yo y todos los que son como nosotros tenemos tanta tendencia a concebir el sentido material lo que se nos dice en sentido espiritual que si por ventura te animara para que mostraras a Dios el apremio que hay en tu corazón, lo expresarías de manera física, a través del semblante, la voz, las palabras o algún tipo de acción instintiva del cuerpo, del modo como muestras a un amigo lo que hay en el interior de tu corazón; y, en tal caso, tu acción habría carecido de pureza espiritual, pues el camino para mostrar las cosas a los hombres no es el mismo que para mostrarlas a Dios.

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