a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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viernes, 21 de junio de 2013

Ateísmo vs. conspiranoias. Brujería: diabolismo o ciencia.

 
Perdida la costumbre de escribir desarrollando una idea (extensión del desarrollo: una cuartilla o un folio jeje) y habituado al espiado facebook o al macromaremagnum de los tuits (tuist tuist, baila sin temor, -cantaba alguien), creo q me saldrá un post muy breve, aunque conste de dos partes o sean dos posts en uno. ;)

Recientemente, el sr. ministro Montoro dio la explicación racional del informe de Hacienda Pública a cerca de las compraventas de la infanta Cristina de España.

Un fragmento de la comparecencia del sr. ministro se puede ver en este vídeo: http://youtu.be/FG4pXn5NB-o

Cristóbal Montoro nos insta a no ver fantasmas volando, y dice que solo son errores administrativos. Con el resultado de la investigación, que parece ser q será a la semana que viene, nos hará partícipes de por qué exactamente del contenido técnico de ese error.

Bien. Pues esto es el argumento clásico y típico de un ateo por el cual no da cabida a la existencia de dios. Se ve o hago un croquis? Quien lo necesite que lo pida, por favor.

He de reconocer o recordar (según si quien lo lee me conoce o no) que siempre he sido no-conspiracionista e, incluso, anti-conspiracionista. Con esta crisis que llevamos desde el 2007, me he convertido al conspiracionismo. :)

El conspiracionismo no es una ley universal. Las conspiraciones son múltiples, cada cual única e irrepetible y, además, puede ser hard o light, se las pueden considerar en versión hard o light. Vamos! En el mejor de los casos, la conspiración responde a la pregunta que muchos hemos hecho alguna vez alguno de nuestros círculos: qué se cuece? Solo q le llamamos conspiracionismo por considerar q lo q se cocía era algo en un círculo ajeno a nosotros, como son las altas esferas financieras, sin ir más lejos.

Así pues, el ateísmo es intelectualmente análogo al anticonspiracionismo.

Pasemos al segundo tema. No sin antes decir que no sé cómo introducirlo sin que pueda llevar a equívocos. Así que me tiro a la piscina sin anestesia.

Estaba recordando con un amigo con ironía y sarcasmo los tiempos en que se quemaban a las brujas, aquellos tiempos de la Santa Inquisición, preguntándome el por qué ahora no se queman a las brujas con lo pelmas, pesadas y tercas que son. Comentaba que tenía algunas candidatas a la hoguera y que me hacía cargo lo hartos que pudieran estar de ellas en aquellos tiempos dorados y gloriosos. Repito el tono irónico, sarcástico... y hasta jocoso.

A ver, primero que nadie se me escandalice. Y segundo, quien dice brujas, dice brujos.

Este amigo intentaba responder en tono serio y riguroso. Pero como no sé de historia, no puedo aventurarme a decir nada por lo espinoso y peliagudo del tema, y por las posibles susceptibilidades que puedan saltar sobre este tema.

Extraigo de la charla solo una frase que, al sacarla del contexto (la conversación solo queda entre él y yo), la despersonifico. Y así termino la introducción al tema.

La frase es la siguiente: entonces, las brujerías eran consideradas como diabólicas.

Al oírla (y no voy a desvelar si es por boca ajena o propia) me viene otra vez el argumentario ateísta.

Al margen de la "intención del autor", al leer esta frase, me viene a la cabeza la supuesta función desmitificadora y antimistérica de la ciencia: cienticismo vs. misticismo y pensamiento mitológico.

Así, eliminando el diablo de una parte de la realidad, negando al diablo de una parte de la realidad, desentrañada por la ciencia, estamos dándole más libertad en esos campos precisamente.

Y aquí lo dejo por ahora, que las neuronas (tuyas y mías) se disparan. ;)

Hasta la próxima, que sólo Dios sabe cuándo será. jeje
No te olvides de mandarme buen karma (o no-karma, como gustes), de supervitaminarte y de supermineralizarte.

martes, 12 de febrero de 2013

Fue un Papa de transición?

"(…) por cada día de falta rezad un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria": era mi petición al comenzar el blog.
No espero q lo hayáis cumplido. Pero una oración ahora para 'compensar' me iría muy bien. :)

Con la renuncia papal sigo sin saber qué pensar (por no pensar lo primero q me viene). Y aunque solo sea para esto, rompo el silencio con silencio.

A Benedicto XVI lo vi salir por primera vez al balcón de casualidad en un bar. Era la última persona que esperaba q fuera elegido (así lo manifesté y lo he venido manifestando). No sé por qué, pero así era. Y me produjo una gran grata sorpresa verlo como Papa (no sé por qué, pero así fue).

Sólo hacerme eco de algunos pensamientos q he leído:
  • No es país para viejos.
  • Con esta Curia no se puede.
  • Quo vadis?
  • Sancta María, succurre míseris, iuva pusillanimes, réfove flébiles,...
  • Se quiere hacer pasar lo excepcional por normal.
  • Oremos por el santo Padre...

Hay quien sale al paso diciendo q no es un Papa de transición y lo cierto es que la estela que deja es muy significativa e importante. Su pensamiento, sus enseñanzas, su carácter, su carisma,... y su persona misma tenían que ser 'elevados para atraer'.

Me maravilla ver a Benedicto XVI. Me maravilla ver a Ratzinger Papa. Me maravilla porque no lo veo. Como desde su primer día de pontificado, a la última persona que me imagino como Papa es a él, "un simple y humilde trabajador de la viña del Señor", como dijo al principio.
Dicho de otro modo, tengo la impresión de que es el Papa más genuino que me conste (después de Pedro, claro). Y así, encomiendo por que su sucesor sea mejor en este sentido.

Pero me parece que en el cónclave se elegirá a un cardenal estrella, con enchufes y recomendaciones, que se haya sabido mover, mediático, con carisma de líder según los cazatalentos,... fuerte y contundente según el mundo mundano y político.

Creo a Benedicto XVI. Quizás no haya nacido para lidiar con ciertos sujetos o con ciertos enredos. Quizás se ve mayor, débil, pero con demasiada vida por delante todavía como para terminarla ejerciendo ese ministerio. Él se ha caracterizado por su riqueza de recursos y de lenguaje; y esta 'ultima palabra' suya hace honor a su integridad, genialidad, honestidad, sabiduría, santidad,... a perpetuidad. Lo recordaremos en sus sucesores. Lo tendremos siempre en nuestro corazón que nos lo ha ganado de una manera muy especial.

lunes, 10 de septiembre de 2012

En la opinión pública...

St 2,12-13
Hablad y actuad como quienes han de ser juzgados por una ley de libertad. Pues el juicio será sin misericordia para el que no practicó la misericordia. La misericordia se ríe del juicio.

lunes, 13 de febrero de 2012

La nube del no saber │ cap. 61

Todas las cosas materiales están sometidas a las espirituales y determinadas por ellas de acuerdo con el orden natural, y no al revés.

Sin embargo, siempre que el espíritu nos mueva a hacerlo, será necesario que alcemos los ojos y las manos hacia los elementos del cielo1. Mas no de otro modo, ya que las cosas del cuerpo se rigen por las del espíritu, a las que están sometidas, y no al revés.

Puede encontrarse un ejemplo de lo que digo en la Ascensión de Nuestro Señor: cuando llegó el momento fijado por Él mismo en el que regresó junto al Padre con su cuerpo de hombre –nunca había dejado ni podía dejar de ser Dios–, el hombre con su cuerpo lo siguió en una única persona, y eso gracias al poder de Dios en virtud de que es espíritu. Y la manifestación visible más adecuada para que tal cosa ocurriera era hacia arriba.

Quienes buscan poner en práctica las enseñanzas del presente libro pueden advertir en parte este sometimiento del cuerpo al espíritu. Cuando el alma toma la decisión de comprometerse con esta tarea, lo que ocurre al mismo tiempo es que el cuerpo se sostiene erguido por sí mismo gracias al espíritu y sigue de manera física lo que se ha efectuado de manera espiritual –sin que el discípulo se diera cuenta de ello–, mientras que antes el cuerpo tendía quizás a encorvarse porque le era más fácil. ¡Es lo que corresponde!

Y, dado que es lo que corresponde, el hombre –que posee el cuerpo más correcto de todas las criaturas– no ha sido creado encorvado, como los demás animales, mirando hacia la tierra, sino erguido, mirando hacia el cielo, ya que la apariencia del cuerpo físico refleja el alma espiritual, que debe estar espiritualmente erguida y no encorvada. Observa que he dicho "espiritualmente erguida" y no "físicamente", pues ¿cómo podría esforzarse un alma que por naturaleza carece de cuerpo en erguirse físicamente? Es imposible.

Así pues, ten cuidado en no interpretar en sentido físico lo que se dice en sentido espiritual, por más que nos sirvamos de expresiones materiales como "arriba", "abajo", "dentro", "fuera", detrás", "antes", "este lado" o "aquel lado". Lo más espiritual que quepa imaginar siempre debe expresarse con palabras físicas si es que queremos hablar de ello de alguna manera, ya que el habla es una acción física de la lengua, parte de nuestro cuerpo. Sin embargo, ¿qué importa eso? ¿Acaso quiere decir que entendemos las palabras en un sentido físico? Claro que no: las entendemos en un sentido espiritual.

domingo, 12 de febrero de 2012

La nube del no saber │ cap. 60

El camino más elevado y rápido hacia el cielo se recorre por medio del deseo y no a pie.

Quizás te preguntes cómo he llegado a estas conclusiones, ya que piensas que tienes una prueba real de que el cielo está allá arriba al saber que Cristo ascendió físicamente hacia arriba y que envió luego al Espíritu Santo desde arriba para que lo vieran sus discípulos, tal como había prometido. En consecuencia, piensas, si tienes una prueba semejante ante tus ojos, ¿por qué no debes dirigir tu mente literalmente hacia arriba cuando rezas?

Te responderé lo mejor que pueda, no importa cuán inadecuada sea la respuesta. Dado que era necesario que Cristo ascendiera físicamente al cielo y luego enviara al Espíritu Santo en forma tangible, era más apropiado que esto se produjera "hacia arriba" y "desde arriba" que no "hacia abajo" y "desde abajo", ni tampoco "desde atrás", "desde frente" o "desde los lados". Además de esta cuestión sobre qué era más apropiado sobre sus fines, Cristo no tenía más necesidad de ir hacia arriba que hacia abajo, ya que ambas cosas son muy parecidas. En el cielo, tan cerca se halla espiritualmente lo que está arriba como lo que está abajo, lo que está delante como lo que está detrás, en un lado como otro, ya que si alguien quiere de verdad estar en el cielo, en el acto se halla allí en espíritu. Recorremos con más rapidez el elevado camino que conduce al cielo por medio de nuestros deseos que de nuestros pies. Así lo dice san Pablo de sí mismo cuando afirma que vivimos en el cielo aunque nuestros cuerpos se hallen en realidad aquí en la tierra1, y así lo dicen también muchos otros. San Pablo se refiere al amor y anhelo del cuerpo, que es su vida espiritual. Es indudable que el alma se halla en realidad allí donde se halle el objeto de su amor, tanto como se halla en el cuerpo del que depende y al que da vida2. Por tanto, si queremos ir al cielo espiritualmente, ¡no tenemos por qué forzar nuestro espíritu hacia arriba ni hacia abajo ni hacia los lados!

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1. Cf. Flp 3:20
2. Cf. Pseudo-Dionisio, De divinis nominibus, III, 1.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Feliz y entrañable Natividad




Premio al mejor actor: al baby, al nadó, al bolqueret.
Premio al especialista más arriesgado: al burro.
Premio al efecto especial más oportuno: al golpe de viento q se lleva el presente del reyezuelo desanimado.
Premio a la mejor animación de lo inanimado: al presente del rey pequeñito: 'se va' rodando duna abajo y q 'se cae' en el portal.
Premio al mejor galán de la creación: a san gabriel, le pone los cuernos a josé, se lo cuenta y lo deja más feliz q unas pascuas (nunca mejor dicho :) ).
Oscar honorífico: a la mejor estrella fugaz de la historia del cine en su momento estelar cuando pasa por detrás de los reyecetes.
Premio al esfuerzo dramático: a la posadera.
Premio al aura más conseguida: a la del querubín junto a la estrella en la reunión del portal.


Y ahora otro por si quieres más ternura.

domingo, 18 de diciembre de 2011

La nube del no saber │ cap. 59

Tampoco la Ascensión de Cristo debe tomarse como ejemplo literal. En la contemplación, deben olvidarse el tiempo, el lugar y el cuerpo.


Y, si vas a hablarme de la Ascensión del Señor y decirme que tiene un significado tanto físico como espiritual, visto que fue su cuerpo físico el que ascendió y que es tanto Dios verdadero como Hombre verdadero, te responderé que Nuestro Señor había estado muerto y luego fue revestido con la inmortalidad, como lo seremos nosotros el día del Juicio. En ese momento, nuestros cuerpos y almas serán tan etéreos que tendremos la capacidad de ir físicamente dondequiera que queramos con la misma rapidez con que ahora podemos desplazarnos con la mente a cualquier sitio. Nos desplazaremos arriba, abajo, atrás, adelante, de lado: todo será lo mismo para nosotros, y será bueno, como dicen los sabios. Sin embargo, en el momento presente no puedes ir al cielo con el cuerpo, sino sólo con el espíritu. Y esto es espiritualmente tan real que no es corporal en absoluto: no se halla encima ni debajo, ni delante ni detrás, ni a un lado ni a otro.

Asegúrate de que todos los que quieren vivir la vida espiritual y la señalada en este libro en particular, cuando lean tales palabras como "elevarse", "entrar" o que la tarea de este libro se llama "movimiento", entiendan con claridad que dicho movimiento no alcanza nada, ni entra en parte alguno en un sentido físico, ni se produce de un lugar a otro. Incluso si a veces se la llama "reposo", no deben pensar que significa permanecer en un lugar y no abandonarlo, ya que la perfección contemplativa es tan excelsa y espiritual en sí misma que, si se entiende de manera apropiada, nos daremos cuenta de que es el polo opuesto de cualquier movimiento o lugar físico.

Tal vez resultaría más razonable llamarla "cambio" en lugar de movimiento, un cambio imprevisible, ya en que la plegaria contemplativa debe olvidarse sobretodo el tiempo, el espacio y el cuerpo. Así pues, sé cuidadoso para no tomar la ascensión corporal de Cristo como ejemplo, de manera que no intentes elevar físicamente la imaginación hacia arriba, ¡como si fueras a ascender más allá de la luna! Tal cosa es imposible espiritualmente. Si fueras a ascender al cielo con el cuerpo como hizo Cristo, podrías tomarlo como ejemplo. Sin embargo, nadie puede hacerlo salvo Dios, tal como Él mismo dice: "Nadie subió al cielo sino el que bajó del cielo y se hizo hombre por amor a los hombres"1. Incluso en el caso de que fuera posible, que no lo es, sólo podría serlo por medio de la máxima actividad espiritual, del poder del espíritu, alejado por completo de todo esfuerzo físico y tensión de la imaginación para ir "arriba", "dentro", "de lado" o lo que fuere.

Abandona un error semejante, ya que es imposible.

lunes, 5 de diciembre de 2011

La nube del no saber │ cap. 58 (2 de 2)


¿Qué más da que Nuestro Señor fuera visto por los ojos de su madre y sus discípulos mientras ascendía con el cuerpo hacia el cielo? ¿Por esta razón vamos mirar hacia arriba cuando nos dediquemos a la contemplación, esperando verlo sentado en el cielo, o de pie, tal como lo vio san Esteban? No, ya que no se reveló en forma humana a san Esteban para enseñarnos que debíamos mirar físicamente hacia el cielo en nuestra vida espiritual, si es que por ventura también pudiéramos verlo como hizo san Esteban, ya fuera sentado, acostado o de pie. Nadie sabe lo que hace con su cuerpo en el cielo, si está sentado, de pie o acostado. Tampoco nadie necesita saber nada más, salvo que su cuerpo se halla inseparablemente unido a su alma. Su cuerpo y su alma, esto es, su humanidad, se hallan inseparablemente unidos a su divinidad. No necesitamos saber si se halla sentado, de pie o acostado, sino sólo que está ahí, haciendo lo que le place, ya que Nuestro Señor siempre hace con su cuerpo lo que mejor le convenga, sea lo que fuere. Así pues, cuando se aparece a alguien en una postura cualquiera a través de una visión, lo hace con algún propósito espiritual y no porque en realidad adopte semejante postura en el cielo.

Un ejemplo lo ilustrará: la expresión "mantenerse en pie" implica buena disposición para ayudar a alguien. Así, es frecuente que un amigo le diga a otro cuando están enzarzados en un combate: "¡Coraje, viejo amigo, lucha y no pienses en rendirte, que yo me mantengo en pie a tu lado!". Con esto no quiere decir que esté físicamente de pie a su lado, ya que podría tratarse de un combate a caballo y no a pie derecho, o en el que se avanza en lugar de permanecer en posición estacionaria. Lo que quiere decir con "mantenerse en pie" es que está dispuesto a ayudarle. Es por esta razón que Nuestro Señor se apareció a san Esteban en el cielo de manera física durante el martirio del santo, y no para proporcionarnos un ejemplo de mirar hacia el cielo. Fue como si le estuviera diciendo a san Esteban, representante de quienes sufren persecución por amor hacia Él: "Esteban, es tan cierto que puedes confiar que me mantengo en pie a tu lado espiritualmente, dispuesto a ayudarte por el poder de mi divinidad, como que he abierto el firmamento del cielo y he dejado que me veas de pie. Por tanto, manténte firme en la fe y soporta con coraje las terribles heridas que te infligen las duras piedras. Te coronaré en el cielo como recompensa, y no sólo a ti, sino también a todos los que sufren persecución por mí".

De manera que, como puedes ver, tales demostraciones externas se realizan con fines espirituales.

La nube del no saber │ cap. 58 (1 de 2)

El ejemplo de san Martín y san Esteban de mirar hacia arriba durante la plegaria no debe tomarse con literalidad.


En relación con lo que dicen de san Martín y san Esteban: aunque estos santos vieran tales cosas con sus ojos físicos, se trataba manifiestamente de un milagro que demostraba una verdad espiritual. Saben muy bien que Cristo nunca se vistió en realidad con la capa de san Martín, que la necesitaba para protegerse del frío, sino sólo de manera milagrosa, como un recordatorio para todos nosotros de que podemos salvarnos y unirnos espiritualmente con el cuerpo de Cristo. Quien vista a un pobre o haga el bien a los necesitados por amor a Dios, ya sea de manera física o espiritual, puede tener la seguridad de que lo hace espiritualmente a Cristo y será recompensado como si lo hubiera hecho de verdad al cuerpo de Cristo1. El mismo Cristo lo dice en el Evangelio, pero no consideró que fuera suficiente a menos que lo confirmara después por medio de un milagro, y por este motivo se apareció a san Martín en una revelación especial. El significado de todas las visiones de Cristo en forma humana es espiritual. Y creo que, si quienes las experimentaron hubiesen sido lo suficientemente espirituales o percibido su significado espiritual, nunca se les habría aparecido en forma física. Por tanto, desechemos la cáscara y comamos el dulce fruto.

¿Cómo? No como hacen los herejes, ya que pueden comparárseles a los locos que tienen por costumbre beber de una hermosa copa para arrojarla luego contra la pared y romperla. Si queremos progresar, no haremos nada parecido. Quienes se alimentan del fruto no desprecian el árbol ni tampoco, una vez han bebido, rompen la copa de la que bebieron. El árbol y la copa se parecen al milagro que podemos ver, como todas las prácticas externas cuando ayudan y no entorpecen al espíritu. Y el fruto y la bebida se parecen al sentido espiritual detrás del milagro visible, de las prácticas externas apropiadas, como levantar los ojos y las manos hacia el cielo. Si se observan por mandato del espíritu, las prácticas son buenas; de lo contrario, las moverá la hipocresía y serán falsas. Si son sinceras y contienen un fruto espiritual, ¿por qué despreciarlas? Los hombres besarán la copa que contiene el vino.

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1. Cf. Mt 25:40.

sábado, 26 de noviembre de 2011

La nube del no saber │ cap. 57

Cómo algunos jóvenes discípulos presuntuosos interpretan mal la palabra arriba y los errores que resultan de ello.

No diré más por el momento sobre estas cuestiones, ya que debo proseguir para que veas cómo los jóvenes discípulos presuntuosos interpretan de manera incorrecta la palabra "arriba". Cuando leen u oyen que alguien lee o habla sobre cosas tales como que los hombres deben elevar sus corazones hacia Dios, al instante se ponen a mirar las estrellas como si quisieran viajar más allá de la luna y escuchar a los ángeles cantando en el cielo. En sus fantasías mentales, atraviesan los planetas y agujerean el cielo, ¡para mirar a través del agujero! Confeccionan un Dios a su gusto, lo visten con ropajes magníficos y lo sientan en un trono. ¡El resultado es más extravagante que cualquier pintura! También confeccionan ángeles que tienen forma humana, los colocan alrededor de Dios y ponen distintos instrumentos musicales en sus manos, ¡todo mucho más extravagante de lo que jamás se haya visto u oído en la tierra!

El demonio engaña a algunos de ellos de manera casi asombrosa. Les envía una especie de rocío que ellos toman por alimento de los ángeles, un rocío que sale del aire, por así decirlo, y cae con dulzura y suavidad en sus bocas. En consecuencia, ¡adquieren la costumbre de sentarse boquiabiertos, como si cazaran moscas! En realidad, todo eso no es más que piedad fraudulenta, pues en tales momentos sus almas carecen de auténtica devoción. Lo que habita en sus corazones es la vanidad y el error, causados por sus descabelladas prácticas. Tanto es así que a menudo el demonio les engaña el oído con extraños sonidos, la vista con curiosas luces y destellos, y el olfato con maravillosos aromas, ¡y todo es falso!

Sin embargo, semejantes hombres no lo advierten. Se dedican a buscar ejemplos de la ocupación de mirar hacia lo alto, como san Martín, que vio por revelación a Dios vestido con una capa en medio de los ángeles1, o como san Esteban2, que vio a Nuestro Señor arriba en el cielo, y como otros muchos santos. Y buscan también ejemplos en el mismo Jesucristo, ya que sus discípulos lo vieron ascender con el cuerpo hacia el cielo. Sostienen, en consecuencia, que debemos mirar hacia arriba. Estoy dispuesto a conceder que, en lo concerniente a la observancia de prácticas corporales, debemos levantar los ojos y las manos en caso de que el espíritu nos mueva a hacerlo. Sin embargo, el trabajo de nuestro espíritu no va ni arriba ni abajo, ni adelante ni atrás, ni a un lado ni a otro, como un objeto físico, pues no es físico ni se alcanza de manera física, sino que es espiritual.

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1. Según la tradición, san Martín dio la mitad de su capa a un pobre que iba desnudo y Cristo se le apareció al día siguiente vestido con la capa.
2. Cf. Hch 7:55-56.

jueves, 24 de noviembre de 2011

La nube del no saber │ cap. 56

La decepción que sufren quienes confían más en los propios recursos intelectuales y el conocimiento humano que en las enseñanzas de la Santa Iglesia.


Hay algunos hombres que, debido al orgullo, la ingenuidad natural de sus mentes o la erudición, si bien no caen en los errores que acabo de mencionar, abandonan la doctrina y el consejo comúnmente aceptados de la Santa Iglesia. Estos hombres y sus seguidores confían demasiado en lo que aprendieron por sí mismos y se merecen tener una falsa experiencia, elaborada y falsificada por su enemigo espiritual, dado que nunca fueron iniciados en la experiencia "ciega" y humilde de la contemplación ni tampoco en la vida virtuosa. Así pues, al final blasfeman contra los santos, los sacramentos, las leyes y los mandamientos de la Santa Iglesia. Estos hombres mundanos y mentirosos, que piensan que las leyes de la Santa Iglesia son demasiado duras como para que puedan ayudarles a enmendar sus vidas, se ponen con excesiva facilidad y prontitud de parte de los herejes, a quienes apoyan con ardor. Y todo porque creen que éstos les conducirán por un camino más cómodo que el trazado por la Santa Iglesia.

Ahora bien, creo firmemente que todos los que no sigan el camino difícil hacia el cielo irán por el fácil hacia el infierno, como algún día todos descubriremos por nosotros mismos. Creo que si nos fuera concedido el poder de contemplar la situación en la que se encontrarán tales herejes y sus seguidores el día del Juicio, los veríamos doblegados no sólo bajo el pesado fardo de su vergonzosa desfachatez al persistir en el error, sino también bajo el peso de los horribles pecados del mundo y la carne que practicaron en secreto, pues descubriremos que son obscenos y corruptos pese a su aparente virtud. Con razón se los llama discípulos del Anticristo.

viernes, 4 de noviembre de 2011

La nube del no saber │ cap. 55

Errores de quienes reprueban el pecado con fervor y sin la debida prudencia.


El maligno engañará a varios hombres como sigue: encontrará la manera más sorprendente de hacerlos arder en deseos de defender la ley de Dios y destruir los pecados de los demás hombres; jamás los tentará con nada que sea abiertamente malvado. Los tornará semejantes a esos clérigos atareados que escudriñan en cada precepto de nuestra vida cristiana, igual que hace el abad con sus monjes ya que los hombres engañados no vacilan en reprendernos a todos por nuestras faltas, como si ellos estuvieran al cuidado de nuestras almas. En nombre de Dios, consideran que su deber no es otro que denunciar las faltas que ven. Dicen que se sienten movidos por la ferviente caridad y el amor de Dios que hay en sus corazones, pero mienten. Lo que nace de su imaginación y sus mentes es el fuego del infierno.

Que esto es cierto lo demuestra lo siguiente: el demonio es un espíritu y no posee más cuerpo que un ángel. Sin embargo, cuando el demonio o los ángeles, con el permiso de Dios, adoptan un cuerpo con el fin de hacer algo en relación con un ser humano, todavía conservan alguna cosa "reconocible" de su yo esencial. Las Escrituras nos proporcionan ejemplos al respecto. En el Antiguo y el Nuevo Testamento, cuando se envía un ángel con forma corpórea, se muestra siempre cuál es su verdadera naturaleza o misión, bien a través de su nombre, bien a través de algo que hace o lo pone de manifiesto. Lo mismo sucede con el maligno. Cuando se nos aparece con aspecto corpóreo, deja adivinar de alguna manera visible lo que sus siervos son en espíritu.

Déjame que ponga un solo ejemplo. Entiendo por seguidores del espiritismo, por nigromantes, a las personas que declaran conocer la manera de invocar a los espíritus maléficos y a quienes el maligno se ha aparecido en forma corpórea. Sea cual fuere la forma que el demonio adopte, siempre presenta un único orificio nasal, grande y ancho, que levanta con agrado para que los hombres puedan ver su cerebro a través de él. Y su cerebro no es más que el fuego del infierno, ya que no puede tener otro. Todo lo que quiere es conseguir que un hombre mire, ya que, al mirar ahí, ese hombre habrá enloquecido para siempre. Sin embargo, el practicante experimentado de las artes nigromantes sabe muy bien todo eso y puede disponer las cosas de manera que él no sufra ningún daño.

Así es, tal como lo cuento: siempre que el demonio adopta forma humana deja adivinar de manera visible lo que sus siervos son en espíritu. Al actuar así, el demonio inflama la imaginación de sus contemplativos con el fuego del infierno, tanto que éstos se lanzan de improviso a dar sus puntos de vista de la manera más indiscreta y se creen con derecho a condenar las faltas de los demás hombres sin esperar alguna, antes de esperar lo suficiente para hacerlo. La división propia de la nariz humana, el tabique que separa un orificio del otro, indica que el hombre debe poseer clarividencia espiritual y saber cómo distinguir lo peor de lo malo, lo malo de lo bueno y lo bueno de lo mejor antes de emitir un juicio sobre algo que haya visto u oído en su derredor. (El cerebro del hombre representa espiritualmente la imaginación, ya que por su naturaleza ésta mora y opera en la cabeza.)

sábado, 29 de octubre de 2011

La nube del no saber │ cap. 54

La contemplación hace que una persona se vuelva sabia y atractiva, tanto de cuerpo como de alma.


Todos los que se comprometen con la tarea de la contemplación descubren que ésta tiene efectos beneficiosos tanto para el cuerpo como para el alma, ya que los convierte en más atractivos a los ojos de quienes los observan. Tanto es así que incluso el hombre más feo del mundo convertido en contemplativo descubre de repente –otra vez por medio de la gracia– que es otro distinto. Todas las buenas personas con las que se encuentra se sienten contentas y satisfechas con su amistad, espiritualmente renovadas y auxiliadas por la proximidad de Dios gracias a su compañía.

Por tanto, procura conseguir este don mediante la gracia, pues todo el que lo posea de verdad será capaz de dominar tanto sus pasiones como a sí mismo en virtud de este hecho. Cuando lo necesite, le proporcionará discernimiento para comprender el carácter y las necesidades de la gente. Le dará la habilidad de sentirse como si fuera un familiar con cualquier persona que hable, pecador común y corriente o no, sin por ello pecar él, para asombro del espectador, y tendrá efectos magnéticos en los demás,atrayéndolos por la gracia a la misma tarea espiritual que practica.

Su rostro y palabras estarán llenas de una ferviente y fructífera sabiduría espiritual, segura y libre de falsedad, alejada del afectado fingimiento propio de los hipócritas, pues son ellos quienes concentran todas sus energías en aprender a hablar de manera farragosa y evitar así ponerse en ridículo para lo cual utilizan humildes lamentos y continuas muestras de devoción. Están más ansiosos por parecer santos a los ojos de los hombres que a los de Dios y los ángeles. ¿Por qué les preocupa y agravia mucho más un ritual poco ortodoxo o una palabra levemente inoportuna o indecorosa que mil pensamientos vanos u otros tantos impulsos pecaminosos y nauseabundos que acumulan en el interior de manera deliberada? Se abandonan con temeridad a tales impulsos ante los ojos de Dios, los santos y los ángeles del cielo.¡Oh, Dios mío, cuando por fuera hay tanto lamento humilde, mucha debe ser la soberbia que hay por dentro! Estoy dispuesto a admitir que resulta apropiado y decoroso expresar la humildad del corazón por parte de quienes son en verdad humildes tanto de palabra como de obra. Sin embargo, no puedo admitir que la humildad deba expresarse con voz temblorosa o aguda, contraria a la inclinación natural de quien habla, ya que el honesto habla con sinceridad. La voz es tan profunda como el espíritu. Si un hombre tiene de natural una voz clara y potente habla con un tono patético y chillón –suponiendo, claro está, que no esté enfermo o hablando con Dios o su confesor–, estaremos ante una muestra evidente de hipocresía, tanto si se trata de un joven como de un anciano.

¿Qué más puedo decir sobre estos perniciosos errores? Entre el secreto orgullo que se oculta en lo más profundo de sus corazones y las humildes palabras que salen de sus labio, creo de verdad que sus lastimosas almas se sumirán muy pronto en el dolor, a menos que tengan la gracia de abandonar el fingido gimoteo.

La nube del no saber │ cap. 53

Varias consecuencias desafortunadas en que caen los falsos contemplativos.

Los gestos y palabras que provoca esta contemplación deforme o cualquier otra similar en quienes se descarrían son realmente asombrosos, mucho más que los gestos y palabras de los auténticos discípulos de Dios, ya que estos últimos tienen siempre el más correcto de los comportamientos, ya sea físico o espiritual. Sin embargo, ¡no ocurre así con los primeros! Quien se tome la molestia de observarlos mientras están sentados en una ocasión semejante, podrá ver que, en el caso de estar con los ojos abiertos, tienen la mirada extraviada como si estuvieran locos y se ríen por lo bajo como si vieran al demonio. (¡Desconfía, pues el maligno no anda muy lejos!) Algunos entornan los ojos como si fueran estúpidas ovejas que han recibido un golpe en la cabeza y pronto van a morir. Otros dejan que sus cabezas cuelguen de lado, como si tuvieran un gusano en la oreja. Hay quienes, cuando tienen que hablar, lo hacen con voz chillona como si carecieran de espíritu, característica propia de los hipócritas; y otros que lloran y gimotean porque tienen en semejante ocasión una necesidad ansiosa de decir lo que piensan. Los herejes son parecidos, y también todas las personas cuya mente imaginativa y presuntuosa los hace persistir en el error.

Si un hombre alcanzara a ver todo lo que hacen, lo que vería sería que se comportan con gran agitación y ningún decoro. Aun así, son lo bastante astutos como para mostrarse comedidos ante los demás. Sin embargo, sospecho que si pudiera vérseles en su casa, allí dejarían de ocultarlo. Y sospecho también que si alguien les llevara la contraria en sus opiniones, muy pronto, en algún momento u otro, los veríamos explotar en un arrebato de furia... ¡Y todavía siguen creyendo que todo lo hacen por amor a Dios y en defensa de la verdad! A menos que Dios realice un milagro de misericordia para que se detengan, estoy convencido de que seguirán "amando a Dios" de esta manera durante tanto tiempo que terminarán en manos del demonio, locos de atar. No digo que el demonio tenga un sirviente tan perfecto como para que sea engañado y corrompido por los delirios que aquí describo, aunque es posible que más de uno se corrompa con ellos. Lo que digo es que, por más que el demonio no se apodere por completo en la tierra de un hereje o un hipócrita, es responsable de algunas de las cosas que he mencionado o mencionaré si Dios me lo permite.

Hay algunas personas tan propensas a adquirir estas costumbres en su porte que, cuando escuchan alguna cosa, ladean la cabeza de manera estrafalaria y alzan el mentón. Boquiabiertos, dan la impresión de que quieren escuchar por la boca y no por las orejas. Algunos, cuando hablan, subrayan sus palabras señalando con los dedos, bien hacia los de la otra mano, bien hacia su pecho, bien hacia a la persona a la que hablan. Otros no pueden permanecer sentados, de pie o acostados sin mover los pies o agitar con nerviosismo las manos. Algunos hablan haciendo grandes ademanes con los brazos, como si nadaran en el mar. Otros sueltan constantemente risitas o ríen a cada palabra que dicen, como si fueran mujeres de vida disoluta o vulgares bufones que no saben cómo comportarse. Es mucho mejor expresarse con modestia y comportarse con sobriedad, serenidad y felicidad genuina.

No digo que todas estas gesticulaciones impropias sean grandes pecados en sí mismas, ni tampoco que quienes las efectúan sean grandes pecadores, pero sí que tales aspavientos, cuando predominan de tal manera que ya no puede prescindirse de ellos, se convierten en claro signo de orgullo, conocimiento distorsionado, exhibicionismo desordenado y curiosidad pecaminosa. Y, sobre todo, revela un corazón inestable, una mente intranquila e incapaz para llevar a cabo lo que este libro insta a hacer. Ésta es la única razón que me ha llevado a mostrar aquí los errores que he descrito, de manera que el contemplativo pueda comprobar cuáles son sus progresos.

martes, 4 de octubre de 2011

La nube del no saber │ cap. 52

Cómo algunos jóvenes discípulos presuntuosos interpretan mal la palabra "dentro" y los errores que resultan de ello.

La locura de la que hablo se produce así: leen o escuchan a alguien decir que deben detener la actividad "exterior" con el trabajo de sus mentes y luego trabajar dentro de sí. Y, dado que desconocen lo que significa la palabra "dentro", lo hacen de manera incorrecta, ya que vuelven la mente física hacia el interior del cuerpo, lo que es antinatural, y se esfuerzan como si quisieran ver espiritualmente con sus ojos físicos, escuchar por dentro con sus orejas exteriores, oler, gustar y sentir por dentro, y así sucesivamente. De manera que distorsionan el orden natural y someten sus mentes a esfuerzos tan innecesarios por medio de un falso ingenio que al final sus cerebros se trastornan. Es entonces cuando el demonio puede engañarlos con luces y sonidos falsos, aromas deliciosos y sabores maravillosos, que se avivan y encienden en sus corazones, estómagos, espaldas, riñones o extremidades.

En medio de este ensueño se imaginan que están contemplando con placidez a su Dios, libres de vanos pensamientos. Y así se hallan en cierto sentido, pues se encuentran tan henchidos de falsedad que un poco más de vanidad no puede perturbarlos. ¿Por qué? Porque es el mismo demonio quien obra en ellos, del mismo modo que también los tentaría si fueran por el camino correcto. Como sabes muy bien, el demonio no avisa de sus propios designios. Por miedo a despertar las sospechas del contemplativo, no alejará a Dios por entero de sus pensamientos.

domingo, 2 de octubre de 2011

La nube del no saber │ cap. 51

Debemos ser muy cuidadosos para no entender literalmente lo que tiene un significado espiritual y, en particular, las palabras "dentro" y "arriba".

Por tanto, presta atención con humildad al movimiento invisible del amor que sale de tu corazón. No me refiero a tu corazón físico, claro está, sino al espiritual, esto es, la voluntad. Sé cuidadoso para no interpretarlo que tiene un sentido espiritual en un sentido material. El error fructifica en los caprichos terrenales y mundanos propios de las imaginaciones fantasiosas.

Puedes ver ejemplos de tales errores en cosas de las que te he hablado, como ocultar a Dios el deseo que sientes por Él. Por ejemplo, si te hubiera dicho al principio que le mostraras tu deseo, lo habrías entendido de manera mucho más literal que ahora, cuando te digo que lo ocultes, ya que en este momento eres plenamente consciente de que lo que se esconde de manera deliberada es algo que se guarda en lo más profundo del espíritu. Así que creo que es muy importante vigilar en extremo la manera de entender lo que se dice en un sentido espiritual, para que lo interpretes así y no en un sentido literal. Debe ponerse particular cuidado en dos palabras, "dentro" y "arriba". Tengo la impresión que la manera incorrecta de interpretarlas ha sido causa de buen número de errores y malentendidos entre quienes aspiran a convertirse en contemplativos. Sé algo de tales asuntos tanto por propia experiencia como por lo que me han contado, y es sobre estos errores sobre los que ahora me propongo hablar.

Los jóvenes discípulos de la escuela de Dios, recién convertidos, creen que pueden dedicarse a la contemplación –de la que han escuchado leer o hablar a alguien, o quizá sobre la que han leído ellos mismos– sólo por el corto tiempo que han empleado en plegarias y penitencias como resultado del consejo de su respectivo confesor. Cuando uno de tales discípulos oye hablar de la "contemplación" y, en particular, de aseveraciones tales como que "un hombre debe ascender por encima de sí mismo" o "concentrar sus fuerzas dentro de sí", las interpreta mal de inmediato debido a la ceguera espiritual y una concepción literal y distorsionada, y piensa que ha sido llamado a la tarea de la contemplación a través de la gracia sólo por haber encontrado en su interior un deseo innato hacia lo místico. Así pues, en el caso en que su director esté en desacuerdo en que deba iniciarse en dicha tarea, no tarda en encontrarle defectos. Creo que no es posible dar con nadie que piense como él y es probable que se lo diga a otros que son del mismo parecer. De manera que muy pronto, con el atrevimiento y presunción propias del intelecto obstinado, abandona la plegaria humilde y la penitencia, y emprende lo que cree que es la auténtica tarea espiritual para su alma; y una tarea semejante, en el caso de que llegue a emprenderla de verdad, no es material ni espiritual. En pocas palabras, es algo antinatural, cuyo principal agente es el demonio. Es el camino más rápido hacia la muerte, tanto física como espiritual, ya que no es sabiduría sino insensatez y conduce a los hombres a la locura. Aunque ellos no lo crean así, ya que lo que quieren con esta tarea es no pensar en nada salvo en Dios.

domingo, 18 de septiembre de 2011

La nube del no saber │ cap. 50

El amor puro; algunos rara vez sienten consuelo, mientras que otros lo sienten a menudo.

Así pues, debemos concentrar toda nuestra atención en el humilde movimiento del amor que sale de nuestra voluntad, como puedes ver. En cambio, debemos mostrar indiferencia, por así decirlo, hacia todas las demás manifestaciones de dulzura y consuelo, no importa cuán santas y placenteras sean. Si llegan, bienvenidas sean, pero no dependas de ellas, pues te debilitarán. Permanecer largo tiempo entre dulces emociones y lágrimas te sustraerá demasiado de ti mismo. Y puede incluso que te sientas tentado a amar a Dios sólo por el hecho de poseerlas. Sabrás que es así cuando veas que su ausencia te apena demasiado, ya que se deberá a que tu amor no es puro ni perfecto, pues el amor puro y perfecto admite que el cuerpo halle alivio y consuelo en las dulces emociones y las lágrimas, pero no se apene cuando desaparecen sino al contrario, que se alegre de no tenerlas si ésta es la voluntad de Dios. En algunas personas, la contemplación va casi siempre acompañada de consuelos de esta clase, mientras que otras apenas experimentan dulzura, consuelo y dicha.

Todo depende de la disposición y el mandato de Dios, que se adecuan a la bondad y necesidades de cada persona. Hay personas espiritualmente tan débiles y sensibles que, si no fueran reconfortadas por dulces emociones, les resultaría imposible soportar las distintas tentaciones y tribulaciones a las que son sometidas por sus enemigos físicos y espirituales, y que deben sufrir y combatir a lo largo de su vida. Y hay algunas tan débiles de constitución que ni siquiera pueden llevar a cabo la penitencia apropiada para su purificación. Nuestro Señor, en su gracia, purifica el espíritu de éstas con dulces emociones y lágrimas. Sin embargo, por otra parte hay algunas personas con tanta fuerza espiritual que son capaces de cosechar el consuelo necesario dentro de sus propias almas –mediante la ofrenda de esta amor reverente y humilde, que todo lo excede, y una voluntad obediente– y casi no tienen necesidad de sostenerse con dulces emociones. Si me preguntas cuál de ellas es más santa o más grata a Dios, sólo Él lo sabe.

sábado, 30 de julio de 2011

La nube del no saber │ cap. 49

La perfección es en esencia una cuestión de buena voluntad; en esta vida ningún consuelo es esencial.

Así pues, te pido que estés dispuesto a seguir con el mayor entusiasmo el humilde impulso del amor que sale de tu corazón; será tu guía en esta vida y te conducirá a la dicha celestial en la venidera. Es la esencia de toda vida buena y sin él no puede comenzarse ni terminarse ninguna buena obra. No es más que tu buena voluntad en armonía con Dios, y el placer y la alegría que tu voluntad siente ante todo lo que Él hace.

Una buena voluntad semejante es la sustancia de toda perfección. La dulzura y el consuelo, ya sean físicos o espirituales, son accidentes en comparación con la buena voluntad, por muy santos que sean; no son esenciales y dependen de ella. Los llamo "accidentes" porque pueden estar o no presentes en el alma sin que esta se resienta. Estoy pensando en esta vida, por supuesto, pues en el cielo estarán inseparablemente unidos a su sustancia, como lo estará el cuerpo con el que actúan con el alma. La buena voluntad espiritual es su sustancia en este mundo. Estoy convencido de que el hombre que posea una buena voluntad perfecta, tan perfecta como sea posible poseerla en esta vida, será muy feliz y dichoso si ésta es la voluntad de Dios, tanto si recibe consuelo y dulzura como si no.

viernes, 29 de julio de 2011

La nube del no saber │ cap. 48

Dios es servido por el cuerpo y el alma, y recompensa a ambos; cómo distinguir el buen consuelo del malo.

No lo digo porque quiero que dejes de rezar en voz alta cuando tengas el impulso de hacerlo ni impedirte que te dirijas a Dios con alguna palabra apropiada y buena del lenguaje corriente, como "Buen Jesús", "Amado Jesús", "Dulce Jesús" y otras parecidas, en el momento que tu alma explote porque rebosa de emoción. ¡Dios no permita que me interpretes mal! No es eso lo que quiero decir. Dios prohibe separar lo que Él ha unido, el cuerpo y el espíritu. Quiere que se le sirva con el cuerpo y el alma, ambos a la vez, y quiere dar su recompensa celestial a ambos. Como anticipo de esta recompensa, Dios inflama a veces el cuerpo de su sirviente devoto con una dulzura y consuelo maravillosos, y no una o dos veces, sino tan a menudo y durante tanto tiempo como a Él le place. Esta dulzura y consuelo no llegan a nuestro cuerpo desde el exterior a través de las ventanas del intelecto, sino más bien desde el interior. Emana y surgen de la abundancia de alegría espiritual y la devoción auténtica del alma. Cuando se poseen, no deben resultar sospechosos; para no extenderme, te diré que creo que quien los disfruta nunca lo ve de este modo. Sin embargo, ¡desconfía de todos los demás consuelos, de la dulzura, la alegría y los sones que te lleguen de repente del exterior y cuyo origen desconozcas, porque pueden ser buenos o malos! Serán buenos si son obra de un ángel bueno, pero serán malos si son obra de un ángel malo. No serán malos si has desechado la indagación espiritual y los esfuerzos emocionales desordenados, ya sea de la manera que te he sugerido o de otras mejores si las conoces. ¿Por qué? Ciertamente, porque la causa de todo consuelo es el movimiento devoto del amor que sale de un espíritu puro. El consuelo está forjado en el alma por la misma mano de Dios Todopoderoso. Por tanto, siempre será independiente de la imaginación o de las equivocadas ideas que los hombres puedan adquirir en esta vida.

No tengo intención por el momento de hablarte de los demás consuelos, sones y dulces emociones, ni de cómo distinguir los buenos de los malos. No porque lo crea innecesario, sino porque lo encontrarás mil veces mejor expuesto por otros, mucho más que cualquier cosa que yo pueda decir o escribir. Podrás encontrar todo lo que te digo al respecto mejor tratado en otros lugares. Sin embargo, da igual, pues no flaquearé ni cesaré en el empeño de satisfacer tus anhelos y el deseo apremiante de tu espíritu, que antes demostraste que poseías por medio de tus palabras y ahora por medio de tus acciones.

Sólo hay una cosa que pueda decirte respecto a ellos: que nos llegan a través de las ventanas de nuestro intelecto y pueden ser buenos o malos. Ejercítate sin descanso en el ciego, devoto y anhelante fluir en el amor del que te hablo, pues estoy seguro de que luego este amor del que te hablo, pues estoy seguro de que luego este amor será capaz de hablarte acerca de ellos. Y si la primera vez que te llegan te quedas perplejo del todo o en parte por falta de costumbre, al menos este fluir del amor habrá hecho una cosa por ti: habrá dado a tu corazón tal solidez que jamás volverá a concederles crédito a menos que te sientas del todo seguro al respecto, bien gracias a la extraordinaria aprobación interior que te preste el espíritu de Dios, bien gracias al consuelo externo que te preste algún prudente director espiritual.

jueves, 28 de julio de 2011

La nube del no saber │ cap. 47

La pureza de espíritu; el contemplativo manifiesta a Dios su deseo de muy distinta manera a como lo manifiesta a los hombres.

No debe sorprenderte que te hable de manera pueril y necia, por así decirlo, sin sentido de la oportunidad. Lo hago por ciertas razones y porque creo que durante un tiempo me he sentido impulsado a sentir, pensar y hablar de esta manera con mis otros amigos especiales en Dios, tal como ahora hago contigo.

Una razón por la que te aconsejo que ocultes a Dios el deseo de tu corazón es la siguiente: creo que es la manera más clara de darle a conocer lo que pretendes, la más beneficiosa para ti y la que con más rapidez colmará tu deseo, más que cualquier otra clase de demostración.

A través de esta "demostración oculta", quiero alejarte asimismo de la violencia de las reacciones emocionales, llevarte hacia la pureza y profundidad de la experiencia espiritual y así ayudarte por fin a atar el nudo espiritual del amor ardiente entre tú y Dios, en identidad espiritual y voluntad armónica con Él.

Sabes muy bien que Dios es espíritu y todo el que quiera unirse con Él debe hacerlo con la verdad y profundidad del espíritu, alejándose de cualquier engaño corporal. Es cierto que Dios lo sabe todo y que ninguna cosa, física o espiritual, puede ocultarse a su conocimiento. Sin embargo, dado que es espíritu, el conocimiento que tiene de las cosas ocultas en las profundidades del espíritu del hombre es incluso más claro y obvio que el que tiene de las entremezcladas con el cuerpo, pues lo físico está más alejado de Dios que lo espiritual en razón de su propia naturaleza. Por este motivo, cabe concluir que estaremos más lejos de Dios si nuestro anhelo contiene todo el tiempo algún tipo de elemento natural -como es el caso cuando nos violentamos y forzamos tanto emocional como espiritualmente en un único y mismo momento-, mucho más de lo que lo estaríamos si contuviera mayor devoción, sobrio entusiasmo, pureza y profundidad espiritual.

Aquí puedes vislumbrar, aunque sólo sea en parte, la razón por la que te digo que disimules y ocultes a Dios el apremio de tu anhelo. No te digo que lo oculte sor completo, ya que recomendarte que hicieras algo imposible sería el consejo de un loco, sino que hagas todo lo que puedas por cubrirlo con un velo. ¿Por qué? Porque quiero que te sumerjas en lo más profundo de tu espíritu, lejos de ninguna adicción mental que lo haga menos espiritual y lo aleje todavía más de Dios. Y porque sé muy bien que, cuanto más espiritual se vuelva tu alma, menos emocionales serán tus deseos; más cerca estará el alma de Dios, más le placerá y más evidente será tu anhelo. No estoy diciendo que haya ocasiones en las que Dios vea con más claridad que otras, pues Dios es inmutable, sino que, dado que es espíritu, el alma se le asemeja más cuanto más pura es en espíritu.

Existe otra razón para decirte que disimules tu deseo todo lo posible. Tú, yo y todos los que son como nosotros tenemos tanta tendencia a concebir el sentido material lo que se nos dice en sentido espiritual que si por ventura te animara para que mostraras a Dios el apremio que hay en tu corazón, lo expresarías de manera física, a través del semblante, la voz, las palabras o algún tipo de acción instintiva del cuerpo, del modo como muestras a un amigo lo que hay en el interior de tu corazón; y, en tal caso, tu acción habría carecido de pureza espiritual, pues el camino para mostrar las cosas a los hombres no es el mismo que para mostrarlas a Dios.