a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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domingo, 24 de julio de 2011

La nube del no saber │ cap. 43

Para convertirse en un perfecto contemplativo, el hombre debe abandonar todo conocimiento y conciencia de sí mismo.

Debes procurar que no obre nada en tu mente o voluntad que no sea Dios. Trata de suprimir el conocimiento y la experiencia de cualquier cosa que se encuentre por debajo de Dios, empujándolo hasta lo más profundo de la nube del olvido. En la tarea que te ocupa, debes comprender que tienes que olvidarte tanto de las demás criaturas -incluidas sus acciones ¡y también las tuyas!- como de ti mismo e incluso de las cosas que has hecho por amor a Dios. El camino del amante perfecto consiste no sólo en amar a lo que ama más que a sí mismo, sino también en odiarse a sí mismo por el bien de lo que ama.

Así es como debes actuar respecto a ti mismo. Debes detestar y aborrecer todo lo que permanezca en tu mente y voluntad a menos que sea Dios. De lo contrario, sea cual fuere este pensamiento, se hallará entre tú y Dios. Será frecuente que odies y detestes pensar en ti mismo, ya que siempre sentirás la masa repugnante y nauseabunda de tus pecados -no particularizarás- que se interpone entre tú y Dios, y que esta masa informe eres tú mismo. Tienes que pensar en el pecado como algo que se identifica contigo, inseparable de ti.

Por tanto, aplasta el conocimiento y la experiencia que tengas de las cosas creadas en todas sus formas y, por encima de todo, de ti mismo, pues del conocimiento y la experiencia de ti mismo depende el conocimiento y la experiencia de las demás cosas. En comparación con la experiencia de ti mismo, todo lo demás se olvida con facilidad. Si quieres tomar la molestia de comprobarlo, verás que, cuando hayas olvidado todas las demás cosas y actitudes -incluidas las tuyas-, la conciencia desnuda de tu propia existencia todavía permanecerá entre tú y Dios. Y dicha conciencia debe desaparecer a su vez antes de que experimentes la contemplación en su perfección.

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