a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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sábado, 29 de octubre de 2011

La nube del no saber │ cap. 53

Varias consecuencias desafortunadas en que caen los falsos contemplativos.

Los gestos y palabras que provoca esta contemplación deforme o cualquier otra similar en quienes se descarrían son realmente asombrosos, mucho más que los gestos y palabras de los auténticos discípulos de Dios, ya que estos últimos tienen siempre el más correcto de los comportamientos, ya sea físico o espiritual. Sin embargo, ¡no ocurre así con los primeros! Quien se tome la molestia de observarlos mientras están sentados en una ocasión semejante, podrá ver que, en el caso de estar con los ojos abiertos, tienen la mirada extraviada como si estuvieran locos y se ríen por lo bajo como si vieran al demonio. (¡Desconfía, pues el maligno no anda muy lejos!) Algunos entornan los ojos como si fueran estúpidas ovejas que han recibido un golpe en la cabeza y pronto van a morir. Otros dejan que sus cabezas cuelguen de lado, como si tuvieran un gusano en la oreja. Hay quienes, cuando tienen que hablar, lo hacen con voz chillona como si carecieran de espíritu, característica propia de los hipócritas; y otros que lloran y gimotean porque tienen en semejante ocasión una necesidad ansiosa de decir lo que piensan. Los herejes son parecidos, y también todas las personas cuya mente imaginativa y presuntuosa los hace persistir en el error.

Si un hombre alcanzara a ver todo lo que hacen, lo que vería sería que se comportan con gran agitación y ningún decoro. Aun así, son lo bastante astutos como para mostrarse comedidos ante los demás. Sin embargo, sospecho que si pudiera vérseles en su casa, allí dejarían de ocultarlo. Y sospecho también que si alguien les llevara la contraria en sus opiniones, muy pronto, en algún momento u otro, los veríamos explotar en un arrebato de furia... ¡Y todavía siguen creyendo que todo lo hacen por amor a Dios y en defensa de la verdad! A menos que Dios realice un milagro de misericordia para que se detengan, estoy convencido de que seguirán "amando a Dios" de esta manera durante tanto tiempo que terminarán en manos del demonio, locos de atar. No digo que el demonio tenga un sirviente tan perfecto como para que sea engañado y corrompido por los delirios que aquí describo, aunque es posible que más de uno se corrompa con ellos. Lo que digo es que, por más que el demonio no se apodere por completo en la tierra de un hereje o un hipócrita, es responsable de algunas de las cosas que he mencionado o mencionaré si Dios me lo permite.

Hay algunas personas tan propensas a adquirir estas costumbres en su porte que, cuando escuchan alguna cosa, ladean la cabeza de manera estrafalaria y alzan el mentón. Boquiabiertos, dan la impresión de que quieren escuchar por la boca y no por las orejas. Algunos, cuando hablan, subrayan sus palabras señalando con los dedos, bien hacia los de la otra mano, bien hacia su pecho, bien hacia a la persona a la que hablan. Otros no pueden permanecer sentados, de pie o acostados sin mover los pies o agitar con nerviosismo las manos. Algunos hablan haciendo grandes ademanes con los brazos, como si nadaran en el mar. Otros sueltan constantemente risitas o ríen a cada palabra que dicen, como si fueran mujeres de vida disoluta o vulgares bufones que no saben cómo comportarse. Es mucho mejor expresarse con modestia y comportarse con sobriedad, serenidad y felicidad genuina.

No digo que todas estas gesticulaciones impropias sean grandes pecados en sí mismas, ni tampoco que quienes las efectúan sean grandes pecadores, pero sí que tales aspavientos, cuando predominan de tal manera que ya no puede prescindirse de ellos, se convierten en claro signo de orgullo, conocimiento distorsionado, exhibicionismo desordenado y curiosidad pecaminosa. Y, sobre todo, revela un corazón inestable, una mente intranquila e incapaz para llevar a cabo lo que este libro insta a hacer. Ésta es la única razón que me ha llevado a mostrar aquí los errores que he descrito, de manera que el contemplativo pueda comprobar cuáles son sus progresos.

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