a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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lunes, 27 de abril de 2009

Sobre el Universo y el Cosmos: en busca de un origen sin comienzo



Vi varios vídeos en YouTube hablando tanto de la existencia como de la no existencia de Dios.
No sé si estarás de acuerdo que la lógica es bastante simple y lineal (una lógica matemática) que más bien explica una posibilidad.
Se resume en "ninguna causa puede crearse por sí misma, y que tiene que existir una primera causa".
Lo que me parece claro es que hay que remontarse a la eternidad, al "sin inicio", a la causa incausada y, por tanto, sempiterna. Y en ese remontarse aparecen ciertas características necesarias para explicar tal idea que o bien se atribuye a la materia/energía o a un espíritu trascendente. En este último caso aparece espíritu, ya que no es energía/materia, y éste solo puede ser trascendente pues no es una energía inmanente.

En matemáticas a veces se demuestra algo mediante la reducción al absurdo de otras posibilidades.
Ya que esta problemática que causa todas estas argumentaciones es de carácter Occidental. En Oriente pueden haber diversas concepciones de lo eterno pero no hay un conflicto intelectual y racional entre ellas; más bien son culturas o filosofías de vida: son corrientes sapienciales.

Lo que me parece claro es que la negación de Dios es la negación de una caricatura de Dios, una reacción ante una normativa o una moral sin unidad, una disgregación de una concepción unitaria en un conjunto de normas; la reacción ante un Dios con psicología humana y esta un tanto degenerada. Lo cual convierte esta negación en algo que indica cierta higiene mental, pero que no profundiza en la naturaleza de Dios ni depura las deformaciones en su concepción. Y siendo estas deformaciones, o falsas imágenes, antropomórficas, de producción humana, como también afirman y denuncian los ateos.
De ahí que, en mi parecer, el ateísmo es un pensamiento limitado, mutilado, capado.

Se puede ser inmanentista y monista. O se puede ser inmanentista y dualista como las distintas corrientes gnóticas aunadas ahora bajo el concepto New Age.
Pienso que estas teorías son refutables desde sus principios/axiomas y en sus tesis más elaboradas, tanto racionalmente o desde la lógica filosófica como mediante la propia experiencia de la propia naturaleza racional y psicológica, que ahora no voy a desarrollar.
Como Platón, necesito un interlocutor. :)

martes, 14 de abril de 2009

Del reciente terremoto en Italia y el Dios de los ateos



El debate entre ateos y creyentes es eterno. Nadie por debatir ha cambiado de opción.

Ambos usan conceptos que, aunque se representen en la escritura con el mismo símbolo, cada cual está a distinto nivel.
Por ejemplo, me parece que la consciencia persiste aunque se esté anestesiado, dormido o en coma; y distinta es la consciencia de estar despierto y en plenas facultades mentales. Es curioso ver como un ateo se enreda por esta cuestión.

Sobre Dios se pueden decir muchas cosas y, entre otras, se puede hablar de cuál no es su modus operandi.

Cuando un creyente, yo mismo, lee a un ateo en un debate, con argumentos, contra argumentos y refutaciones, tiene la impresión que no han entendido la idea de Dios del creyente y que mezclan cosas que tienen poca relación. Y a mi modo de ver, que no sé si es compartido, los ateos acaban siendo un tanto repetitivos y cansinos. Ya que son ellos quienes interpelan en primer lugar el discurso de un creyente (muy comprensible pues debido a la falta de comprensión "se llevan las manos a la cabeza", como se dice). Eso no es óbice para que el creyente, como cualquier persona, yerre y diga incongruencias. Entonces nos llevamos las manos a la cabeza todos.

No voy a ordenar ideas. Permíteme decir, eso sí, algo de Dios.
De Dios se dice que está en todas partes. Los creyentes lo afirmamos y lo tenemos como verdad. Pero Dios es trascendente y también se podría decir que Dios no está en ningún lugar. De hecho su mano no se ve. Me explico: ningún milagro es algo contundente e irrefutable que fuerce la conversión a la creencia; es más, los creyentes afirmamos que los milagros no son motivos de Fe (ni siquiera la Sábana Santa que todavía no se sabe como fue “pintada”).
Y sin embargo, para necedad y escándalo de los ateos, creemos (al menos los católicos) en un milagro el cual para los ojos y para cualquier instrumental científico no ocurre nada: la Eucaristía.

El asunto no es si "Dios sí" o "Dios no", entre ateos y creyentes. Si los ateos achacan a Dios la permisividad de accidentes, enfermedades, dolores y sufrimientos, no están argumentando la inexistencia de Dios, sino que reniegan de tal Dios. Si su argumentación fuera coherente, en relación al núcleo de su ateísmo, deberían renegar de la misma Materia, del mismo Cosmos, de la misma Naturaleza del planeta Tierra e, incluso, de su propia misma corporeidad.

Los creyentes pueden ofrecer una visión falsa o distorsionada de Dios. Pero el Dios que los ateos creen que creemos los creyentes no existe. Por tanto, difícilmente se puede llegar a buen puerto con un debate en el que metemos a Dios por medio.

Como en el Dios de los ateos nadie cree, los ateos intelectualmente honestos no buscarían los cinco pies al gato ni se detendrían en tantas consideraciones estériles y superfluas.

martes, 10 de febrero de 2009

La nube del no saber │ cap. 14

El pecador sólo puede alcanzar la humildad perfecta a través de la imperfecta.


Si bien la llamo humildad "imperfecta", es cierto que prefiero tener verdadero conocimiento y conciencia de mí mismo tal como soy por este camino que careciendo de él. Creo que dicho camino me conducirá antes a la humildad "perfecta" en sí, a su causa y su virtud, de lo que tardaría en llegar a ella si se aliaran por una parte las huestes celestiales, los santos y los ángeles, y por otra la Santa Iglesia de la tierra, los hombres y las mujeres, religiosos o seglares, en sus diferentes estados, con el fin de que lo consiguiera, y rogaran todos juntos a Dios para que yo pudiera alcanzar la humildad perfecta. Sí, así es, es imposible para un pecador alcanzar o conservar la humildad perfecta sin esta conciencia.

Por tanto, dedica todas tus fuerzas y explora todos los caminos a tu alcance para conocerte y sentirte a ti mismo tal como eres en realidad. Sospecho que no pasará mucho tiempo antes de que llegues al auténtico conocimiento y experiencia de Dios tal cual es. No tal cual es en sí, por supuesto, pues esto es imposible para nadie salvo a Dios, ni tampoco de la manera en que lo harás en el cielo, con el cuerpo y el alma, sino tanto como te sea posible conocerlo y sentirlo por medio de un alma humilde que habita en un cuerpo mortal, y tanto como Él te lo permita, claro está.

No obstante, no vayas a pensar que, dado que sostengo que hay dos causas de la humildad, quiero que dejes a un lado la ardua tarea de la humildad "imperfecta" y te concentres de lleno en la "perfecta". De ninguna manera, ya que jamás podrás alcanzarla por este camino. Si me expreso así es porque quiero contarte, y que lo veas por ti mismo, cuán valioso es este ejercicio espiritual, más que cualquier otro ejercicio físico o espiritual, incluso si el otro se lleva a cabo bajo la inspiración de la gracia, y cómo el amor secreto de un alma purificada, que lucha sin descanso para entrar en esta nube oscura del no saber que media entre tú y Dios, contiene en su interior la perfecta humildad de manera verdadera y perfecta al no buscar otra cosa más que a Dios. Y también porque quiero que sepas en qué consiste la humildad perfecta, la pongas en tu corazón para que la ames, por tu bien y el mío, y te vuelvas todavía más humilde gracias a este conocimiento.

Estoy convencido que el ansia de saber es a menudo causa de no poco orgullo, pues es probable que si no supieras qué es la humildad perfecta pensaras que casi la habías alcanzado en el momento de poseer algún conocimiento y experiencia de lo que yo llamo humildad imperfecta. De este modo, te engañarías a ti mismo creyéndote por completo humilde cuando en realidad estaría devorándote un orgullo abominable. Por tanto, pon todo tu empeño en lograr la humildad perfecta, ya que su naturaleza es tal que quien la posee deja sencillamente de pecar durante el tiempo que la posee, y tampoco peca demasiado después, cuando pasa el tiempo de poseerla.

viernes, 6 de febrero de 2009

Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2009

"Jesús, después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre" (Mateo 4, 2).


He aquí unos retales del mensaje que ha escrito Benedicto XVI para la Cuaresma 2009 cuyo título es el resaltado al principio del post. El mensaje completo lo puedes leer en Zenit.


Leemos en el Evangelio: "Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre" (Mt 4,1-2). Al igual que Moisés antes de recibir las Tablas de la Ley (cfr. Ex 34, 8), o que Elías antes de encontrar al Señor en el monte Horeb (cfr. 1R 19,8), Jesús orando y ayunando se preparó a su misión, cuyo inicio fue un duro enfrentamiento con el tentador.

El verdadero ayuno, por consiguiente, tiene como finalidad comer el "alimento verdadero", que es hacer la voluntad del Padre (cfr. Jn 4,34). Si, por lo tanto, Adán desobedeció la orden del Señor de "no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal", con el ayuno el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y misericordia.

Está claro que ayunar es bueno para el bienestar físico, pero para los creyentes es, en primer lugar, una "terapia" para curar todo lo que les impide conformarse a la voluntad de Dios. En la Constitución apostólica Pænitemini de 1966, el Siervo de Dios Pablo VI identificaba la necesidad de colocar el ayuno en el contexto de la llamada a todo cristiano a no "vivir para sí mismo, sino para aquél que lo amó y se entregó por él y a vivir también para los hermanos" (cfr. Cap. I).

(...) el ayuno representa una práctica ascética importante, un arma espiritual para luchar contra cualquier posible apego desordenado a nosotros mismos.

Queridos hermanos y hermanas, bien mirado el ayuno tiene como último fin ayudarnos a cada uno de nosotros, como escribía el Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II, a hacer don total de uno mismo a Dios (cfr. encíclica Veritatis Splendor, 21).

jueves, 5 de febrero de 2009

El silencio de un monje

Son palabras de Fr. Ramón de la Cruz que recojo en este blog de El ciervo.


Escribo desde un monasterio escondido en medio de las montañas. Es un monasterio que representa toda una tradición de silencio y soledad. Durante siglos los monjes del mundo entero nos hemos apartado a la soledad por considerar de gran valor el silencio. La ciudad, antes y ahora, han sido siempre símbolos del ruido y el ajetreo, aunque sean sólo el modo exterior de nuestros ruidos más profundos.

El hombre moderno de hoy busca nuestro espacio tranquilo como un refugio. Se podría decir que es él, y no nosotros, el que huye del mundo, de su ruido, de su prisa, del estrés que lo llena todo. Hoy el monasterio silencioso supone una fuga mundi del hombre y mujer de la calle. También lo es la casa rural, el paseo por la montaña, y tantas formas actuales de turismo.

En esta huida, la mayoría intuyen el valor del silencio, su poder sanador. El silencio hoy se busca como una terapia que pueda reparar nuestro cerebro lleno de preocupaciones y prisas. Pero todos saben que ese espacio silencioso es sólo un breve descanso; la vida de cada día, con su desenfreno, se acaba imponiendo siempre. Y cuando la huida de la ciudad no es posible, entonces se buscan en ella espacios de relax, grupos de meditación, de yoga, todo con el fin de poder sobrevivir.

Pero el silencio de los monjes no está hecho para calmar la mente, no supone una experiencia de relajación, una dormidera ante el agobio de la vida. La pedagogía del silencio monástico está estudiada para aprender a escuchar. Por eso en el monasterio el silencio no es un absoluto, es sólo una condición para estar atentos. Este no es un silencio fácil, pues siempre están ante nosotros el ruido de los pensamientos y de las pasiones más bajas, los deseos ocultos que nos esclavizan.

El monje en su celda, sin distracción alguna, trabaja laboriosamente por abrirse paso en medio de sus propios ruidos. El silencio externo, el más visible y románticamente atractivo para muchos, esconde toda una lucha en la que el solitario se debate. Lo que sostiene al monje en esta lucha es una pasión irrefrenable, aunque no siempre perceptible: la de escuchar, en el mismo silencio, una Palabra de sentido, una Palabra eterna. San Juan de la Cruz lo dice bella y profundamente: “Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser oída del alma”.

El silencio monástico no ofrece al mundo de hoy un espacio meramente terapéutico, aunque esto tenga su valor. Sino la condición para escuchar desde lo más profundo del universo y de nosotros mismos la Palabra que nos diga quiénes somos, hacia dónde vamos. Cuando la mente y el corazón se vuelven verdaderamente silenciosos, la Palabra eterna de Dios se hace presente: “Cuando un silencio sereno lo envolvía todo, y la noche llegaba a la mitad de su carrera, tu palabra omnipotente se lanzó desde los cielos” (Sabiduría 18,14-15). Y entonces ya no es necesario huir de las ciudades para experimentar el silencio, nos acompaña siempre.

martes, 3 de febrero de 2009

La nube del no saber │ cap. 13

La humildad perfecta y la imperfecta.


Para empezar, examinemos la humildad. Vemos que es "imperfecta" cuando nace de una mezcla de motivos, por más que Dios sea su razón principal; y que es "perfecta" cuando Dios es su única causa. Para comprenderla de manera apropiada, debemos saber primero en qué consiste; sólo después seremos capaces de comprender con profundidad cuál es su causa. La humildad en sí misma no es más que el conocimiento y la conciencia auténtica de nosotros mismos, de cómo somos en realidad, pues no hay duda que sólo será en verdad humilde quien vea y sienta cómo es en verdad él mismo. La humildad tiene dos causas. Una es el estado de degradación, miseria y debilidad en que el hombre ha caído por culpa del pecado: debe ser consciente de este estado y no olvidarlo nunca mientras viva, bajo ninguna circunstancia, no importa cuán santo pueda ser. La segunda es el amor y la bondad inconmensurables de Dios mismo: su visión hace que la naturaleza tiemble, los sabios enloquezcan, y los santos y los ángeles se vuelvan ciegos, tanto que si Dios no hubiera mensurado en su divina sabiduría la visión de sí mismo de acuerdo con los demás seres en la gracia, no habría palabras para describir lo que les sucedería.

Esta última causa es la "perfecta"; es eterna. La anterior es "imperfecta": no sólo temporal, sino que acontece a menudo que el alma que habita un cuerpo mortal se vuelve de pronto olvidadiza respecto a sí misma, despreocupándose de si es miserable o santa, debido a que la gracia sólo aviva su anhelo con la frecuencia y durante el tiempo que Dios quiere. Acontezca a menudo o rara vez en el alma preparada, el caso es que la visión de Dios nunca permanece más que un corto espacio de tiempo. Durante este tiempo, el alma es humilde de manera perfecta, pues no conoce ninguna otra causa más que la principal, que es Dios mismo. Sin embargo, cuando conoce y es impulsada por la causa imperfecta, incluso siendo Dios mismo el principal motivo, su humildad continúa siendo imperfecta. Bien es verdad que una humildad semejante es beneficiosa y es preciso sentirla, Dios no permita que me interpretes mal.

domingo, 1 de febrero de 2009

Oración: Instrumento de tu Paz.

Esta oración, al parecer de inspiración franciscana, apareció por primera vez en un semanario católico francés en 1912 y en L'Osservatore romano en 1916 por petición del papa Benedicto XV, quien apreció su mensaje de paz durante la guerra.
La Madre Teresa de Calcuta la recitó al recibir el premio Nobel de la paz en 1979 y reza así:


Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga unión.
Que allá donde hay error, yo ponga verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga alegría.

Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, como consolar,
ser comprendido, como comprender,
ser amado, sino amar.

Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.

viernes, 30 de enero de 2009

La nube del no saber │ cap. 12

Cómo esta tarea elimina todos los pecados y fomenta la virtud.


Por tanto, si quieres mantenerte en pie y no fracasar, no abandones nunca tu firme propósito: golpea con el dardo afilado del amor anhelante esta nube del no saber que se interpone entre tú y Dios. Odia pensar en otra cosa que no sea Dios y no dejes que nada, sea lo que fuere, te distraiga de tu propósito. Sólo así podrás destruir el sustrato y raíz del pecado.

Aunque te dedicaras a prolongados ayunos, posarás la mirada en la lejanía, te levantarás al despuntar el alba, durmieras sobre tablones y arrastraras cadenas -sí, aunque fuera lícito que te arrancaras los ojos, te cortaras la lengua, te taparas la nariz y los oídos, te amputaras los miembros e infligieras a tu cuerpo tanto dolor como te cupiera imaginar, ¡que no lo es!-, ninguna de estas acciones te ayudaría en absoluto. El impulso y el deseo de pecar seguirían acompañándote.

Más aún, por las lágrimas amargas que derramaras por tus pecados y por los sufrimientos de Cristo, o por mucho que pusieras tu pensamiento en las delicias del cielo, ¿qué bien te haría? Me responderás a buen seguro que mucho, que obtendrías con ello considerable ayuda, provecho y gracia. Sin embargo, compáralo con esta ceguera e inconmensurabilidad del amor; sin amor, muy poco puede hacerse. El amor en sí mismo es la "mejor parte" que María eligió. Sin él, el resto carece de valor. Por vía negativa, destruye el fundamento y la raíz del pecado; por vía positiva, proporciona la virtud. Y así debe ser, porque si el amor está realmente presente, incluye en él todas las demás virtudes de manera perfecta y consciente, y tu firme propósito no se ve afectado. Sin él, un hombre puede acumular tantas virtudes como le plazca, más todas estarán mancilladas y desfiguradas; hasta tal punto serán imperfectas.

La virtud no es otra cosa que un afecto ordenado y mesurado, dirigido con sencillez a Dios mismo. Si preguntas cómo se dirige a dios, te responderé que Dios es en sí causa pura de todas las virtudes. Si alguien se viera movido a buscar una virtud particular por una mezcla de motivos, incluso en el caso de que Dios fuera la principal razón de la búsqueda, semejante virtud sería imperfecta. Podemos darnos cuenta si tomamos, a modo de ejemplo, una o dos virtudes, que podrían ser muy bien el amor y la humildad, pues quien las posee de verdad no necesita ninguna otra: las posee todas poseyendo a ambas.

jueves, 29 de enero de 2009

La nube del no saber │ cap. 11

Deben medirse los pensamientos e impulsos, y evitarse la negligencia respecto al pecado venial.


No digo esto porque crea que tú o cualesquiera de los otros de los que he hablado antes seáis culpables o estéis poseídos por estos pecados, sino porque quiero que sopeses con cuidado cada uno de dichos pensamientos e impulsos y te esfuerces en destruirlos tan pronto como aparezcan y pongan ante ti la posibilidad de pecar. Es por eso que te digo lo que sigue: quien no valore ni considere la importancia de tales pensamientos cuando aparezcan, por más que para él no sean pecaminosos, no podrá evitar caer en el pecado venial. Nadie puede sustraerse al pecado venial en esta vida mortal. Sin embargo, los verdaderos discípulos de la perfección deben evitar siempre las imprudencias que pueden llevarlos a caer en él. ¡Si no las evitan, no debe resultarles sorprendente que pronto caigan también en un pecado mortal!

miércoles, 28 de enero de 2009

La nube del no saber │ cap. 10

Cómo saber si los pensamientos son pecaminosos y, en caso de serlo, si el pecado es mortal o venial.


Ahora bien, no sucede lo mismo con todos y cada uno de los recuerdos que tenemos de una persona viva o cosa, pues no puede considerarse pecado un pensamiento espontáneo, que brota sin que lo esperemos ni advirtamos. Si quieres, puede calificarse de pecaminoso en el sentido de que es resultado del pecado original, que te ha privado del poder sobre la totalidad de tus pensamientos, por más que te purificaras de esta culpa cuando te bautizaron. Sin embargo, sólo se convertirá de verdad en pecado si no abandonas de inmediato el impulso repentino, ya que tu interés natural no tardará en sentirse atraído por él. Puede que se trate de algo que te plazca, agrade o agradara en el pasado; o puede que se trate de un reproche sobre algo que te apene o apenara en otro tiempo. Para los hombres o mujeres que aún viven en pecado mortal, este interés puede resultar mortalmente pecaminoso; no obstante, para ti y todos aquellos que se han retirado del mundo con devoción y viven con devoción bajo la obediencia de la Santa Iglesia -en la forma que sea, pública o privada-, intentando ser guiados no por la voluntad propia o los conocimientos que poseen sino por los de sus superiores, ya sean religiosos o seglares, para éstos, digo, ni dicha satisfacción natural ni dicha pena son otra cosa que pensamientos veniales. La razón por la que solo son veniales es que, cuando entraste bajo la guía y los conocimientos de algún discreto padre en el estado en el que ahora permaneces, tu intención se enraizaba y fundaba en Dios.

Aun así, si das cabida a lo que por naturaleza te complace o te apena y no haces el menor esfuerzo por reprimirlo, sucederá que se enraizará en lo más íntimo de tu ser, en tu voluntad, que al final consentirá. Entonces se convertirá en pecado mortal. Es lo que ocurre cuando tú o cualesquiera de los demás a quienes me he referido evocáis por propia voluntad el recuerdo de algo o alguien. Puede que sea algo que te apene o haya apenado, y entonces montarás en cólera y clamarás venganza: es la Ira. Puede que sea algo que desprecies y aborrezcas, y te inspire rencor e intransigencia: es la Envidia. O puede que las personas y las cosas buenas sólo te inspiren desidia y aburrimiento: es la Pereza.

Puede que se trate de algo placentero, ya sea actual o pasado, que te lleva a sentir un deleite pasajero cuando piensas en ello, sea lo que fuere. En consecuencia, fijarás allí tu morada, así como tu corazón y voluntad, y regresarás siempre allí en busca de alimento; entonces te parecerá que no hay nada mejor que vivir en paz y quietud con esa cosa placentera. En tal caso, puede que el pensamiento que evocas o abrigas de manera deliberada -y que has convertido en hogar feliz- se vincule con la sabiduría o las dotes naturales, con la posición o el encanto personal, con la belleza o sus adornos: es la Soberbia. Puede que se trate de algo relacionado con las cosas mundanas, la riqueza, las posesiones o los dominios: es la Avaricia. Quizás sea algún manjar o bebida, o cualquier otra cosa que deleite nuestro paladar: es la Gula. Y puede que sea el amor o los placeres, los devaneos amorosos, las adulaciones o las lisonjas, tanto si se refieren a ti como a algún otro: es la Lujuria.

martes, 27 de enero de 2009

La nube del no saber │ cap. 09

En la contemplación, todo recuerdo, incluso el de las cosas más sagradas, es más un obstáculo que una ayuda.


Por tanto, es preciso que reprimas tanto como sea posible el trabajo vigoroso de la imaginación, que tan activa se muestra siempre que te dispones a acometer esta ciega contemplación. Si no la aniquilas, ella te aniquilará. Aunque pienses a menudo que habitas en esta oscuridad y sólo Dios ocupa tu mente, si lo consideras con detenimiento verás que tu mente no está en absoluto ocupada en esa oscuridad, sino dedicada con firmeza nada menos que a Dios. Y si es así, puede considerarse que un pensamiento semejante se halla de momento por encima de ti, situado entre tú y Dios. Procura, pues, apartar tu mente de tales meditaciones, por muy santas y agradables que te parezcan. Recuerda esto: resulta mucho más provechoso para la salud de tu alma, es más valioso y place más a Dios y las huestes celestiales -sí, ayuda más a tus amigos, materiales o espirituales, vivos o muertos-, que mantengas este ciego e inconmensurable amor hacia Dios mismo, este secreto amor que se abre paso a través de la nube del no saber, que el hecho de que te extasíes contemplando y admirando a los santos y ángeles del cielo, así como escuchando los dulces cantos de los bienaventurados.

No te sorprendas por lo que te digo. Si lo ves una vez -cosa que puedes hacer por la gracia-, te dejas capturar y lo sientes, siempre seguirás viéndolo. Sin embargo, ten por seguro que nunca tendrás una visión diáfana de Dios en esta vida. Sólo podrás tener conciencia de Él si así desea concedértelo por medio de su gracia. Eleva, pues, tu amor hacia esta nube; o, para ser más exactos, deja que Dios atraiga tu alma hacia esta nube. Y esfuérzate, mediante su gracia, en olvidar todo lo demás.

Puesto que si un simple pensamiento sin importancia que aparece de improviso en tu mente provoca que te alejes de Dios más de lo que querrías -interponiéndose entre tu camino y mermando tu capacidad para sentir su amor-, ¿cuánto más no te frustrará el pensamiento que retienes y alimentas a voluntad? Y si esto es cierto cuando te encuentres pensando acerca de los santos o de cualquier otro objeto espiritual beneficioso, ¿cuánto mayor no será la dificultad cuando te detengas a pensar en la mísera existencia de los simples mortales, o en otros asuntos terrenales y materiales?

No estoy diciendo que sea malo el pensamiento espontáneo en torno a cualquier cosa buena y espiritual que requiera la atención de la mente y la voluntad, o algún otro que invoquemos de manera deliberada a fin de fortalecer nuestra devoción. Líbreme Dios de que así me interpretes. Lo que digo es que tales pensamientos constituyen más un obstáculo que una ayuda cuando el hombre busca la contemplación, por muy buenos y santos que sean. Es indudable que quien busca a Dios de manera perfecta no encontrará reposo definitivo en la evocación en los ángeles y santos del cielo.

2009, año de oración por la vida (en España)


Comunica hoy la Conferencia Episcopal Española que a partir del 2 de febrero se pone en marcha un año de oración por la vida con el lema "Bendito sea el fruto de tu vientre".
El comunicado es el siguiente:
A propuesta de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, y con el visto bueno del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española (CEE), se ha puesto en marcha un año de oración por la vida que, desde este mes de enero, pretende, según palabras de Juan Pablo II en la Evangelium Vitae que "en cada comunidad cristiana, con iniciativas extraordinarias y con la oración habitual, se eleve una súplica apasionada a Dios, Creador y amante de la vida".

Para ello, y con el objetivo de facilitar la oración personal y comunitaria, la citada Subcomisión ha preparado unos materiales (cartel, rosario, oraciones por la vida, preces para la adoración ante el Santísimo y para la celebración de la Eucaristía y la liturgia de las horas) que se han enviado a las delegaciones de pastoral familiar de todas las diócesis españolas.

lunes, 26 de enero de 2009

La nube del no saber │ cap. 08 (3 de 3)


Todo lo que el hombre realiza en la parte inferior de la vida activa se encuentra de manera necesaria fuera de él o, por así decirlo, por debajo de él. En la parte inferior -la parte superior de la vida contemplativa-, la actividad del hombre es interior; está dentro de él y, por así decirlo, situada a su nivel. En la parte superior de la vida contemplativa, el hombre logra situarse por encima de sí mismo y no es inferior a nadie, salvo a Dios. Sin duda está por encima de sí mismo, pues su propósito deliberado es ganar mediante la gracia aquello que no puede alcanzar por naturaleza, esto es, la unión espiritual con Dios, ser uno con Él en voluntad y amor.

A mi entender, así como nadie puede poner en práctica la parte superior de la vida activa sin dejar a un lado por un tiempo la parte inferior, tampoco es posible acceder a la parte superior de la vida contemplativa sin dejar a un lado la parte inferior. De manera similar, así como sería impropio y constituiría un obstáculo que el hombre ocupado en la meditación se dedicara a considerar sus "obras externas" -lo que ha hecho o debería hacer, por muy santo que pueda ser-, también resultaría impropio y constituiría un obstáculo que quien debiera estar trabajando en esta divina oscuridad, en el interior de esta nube del no saber cuyo amor nos mueve hacia Dios mismo, permitiera que cualquier meditación o pensamiento sobre los maravillosos regalos de Dios, su bondad o cualquier cosa que Él haya creado, ya sea material o espiritual, se interpusiera entre él y Dios, por muy placenteros e inspiradores que tales pensamientos pudieran ser.

Es por esta razón que te pido que suprimas tales pensamientos insidiosos y los cubras con la espesa nube del olvido, aún cuando sean santos y prometedores para alcanzar tus fines. Sólo el amor es capaz de alcanzar a Dios mismo, incluso en esta vida, mas no el conocimiento. Mientras el alma habite un cuerpo corruptible, la claridad de nuestra comprensión espiritual de Dios, se verá afectada por una especie de distorsión, una distorsión que ocasiona que nuestras obras sean imperfectas, fuente de no pocos errores, y que dejen a un lado la maravillosa gracia de Dios.

sábado, 24 de enero de 2009

"Intocables", no in-acariciables

Comentario a la película "Teresa de Calcuta".


Una gran película para los que saben cuando deben dejarse conmover, sugestionar, emocionar,...

Encuentro cuatro grandes partes en la vida reflejada aquí de la madre Teresa. Primero son los orígenes, las claves de esa "llamada dentro de la llamada". A continuación, cómo se va desarrollando y tomando cuerpo tanto su vocación como su labor. La tercera parte, viene dada por su madurez física, donde es una persona venerable -como comúnmente se dice-.
Y al final llegan unas pinceladas, unos apuntes, de la etapa de la continuidad -es decir, cuando ella nos deja sin su presencia-, tanto de la institución fundada por ella, como la profunda huella de Cristo entre los que han estado codo con codo con ella.

He de reconocer que iba con muchas prevenciones a esta proyección. Pues es difícil que un personaje de la historia reciente al que todos hemos visto y querido sea representado con gusto y acierto, convirtiéndolo como un personaje del celuloide o de otras artes escénicas. Máxime cuando la religiosidad, la espiritualidad y, sobretodo, la caridad, la misericordia y el amor caen tan sutil y fácilmente en falsas concepciones, prejuicios, melosidades y misticismos baratos. Pero a los diez minutos ya estaba metido de lleno en la película.

Quizás la fuerza, el carácter y la fe de nuestra Teresa sean irrepresentables. Aún así, esta película nos trasmite con buen esplendor la grandeza de su personalidad, de sus virtudes, de su pensamiento, de su bondad y belleza interior,... Así como de sus colaboradores e hijas en su congregación.

Y es que la vida de una persona está jalonada de hechos cuyas decisiones tomadas, siendo buenas, están mal a los ojos de algún superior en orden a una organización jerarquizada. Quizás por eso ella siempre fue reacia a hacer de “su” congregación una organización u otras asociaciones paralelas a las que atender (sobretodo por esto, por el estorbo que supone para permanecer entre los pobres siguiendo siendo pobre entre ellos).

Uno de esos hechos es el detonante del itinerario aventurero de nuestra querida Madre. ¿Acaso la ética o la moral tiene en cuenta lo políticamente incorrecto a la hora de valorar los actos? Se consideran los agravantes o atenuantes circunstanciales, pero lo políticamente incorrecto me parece que está más allá de lo que en los manuales “correctos” de moralidad consideran como circunstancias.

No obstante, ya dice mucho de Teresa el decidirse abrir los portones de la calle de su convento en una tremenda trifulca callejera, con tintes de guerra religioso-política, aunque estén llamando desesperadamente. Podrían haber querido asaltar e invadir el convento-escuela. Y ella con su presencia, ¿se vio valiente y capaz para detener tal marabunta con su sola presencia? No pensaría en eso. Ella es sencilla y se fio de los gritos de auxilio. Gracias a Dios, solo querían atención médica para un malherido.

Pero lo políticamente incorrecto no es esto. El caso es que el herido era hindú, facción social enfrentada encarnizadamente contra los musulmanes. Y ellas eran unas monjas católicas, sin más protección que su rosario y éstos hubieran podido tomarlas como enemigas. Aún así, ella sólo velaba por la vida del herido.

¿Cuál fue la solución? Mandarla a pasar unos días en otra comunidad religiosa. Sin que sea castigo, pero que al menos lo parezca, debe parecerlo.
Nunca nos acabamos de liberar del guardar políticamente las buenas apariencias, especialmente de los que ostentan alguna responsabilidad.
Ya lo decía mi abuelo: "Hay que rendir más cuenta a los hombres que a Dios".

Este hecho ya impresiona, independientemente de la técnica cimenatográfica y de la interpretación de los actores que en toda la obra quedan en un muy segundo plano. El guión y la misma historia siempre se imponen y, además, es lo que posibilita un buen trabajo tanto al director y como a los actores.
Más allá de creencias y posturas filosóficas, la Teresa de la película interesa a todos. Tenemos mucho que aprender de ella.

viernes, 23 de enero de 2009

La nube del no saber │ cap. 08 (2 de 3)


Si me preguntas por qué debes regalarlo a la nube del olvido, aun cuando sea bueno en lo fundamental y tan útil y provechoso si se usa bien te replicaré que en la Santa Iglesia se dan dos formas de vivir. Una es la vida activa; la otra, la vida contemplativa. La vida activa es la inferior; la contemplativa, la superior. La vida activa también tiene dos partes, una inferior y otra superior; asimismo, la contemplativa también tiene dos partes, una superior a la otra. Estas dos formas de vivir están vinculadas entre sí, y por más que sean distintas, la una depende de la otra, pues lo que denominamos parte superior de la vida activa se corresponde con la parte inferior de la vida contemplativa. Nadie puede ser del todo activo sin ser en parte contemplativo, ni del todo contemplativo sin ser en parte activo, al menos en este mundo. La vida activa comienza y finaliza en esta vida; no así la contemplativa, que se inicia en esta vida y prosigue en la eterna. La parte que escogió María "no le será arrebatada". La vida activa "se afana y se acongoja por muchas cosas"; la contemplativa se asienta con serenidad en una sola.

La parte inferior de la vida activa consiste en actuar con bondad y rectitud en obras de misericordia y caridad. La parte superior -que es la parte inferior de la vida contemplativa- se compone de varias cosas, como la meditación espiritual, la conciencia del propio estado desdichado, la tristeza y el arrepentimiento; asimismo, se compone del estudio comprensivo y compasivo de la pasión de Cristo y de la de sus siervos, y de la gratitud hacia Dios, una gratitud que lo alabe por sus regalos maravillosos, su bondad y sus obras en todas partes de la creación, ya sean materiales o espirituales. Sin embargo, la parte más elevada de la contemplación, al menos como la conocemos en esta vida, se halla por completo sumida en la oscuridad y la nube del no saber, y busca a tientas, como un ciego, con un amor inconmensurable, el ser puro de Dios, a Él y nada más que a Él.

La Iglesia tiene una cara oriental

 
Informa h2onews.org:
Antioquía, desde de los orígenes del cristianismo, es una sede unida de cerca a la Iglesia y a los apóstoles Pedro y Pablo.

Lo ha destacado Benedicto XVI, en el discurso dirigido al nuevo Patriarca de Antioquía de los Sirios, Su Santidad Ignace Joseph III Younan. A la Iglesia siro-católica, Benedicto XVI le ha recordado cómo la comunión eclesial es parte integrante del vínculo en la unidad visible y en la caridad entre el Papa y las Iglesias orientales católicas.

El Papa ha destacado que el mundo oriental, que a menudo vive en Occidente, en la diáspora, tiene un papel importante para recordar al catolicismo latino que la Iglesia vive diferentes tradiciones que tienen que converger al anunciar a Cristo en los nuevos contextos del mundo contemporáneo.

El quid de la no-violencia vs violencia

Como soy amigo de Thomas Merton, traigo una cita de él que tomo del post Bases para el diálogo: H.Nouwen, sobre T.Merton, del blog Amigos de Thomas Merton.
Sólo extraigo del post las palabras de Merton para que no condicione el comentario de Nouwen.

"Por lo tanto, la no violencia implica una clase de valor muy diferente al de la violencia. En el uso de la fuerza, uno simplifica la situación al asumir que el mal que se derrota es conciso, definido e irreversible. De ese modo, sólo queda algo por hacer: eliminarlo. Cualquier diálogo con el pecador, cualquier pregunta acerca de la irreversibilidad de su acto, sólo significan falla y fracaso. El fracaso al eliminar el mal es una derrota en sí misma... La más grande tiranía se basa, por lo tanto, en el postulado de que no debe existir ningún pecado". T. Merton

Hablando de los "media"


También hago eco en este blog del discurso que pronunció este jueves el periodista y escritor José Jiménez Lozano, al recibir el "Premio ¡Bravo!" que le fue otorgado por la Comisión Episcopal Española de Medios de Comunicación Social por su excelente obra literaria y periodística en la que desvela "la permanente exigencia de dignidad y libertad -trascendente e íntima a la vez- que toda persona reclama y le es debida", según indica el acta, publicado íntegro en Zenit. Aquí como muestra unos párrafos:


La idea única, en suma, el objeto reluciente, el personaje con leyenda escandalosa, exótica, o dorada - y todo esto se fabrica perfectamente, y forma parte de la producción de best-sellers, por ejemplo - pasan luego perfectamente por las páginas de los periódicos, por la conversación ante los micrófonos, o ante las cámaras, porque ofrecen un punto único y llamativo externamente con una efectividad hipnótica total, paralizando el sentido crítico totalmente, momento en el cual se ofrece realidad representada o fabricada, más real que la realidad-real. 


Los "media" son así, y así funcionan incluso a su pesar, y vamos a dejar de lado los otros problemas de la sociología de la información que tienen que ver con la ideología o las finanzas. Esto es otro asunto, y estoy planteando las cosas en un plano puramente cultural, y en torno al hecho de que la transmisión cultural va siendo imposible, y muy difícil la transmisión de cualquier realidad que no sea un puro"factum". Y podríamos pensar, por ejemplo, en esa cuestión que a veces sale a colación de la buena imagen o buen "look" atractivo que la Iglesia debería mostrar a través de los medios, y que se lograría fácilmente en cuanto el cristianismo o la Iglesia se transformaran en una empresa o sociedad mundanal de amigos con los valores de los tiempos y todos sus atractivos perfectamente anticristianos. Se recuerda la vieja advertencia de Karl Löwith en los años 30 del pasado siglo:
"La debilidad del cristianismo moderno - tan moderno como poco cristiano- radica en que ha asumido el lenguaje, los métodos, y los resultados de nuestras conquistas seculares, en la ilusión de que los inventos modernos son únicamente medios neutrales que, por fines morales y aún religiosos podrían ser cristianizados. En realidad son el resultado de una extrema mundanidad y una extrema confianza en si mismo"

jueves, 22 de enero de 2009

La nube del no saber │ cap. 08 (1 de 3)

Preguntas que pueden presentarse: la supresión de la curiosidad intelectual y la inteligencia natural, y la distinción de la vida activa y la contemplativa.


Naturalmente, me preguntarás si lo que sigue inmiscuyéndose en tus pensamientos es bueno o malo. "Si fuera malo -dirás-, me sorprendería que aumentara tanto la devoción de los hombres. A veces, como muy bien sé, cuando le prestamos atención nos proporciona un gran estímulo. En algunas ocasiones, me ha hecho derramar lágrimas y sentir piedad por la pasión de Cristo o mi propia desdicha; en otras, me las ha hecho derramar por otros motivos que me parecen también santos y provechosos. Por tanto, no creo que tales ideas sean realmente malas. Y, si son tan buenas y provechosas, resulta de verdad muy extraño que me pidas que las aparte de mí y las confíe bajo esa nube del olvido."

Estoy de acuerdo contigo en que es un asunto de gran importancia, por lo que intentaré responderte lo mejor que pueda, a sabiendas de que te resultará insuficiente. En primer lugar, si me preguntas qué es aquello que se impone en ti al tiempo que te ofrece su ayuda, te responderé que se trata con toda seguridad de la expresión de tu mente normal, la capacidad racional del alma. Y si de nuevo me preguntas si es bueno o malo, te diré que debería ser bueno en lo fundamental, pues la razón es de naturaleza divina. Sin embargo, el uso que hagamos de ella puede ser bueno o malo. Es bueno cuando nos hace contemplar por medio de la gracia la propia desdicha, la pasión de Nuestro Señor, o la belleza y bondad de la obra de Dios en la creación. Entonces, tal como tú sostienes, no es extraño que fomente una gran devoción. Mas la razón se vuelve malvada cuando la inflama el orgullo, el exceso de conocimientos y el saber de los libros, ¡como sucede en caso de tantos clérigos, por ejemplo! Despierta en ellos el ansia de ser famosos, pero no por su ciencia en las cosas divinas y su devoción, sino en su calidad de eruditos arrogantes -¡del diablo!- y maestros -¡de vanidades y mentiras!-. En todos los hombres y mujeres, ya sean religiosos o seglares, la razón normal se torna malvada cuando los convierte en orgullosos de sus logros mundanos; cuando provoca que codicien posesiones, posición, pompa o fama en este mundo.

miércoles, 21 de enero de 2009

La nube del no saber │ cap. 07 (2 de 2)


Así pues, cuando por la gracia sientas que Él te llama para que lleves a cabo esta tarea y sea tu intención responderle, eleva tu corazón hacia Dios con amor humilde. Y quiero decir realmente al Dios mismo que te creó y redimió, y que te llama con generosidad a este estado de vida. No aceptes ningún otro pensamiento sobre Él. Todo depende de tu deseo. Basta con que albergues la intención desnuda de dirigirte a Dios y sólo a Él.

Si quieres resumir dicha intención con una palabra, para retenerla así con más facilidad, elige una que sea breve, con preferencia de una sola sílaba. Cuanto más corta sea la palabra, mejor, pues más afín será a la tarea del espíritu. Que sea una palabra como "Dios" o "Amor". Escoge la que quieras, cualesquiera de las dos o tal vez otra, siempre que sea de una sola sílaba. Y fíjala con presteza en tu corazón, para tenerla siempre a tu disposición. Será tu escudo y tu lanza, tanto en la paz como en la guerra. Con esta palabra golpearás la nube y la oscuridad que se hallan sobre ti. Con ella suprimirás todo pensamiento bajo la nube del olvido, de manera que si alguna vez tienes la tentación de pensar qué es lo que buscas, la palabra te servirá de suficiente respuesta. Y si, pese a todo, sigues pensando como hombre instruido en el significado y análisis de dicha palabra, respóndete a ti mismo que quieres poseerla en su totalidad, no a pedazos o fragmentos. Si te mantienes firme, ten por seguro que este pensamiento desaparecerá. ¿Por qué? Porque te habrás negado a alimentarlo con las dulces ideas de las que hablaba al principio.