Todos los que se comprometen con la tarea de la contemplación descubren que ésta tiene efectos beneficiosos tanto para el cuerpo como para el alma, ya que los convierte en más atractivos a los ojos de quienes los observan. Tanto es así que incluso el hombre más feo del mundo convertido en contemplativo descubre de repente –otra vez por medio de la gracia– que es otro distinto. Todas las buenas personas con las que se encuentra se sienten contentas y satisfechas con su amistad, espiritualmente renovadas y auxiliadas por la proximidad de Dios gracias a su compañía.
Por tanto, procura conseguir este don mediante la gracia, pues todo el que lo posea de verdad será capaz de dominar tanto sus pasiones como a sí mismo en virtud de este hecho. Cuando lo necesite, le proporcionará discernimiento para comprender el carácter y las necesidades de la gente. Le dará la habilidad de sentirse como si fuera un familiar con cualquier persona que hable, pecador común y corriente o no, sin por ello pecar él, para asombro del espectador, y tendrá efectos magnéticos en los demás,atrayéndolos por la gracia a la misma tarea espiritual que practica.
Su rostro y palabras estarán llenas de una ferviente y fructífera sabiduría espiritual, segura y libre de falsedad, alejada del afectado fingimiento propio de los hipócritas, pues son ellos quienes concentran todas sus energías en aprender a hablar de manera farragosa y evitar así ponerse en ridículo para lo cual utilizan humildes lamentos y continuas muestras de devoción. Están más ansiosos por parecer santos a los ojos de los hombres que a los de Dios y los ángeles.

¿Qué más puedo decir sobre estos perniciosos errores? Entre el secreto orgullo que se oculta en lo más profundo de sus corazones y las humildes palabras que salen de sus labio, creo de verdad que sus lastimosas almas se sumirán muy pronto en el dolor, a menos que tengan la gracia de abandonar el fingido gimoteo.
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