a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _


martes, 19 de agosto de 2014

Las tretas del falso yo

 

Orar da consciencia.
"Quien no ora no necesita de demonio que le tiente". Sta. Teresa de Jesús. El mismo yo falso ya se encarga de ello.

El mal no es una opción puesto que no es más que volverse en contra de la Naturaleza. Pero vimos cómo tiene su atractivo por la aparente inmediatez de satisfacer sea la sed de justicia, una pobreza espiritual, un miedo, una carencia de carácter,... manteniéndonos siempre en una insatisfacción pronta a volver a recaer, o cuando no en una ausencia de sentido existencial. "El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra".
"Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva" (Jn 4, 10).
"Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna" (Jn 4, 13-14).
En nuestro interior tenemos la fuente de agua viva que nos da la Vida. No necesitamos ningún agua "muerta" de fuera.

Y no podemos jugar a dos bandas. Como no podemos tener una vela encendida a Dios y otra al diablo. O como no podemos servir a dos señores.
La solución la encontramos dentro, nuestros buenos sueños, siempre se realizan dentro y desde dentro.

El falso yo está separado de la Naturaleza. Y precisamente por eso, está con todas las carencias del mundo que intenta satisfacer como sea y a toda costa lo que sea. Principalmente, sus satisfacciones dañarán de una forma u otra a la Naturaleza, a nuestra capacidad de Amar, dañan nuestras Relaciones con los demás Corazones.

Él no puede esperar a que sane una herida del corazón, es decir, una pena que se expresa con el lenguaje del dolor. Es una maldad, pero no lo hace por maldad, lo hace por su falsa naturaleza. Si por una de aquellas la causa de un dolor del alma se sana bien por acción de la Naturaleza, de Dios, seremos muy conscientes y nos adheriremos sin dudarlo al Corazón, seremos la consciencia del verdadero yo; y el yo falso se esfuma, pasa al olvido, a la nada.

Es decir, no solo no sana la herida, sino que ésta con el tiempo se puede agravar y las soluciones que propone son contraproducentes. Evitará con toda su astucia la sanación sin su intervención.

El yo falso no soporta el dolor, no lo comprende, lo rechaza. De tal manera que muchas veces lo enmascara o lo oculta. Si no puede, reinterpreta su lenguaje. Esto es un yerro, pero no lo hace por herrar ni por fastidiar. Lo hace por su limitación cognitiva, por su falta de contacto con la Naturaleza.


Le es, por tanto, necesario la elucubración, hacer hipótesis, lanzar teorías, hacer suposiciones,... y a la vez ofrecer cosas que desvíen nuestra atención, que sean un paliativo o que adoptemos soluciones inadecuadas.

Estos errores nos llevan a adicciones y dependencias, a obsesiones, comportamientos maníacos,... O en caso de completa insatisfacción, frustraciones, depresiones, ansiedades, exigencias, alteraciones de carácter,...

Cuidado: todo es estos términos no son técnicos. Podemos decir que una persona está un poco depre sin que eso implique una diagnosis clínica. O una persona puede estar depresiva por razones ajenas a todo esto. Una persona puede tener sobrepeso por ansiedad o por comodidad al comer comida basura o porque alardear de gula alimenta su vanidad, y otra cosa es ser obesa por obesógenos ambientales.

Discernimiento. Es algo que debemos ejercitar siempre. Continuamente estamos sujetos a la posibilidad de errar o de actual mal sin pretenderlo directamente. Nunca llegaremos a ser absolutamente infalibles ni inefables.

Cuando empezamos este Camino podemos encontrarnos con un mal hábito, pero que, a pesar de querer corregirlo, siempre volvemos a nuestros trece. Siempre paciencia y comprensión. Siempre ir ganando en consciencia. Cada mala experiencia es motivo de aprendizaje.

Los imprescindibles son los que siempre se levantan.
 

La Contemplación: continuando

 

Hay reconocidos místicos maestros de espiritualidad que es bueno ir leyéndolos. El contemplativo distingue lo escrito con el corazón de lo escrito con la mente.

Tenemos un legado impresionante en Occidente a redescubrir y, a la par, reinterpretar. Y, como decíamos, debemos trascender sus palabras para aprender de ellos en verdad y vivir alimentados por el poso que nos dejan.

El Maestro por antonomasia es Jesucristo.
Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal. (Mt 6, 9-13)
Lo hemos rezado muchas veces tanto privada como comunitariamente. Nos lo sabemos de memoria. Lo rezamos siempre en el mismo sentido. Hasta lo rezamos con el piloto automático.

Ahora esa oración de oraciones se puede meditar en clave de esta espiritualidad. Dios está dentro, oculto tras el falso yo. Lo santificamos en el templo que es nuestro Corazón. El Reino de Cristo se dará cuando seamos todo Corazón y el falso yo se esfume. Su Voluntad es nuestra libertad y nuestra felicidad. Aceptar y querer su Voluntad es ir por donde Él nos va llevando, no por donde queremos ir (es el modo de tener la mente abierta).

El alimento del día para el crecimiento del Corazón, para que nuestras obras sean de Amor. Perdonar a los culpables de alguna pena que padezcamos para que Dios nos perdone las nuestras. Y que nos libre de las argucias del falso yo y de otros falsos yo.

En esos espacios de oración que reservamos al día en soledad, meditamos y contemplamos esas realidades. No contemplamos las ideas y las palabras: trascendiendo a las palabras, contemplamos esas realidades en nuestro ser y en los demás. Es un buen comienzo de sesión.

Para contemplar y renacer hay que volverse como niños. Habrá autores que desarrollarán su "método" de hacerse niños ante Dios. Por el momento, al llamarlo Padre indica que somos hijos. Esa realidad también hay que considerarla.

S. Juan de la Cruz habla de la desnudez espiritual. Y curiosamente, esta desnudez tiene las características de esa infancia espiritual. Así que todos los autores de espiritualidad pueden servir, solo hay que saber tener ese don de lenguas que alguna vez ha sido comentado.

Recordemos que el yo falso no tiene un recorrido hacia el Corazón (entre ambos media pues un abismo) y que el yo consciente generalmente está identificado con el yo falso aunque sospeche de que algo no va bien. En ese caso, ante Dios, debemos "reducirnos a nada".

Si no somos capaces de la humildad, que se da con la consciencia contemplante, mientras no nos salga eso de separar la consciencia del yo falso, mientras no tengamos identificado el yo falso, mientras no discernimos bien,... la consciencia debe anonadarse ante Dios, ante un Dios que todavía no ve, pero sabe que está tras la oscuridad abisal. Ese abismo que media entre el yo falso y el Corazón, y que generalmente lo llaman misterio. Pero que de misterioso tiene poco.

Eso es el morir a sí mismo. El separar la consciencia del yo falso, ésta contemplará al Corazón, a Dios y al Cuerpo: eso es humildad. Entonces escucharemos al dolor causado por las penas del Corazón: es la Cruz. Amar y tomar la Cruz para seguir a Cristo, el Camino hacia la sanación, hacia la salvación, hacia la redención, hacia la resurrección, hacia ese volver a nacer.

Hay otro modo de morir a sí mismo. Es hacerse ofrenda en un ritual sacrificial espiritual (no cruento). Es memorial del sacrificio de Cristo en el monte Gólgota. Cristo murió para Resucitar. Encima de un altar morimos a nuestro yo falso que es el obstáculo para renacer / resucitar con el verdadero yo.

Uno se ofrece a Dios como se ofrece al cirujano en la mesa del quirófano, como se ofrece al fisio para recibir un masaje, como se ofrece al acupuntor para que le reactive la energía, como se ofrece al oculista para que le gradúen las gafas, como se ofrece al dentista para que le arranque una muela infecta,...

Ofrecerse no es algo tan extraño.
 

lunes, 18 de agosto de 2014

Empezar la Contemplación

 
Partimos de un modelo acerca del interior del hombre (varón y mujer) más o menos estático, distinguiendo sus elementos, naturaleza y funciones.


En el estado originario tenemos al hombre en su unidad e integridad, el verdadero yo que solo ama, por lo que su conocimiento es perfecto. Lo llaman ciencia infusa y lo consideran un Don preternatural.

Es curioso que lo consideremos preternatural y no natural, como un don propio de la misma Naturaleza. Precisamente, el verdadero conocimiento nos viene del "solo amar", no del estudio y la investigación. Son algunos goles que nos sigue metiendo el yo falso en la Doctrina y el Magisterio infalibles de la Iglesia.

Vimos cómo aparece el falso yo, siento totalmente mental, y nuestra capacidad autoconsciente de, al menos, advertir el mal camino con nuestro yo consciente/observante.

El yo observante vive generalmente identificado/adherido con el yo falso y, en ocasiones, con el yo verdadero. En principio, tenemos poca costumbre de mantener a ese yo en sus funciones. No es fácil, es necesario un entrenamiento: detenerse unos minutos diarios dedicados exclusivamente a contemplar y a ampliar la consciencia (que se llama también "despertar").

La naturaleza humana no está absolutamente corrupta, como pensó Lutero (o dicen que dijo). Los muy intelectuales, racionales y mentales sí que tienden a acercarse a ese pensamiento. Tienen cierta consciencia pero viven e intentan vivir buenamente con el yo falso aunque sea con una ascética y una moral heterónoma según su adscripción religiosa.

Lo "gracioso" es que suelen ser pastores y pastorean a sus ovejas en esa ceguera. No me refiero solo a pastores luteranos, sino a sacerdotes racionalistas kantianos que racionalizan hasta el amor para saberlo vivir bien. Así le va a Occidente con la crisis de espiritualidad que padece.

Pero a lo que vamos.


Tal como es necesario el entrenamiento a nivel corporal si queremos ganar en agilidad, flexibilidad, destreza, velocidad, eficiencia,... Así también el alma para estar cada vez más despierta, más consciente y más libre. Algo que poco tiene que ver con la conveniencia, las apetencias, los modelos y esquemas ideológicos, el saber acumulado de las distintas disciplinas científicas,... El verdadero saber se encuentra dentro, el tesoro se encuentra cuando llegamos al fondo (generalmente cuando "tocamos fondo", como se dice).

Acaso no es una premisa previa para contemplar el liberarse de todo eso? El pobre de espíritu es bienaventurado. Y quienes lo comprenden son los sencillos de corazón. Los doctos y sabios del mundo lo ven como necedad o como escándalo.

Se trata de un adanismo? No exactamente, pero tampoco importaría. Al iniciar el Camino y en su transcurso vamos solos y solos aprendemos: nuestro Corazón ya sabe. Solos crecemos en Sabiduría y en Ciencia, en cuanto dones del Espíritu Santo. Y junto con estos, los otros cinco: Inteligencia, Consejo, Fortaleza, Piedad y Temor de Dios (de este último hablaremos próximamente que suele llevar a confusión).

La piedra de toque es el dolor; la clave, el discernimiento; la actitud, desidentificarse con todo y observar; lo fundamental, el Amor: amar y vivir sin el falso yo.

Insistir: para desarrollar esa espiritualidad contemplativa, además de ser un modo de estar viviendo las 24 horas, debemos reservar unos espacios diarios al entrenamiento. Repetidamente nos lo recuerdan las Sagradas Escrituras: clama, no ceses (Is 58,1); estad en vela; siempre con las lámparas encendidas. La contemplación es un estado sin solución de continuidad.

A más consciencia, más vida del yo verdadero, más Vida, más Amor y más felicidad. Nuestra consciencia quiere vivir identificada con el yo verdadero.

Y... cómo empezar, cómo se hace?

Si nos hacemos muchas preguntas no empezaremos. Se trata de empezar sin saber. Hay que despreocuparse respecto al no saber: vamos a estar así durante toda la vida. Acaso hay alguien que esté en disposición de enseñar cómo hacerlo? Hay grandes maestros, pero si no trascendemos sus letras nos quedamos como gallinas en el corral.

"Tú, en cambio, cuando vayas a orar, 'entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora' a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará" (Mt 6, 6).

Se requiere un espacio de soledad, silencio y recogimiento, sabiendo y siendo conscientes de que Dios está presente. Un espacio donde los sentidos corporales entran en descanso. Exteriormente, no hay nada que ver, ni oír, ni gustar, ni tocar,... Con la consciencia de que Dios está presente: Dios presente en nuestro interior, en nuestro Corazón que es el yo verdadero. Realmente, el santuario de Dios es nuestro Corazón. Nuestro yo interior es la verdadera imagen y semejanza de Dios.

Es pues esencial contar con esa Presencia en nuestro interior: ansiarla, desearla, quererla, amarla. Sin ser unos iluminados, sin fantasías, con serenidad, con paz.

El recogimiento o descanso de los sentidos (corporales) implica también tranquilidad, liberarse de la inercia del ajetreo diario, del estrés, las tensiones, las preocupaciones, euforias, prisas, urgencias,... y alcanzar un estado de relajación y equilibrio. Si es necesario, podemos aplicar alguna técnica de relajación o de respiración consciente.

"Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo" (Mt 6, 7-8).



El silencio interior no es obligar a la mente que calle por un tiempo.


Tampoco es poder poner la mente en blanco como si en esto consistiera la terapia.


A la mente la dejaremos como si funcionara sola.

El silencio interior lo debe hacer nuestra consciencia en su misión de observar y contemplar, se da cuando nuestra consciencia contempla toda la actividad de nuestro interior sin "tomar parte en el asunto". Así es cómo nos hacemos conscientes y nuestra consciencia acalla. El silencio interior se da cuando nuestra consciencia está en quietud, observando en silencio, sin adhesiones ni rechazos.

En silencio, nuestra consciencia tendrá presente al Corazón, a Dios, a la palabrería y frenesí del falso yo, al cuerpo, a la psique, al soma,...

Si nuestra consciencia está en silencio, lo que tiene que silenciarse, se silenciará. Y lo que no se silencie, le prestaremos atención y lo escucharemos.

Lo que no se silencia será el dolor: la culpa y la pena. Ver post "el dolor" y "la culpa". Y llega el momento de... ni ojo vio ni oído oyó. Cada cual se las componga con honestidad, franqueza y sinceridad con uno mismo. Cada cual está solo frente a lo suyo.

Recordatorio: nuestro Corazón abarca también nuestras Relaciones, el Corazón de los demás.

Un tercer movimiento contemplativo, junto con el silencio y la escucha, es el asombro, la admiración y la alabanza. Cuando ya vemos a través del dolor, se nos va manifestando la verdadera Realidad: el Corazón, Dios, la Realidad, otros Corazones, las sanaciones, lo que recibimos en vez de lo que esperamos,...

Una oración sin palabras y mucho contenido.
 

La moral: preámbulo

 

Hasta el momento, en esta serie de artículos dedicados a la espiritualidad contemplativa, no ha entrado en juego el juicio moral. Y según el yo verdadero seguramente tampoco haga mucha falta. Como decía S. Agustín en una de sus frases célebres más acertadas (si la sacamos de contexto), "ama y haz lo que quieras". En esa máxima nada hay de juicio moral pero sí de moral. Veremos cómo es posible eso después del preámbulo.

Hubo grandes pensadores que vieron a Dios como un ser arbitrario presuponiéndole Libre: pudo Crear la Realidad que conocemos u otra de las demás infinitas realidades posibles. Es lo que se llama el relativismo. Les ocurre lo mismo en la moral y lo llamamos relativismo moral.

La Libertad de Dios no se entiende porque el yo falso sólo conoce la libertad de opción. El no-relativismo moral no se entiende porque se antepone la verdad al obrar.

¿Cómo un ser tan grande como un espacio cartesiano, cómo un ser sabelotodo y un manitas todoposible puede estar limitado a una Realidad y, dentro de ésta, a una sola moral? Los más creyentes, fideístas, que no tienen recursos y se encogen de hombros, recurren a una anécdota también de S. Agustín diciendo: Dios es infinito y nuestra cabeza es limitada; Dios no cabe en nuestra cabeza. Os imagináis un cabezón tan grande que ocupa todo el espacio cartesiano? U os imagináis una piedra tan grande que Dios no sea capaz de levantar? Son cosas del yo falso que en su deriva es ocurrente. Como ocurrencia es pensar que Dios, como es infinitamente libre, tiene infinitas opciones a elegir.

El yo falso desconoce y no comprende (y no tiene forma de llegar a conocer ni de comprender) cómo Dios antepone el Amor a la Verdad y cómo la Libertad fundamental es su infinita libertad (ambas verdades las vimos en el anterior post). Y a imagen de Él, debemos ser nosotros.


Para no dejarle opción al relativismo deberíamos adoptar otro modelo de Santísima Trinidad, como se hace en otro post de este blog: Santísima Trinidad y el símbolo en el simbologismo. Y de paso se soluciona la cuestión del Filoque. Dos pájaros de un tiro.

Al obrar no se lo justifica con la verdad (ni a priori ni menos a posteriori). Se Ama al Corazón, no a la Verdad. Lo común, que es lo contrario, es una "inversión de la realidad".

Sin embargo se dice que "para amar hay que conocer, que si no hay verdad, no hay amor".
Si alguien quiere ver la mentira más sibilina y más astuta del Padre de la mentira, con la que tantos goles nos ha metido y sigue metiéndonoslos, hela aquí.
Se conoce con el amor, con el corazón, no con el intelecto. Como conocieron nuestros primeros padres a los animales y a las aves para nombrarlos. Si con la mente o falso yo se pretende amar mejor, se mea fuera de tiesto.

- Es que la verdad informa al obrar como la forma a la materia.

Y dale. Que verdad y obrar no forman una dualidad de principios como lo son materia y forma. Del Amar sigue la Verdad, en orden al ser (y ésta no vuelve a alimentar a aquella puesto que de aquella viene). Aunque en realidad, la Verdad es el Amor (y no a la inversa).
 

domingo, 17 de agosto de 2014

El drama de la Libertad

 
Al hablar del Génesis vimos cómo tenemos la libertad fundamental del Hombre (varón y mujer) y cómo aparece la libertad de opción. Sin la primera no existiría la segunda.

La libertad es otra de las dimensiones del ser humano por el hecho de ser racionales: seres personas y por tanto, autoconscientes. La filosofía clásica habla de lo personal como racional y de lo impersonal como irracional (sean animales, minerales, el Cosmos). Aunque todo sea expresión del mismo Logos, de la misma Razón, del mismo Amor.

El Ser y las Relaciones están íntimamente unidos: la misma naturaleza del Ser es relacional. De igual manera la Razón y la Libertad: ser libre es constitutivo de la Razón.

La libertad fundamental es ejercer el Amor-Razón libremente (el Amor, la Verdad, la Vida, la Bondad, la Belleza). La libertad de opción se da cuando la Ciencia del mal, del no-Amor, de la no-relación (relación sólo con uno mismo), está presente.
Lo malo es no-Amor, no-Verdad, no-Vida, no-Bondad, no-Belleza, no-Relación. Es decir, odio, mentira, muerte, maldad, fealdad, soledad no buscada.

El mal es ausencia de libertad fundamental, mutilación del Ser, Naturaleza dañada o caída. Elegir el mal es dejar de ser libre. Cuál es pues la naturaleza del mal?

Al elegir el Amor, estamos eligiendo nuestra Naturaleza y a Dios: estamos eligiendo a algo/alguien que existe, que Es.
Sin embargo, al elegir el mal, estamos optando por ir en contra de la Naturaleza, de Dios, de nuestro Ser. El mal no tiene existencia como tal. El demonio no es la encarnación del mal (entre otras cosas porque no es de carne): solamente ejerce el mal, el odio, el ser mutilado.

El mal no es optar por algo que existe sino optar por ir en contra de lo que existe (la Creación y su Autor). Es como ir en contra de un padre atacando a sus hijos, cuando son los propios hijos los que se atacan entre ellos y contra el patrimonio que van a heredar.

Tal es así que el ser de un demonio, por el hecho de seguir siendo, sigue siendo bueno. El mal es el daño, la mutilación de sus relaciones. Y vivir así solo es para atentar contra el resto de lo creado, incluidos los hombres.

El mal no ha sido creado. El mal aparece cuando lo creado se vuelve en contra de sí mismo por pretender dejar de depender del Creador, de la Naturaleza. La libertad que muchos nos venden o que el demonio nos promete es falsa.

No existe, por tanto, una "fuerza del mal" al mismo nivel de otra "fuerza del bien". El bien o la verdad no tiene "fuerza", tiene vida, tiene existencia. En todo caso, lo que debería tener fuerza es el mal para intentar aniquilar la vida y el ser de lo que existe. Ni una fuerza infinitamente titánica es capaz de devolver a la nada lo que es.

O sea, la Vida son las Relaciones y éstas nos hacen libres; y si la Verdad nos hace libres, la Verdad son las Relaciones. El Amor es ejercer las Relaciones, no una verdad.
O lo que es lo mismo, la muerte no es dejar de existir sino dejar de relacionarse con la Realidad.
No podemos estar muertos en vida. Hay vida antes de la muerte. La Vida la dan las Relaciones, no la Verdad, en orden a la naturaleza.

La Realidad no es una dualidad bien-mal. Eso se lo dejamos a la literatura fantástica.

Como dice el título del libro de Rüdiger Safranski, "El mal o el drama de la libertad", estando el mal como opción, la libertad es el gran drama para el Hombre y el drama del devenir histórico de la Humanidad.

Vuelve hacia atrás por el blog y relee lo dicho sobre el yo falso. Verás a la luz de esta post lo que es ir a la contra de uno mismo y lo atractivo que puede ser optar por la Ciencia del mal.

Y recuerda lo dicho sobre el final del yo falso: no vamos en su contra sino a favor del Corazón. Simplemente así, se esfuma él solito. Lo que existe es el Corazón, la Naturaleza. El esfumarse del yo falso indica su no-entidad.
 

Paternidad de Dios y de la Naturaleza

 
"¿Es que no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? Que Dios desde siempre es Yahveh, creador de los confines de la tierra, que no se cansa ni se fatiga, y cuya inteligencia es inescrutable" (Is 40, 28).

"Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos - oráculo de Yahveh -" (Is 55, 8).

"¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos!" (Ro 11, 33).


Se nos puede venir la idea de que esto de la contemplación parece algo muy fácil: uno contempla, reconoce un dolor, llega la Naturaleza y lo sana.

Luego vienen los abandonos y deserciones del Camino: impaciencias y rabietas de niño, que hay que ser infantes pero no inmaduros; eso de probar a contemplar a ver qué pasa como si fuera una nueva comida; alguien muy inteligente piensa que le va a salir a pedir de boca; otro persigue el poder de la mente, como un culturista sus músculos, y espera que la Naturaleza llegue a ser su esclava;...

El Camino no es tan "directo" como pensamos y esperamos. Hay que saber que ponemos obstáculos a la Gracia, entorpecemos a la Naturaleza: nuestros pensamientos no son los de Dios (Mc 8, 33). Por tanto hay que abandonarse es su Divina Providencia (los nihilistas que traduzcan; los creyentes que les chirría la expresión que la reexpresen). La mística consisten precisamente en eso, sin negar la ascética. La buena ascesis es una aliada, sobretodo al principio.

Con renglones que nos parecen torcidos, Dios está escribiendo recto. De primeras, no nos da lo que le pedimos, nos da lo que nos conviene, nos da otra cosa muchísimo mejor.

"Para ir a donde no sabes, hay que ir por donde no sabes", decía S. Juan de la Cruz que tenía cierta experiencia en estas lides y cuyo método es la "desnudez espiritual": bienaventurados los pobres de espíritu... os acordáis?

Para llegar al Todo...
Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada.
Para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada.
Para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada.
Para venir a lo que no gustas,
has de ir por donde no gustas.
Para venir a lo que no sabes,
has de ir por donde no sabes.
Para venir a lo que no posees,
has de ir por donde no posees.
Para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres.

Modo para no impedir al Todo:
Cuando reparas en algo,
dejas de arrojarte al todo.
Porque para venir del todo al todo
has de negarte del todo en todo.
Y cuando lo vengas del todo a tener,
has de tenerlo sin nada querer.
Porque, si quieres tener algo en todo,
no tienes puro en Dios tu tesoro.
 

El discernimiento

 

Con el paso del tiempo, el contemplativo va ganando en sensibilidad interior, en la escucha del Corazón y en la fidelidad de nuestra respuesta; en sensibilidad corporal: cada vez el cuerpo se va expresando mejor y lo vamos comprendiendo mejor.

Al contemplar, tenemos recuerdos, imagina-ciones, estados anímicos y nuestro cuerpo. La esquematización de lo que se ha venido diciendo no sirve de nada. Ser racionalizador e intelectualoide sirve de poco. Hay que ser sencillos, no doctos.

Al contemplarnos sólo nos habla el dolor. Si la Naturaleza son las manos de Dios, el dolor es el lenguaje precursor de la Palabra (Amor) y el Obrar de Dios (Amor).

Al contemplar, tenemos que distanciarnos de los pensamientos, de los estados de ánimo, de los recuerdos, de la imaginación, del cuerpo,... y observarlo todo como si no fuéramos nosotros, sin clasificar las cosas entre buenas y malas (eso es cosa del yo falso). Tenemos que observarnos como quien observa y registra el tiempo atmosférico y el movimiento de los astros: cuando llueve, llueve; cuando hace viento, hace viento; cuando sale el sol, sale y cuando se pone, se pone; en verano calienta más en sol y en otoño se caen las hojas.

La humildad consiste en reconocer todo lo que ocurre por dentro, conocernos bien, aceptarlo todo, asumirlo para responsabilizarse y avanzar por el Camino de la sanación, por el Camino a Dios, por el Camino de nuestra vida y de nuestro mundo.

La humildad se da cuando el yo observante/consciente realiza bien su función sin confusiones ni enredos con el yo falso.

Por otro lado, como vimos en el tema de la culpa y la pena, sufrimos pena heredada, sufrimos pena infringida por nosotros mismos y sufrimos pena causada por los demás. También sufrimos pena causada por accidente o desastres que incluso la culpa es colectiva o no es posible determinar.

Con esto quiero decir que no podemos estar quebrándonos la cabeza por el reparto de las culpabilidades e insistir en señalar al culpable de las propias heridas y esperar que repare nuestro daño. Tampoco podemos estar con la conciencia dudosa, sin desembarazarse de los sentimientos de culpabilidad.

Se vio como nos liberamos de la culpa. Los católicos, si la materia de los actos es grave sin parvedad tenemos la obligación de recibir el perdón en la Confesión. Eso no resta que previamente ya hayamos sido perdonados: Dios no se ata las manos ni se limita con la celebración de los Sacramentos. De hecho también hay Comunión espiritual.

La conciencia moral debe estar clara. Para liberarnos de la culpa, podemos pedir perdón de la que recordamos, de la olvidada y de la que se nos oculta. Y adelante!

"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mt 16, 24). Niegue al yo falso, sea responsable de su pena y recorra el Camino de la reparación, de la salvación, de la redención, de la sanación.
No podemos bajarnos de la Cruz. Nos salvamos muriendo en la Cruz: haciendo desaparecer al yo falso por la restauración de nuestro Corazón, del Amor. Esa es nuestra resurrección, volver a la Vida.

De las penas del prójimo también nos debemos responsabilizar (que no es culpabilizar). Amar al prójimo también es colaborar a curar sus heridas como el buen samaritano (Lc 10, 33-35) o llevar su Cruz un tramo como hizo el cirineo. No podemos suplir su responsabilidad, pero en el caso de quien se responsabilice de sus penas, sí debemos colaborar. Y más si hemos sido culpables en algo.

Dicen los neurólogos que para salvar un mal hay que hacer siete veces el bien. El Amor no tiene límites.

Para contemplar bien todo esto es imprescindible el discernimiento.

Discernir la procedencia de todas las "voces" que se alzan en nuestro interior. Durante todos estos posts sobre espiritualidad se dan pistas para discernir. Pero a la hora de la verdad, de poco sirve ir recordando teorías. Debemos discernir la voz del Pastor de las demás voces. La palabra que pronuncia Dios, nuestro Corazón, es Amar. Para oírla, las otras palabras se irán silenciando al discernirlas y descartarlas.

"Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen" (Jn 10, 27). Reconoceremos su Voz con el discernimiento e iremos por su Camino.

Estar en vela (Mt 24, 43) es la función del yo observante/consciente para discernir si quien llega es un ladrón.
Mantener las lámparas encendidas con reserva de aceite (Mt 25, 4) es la claridad del discernimiento para reconocer la voz del Esposo.
 

sábado, 16 de agosto de 2014

Un mensaje de Esperanza

 
Aquí tenemos un gran cita de Thomas Merton donde habla del contemplativo.
Es impresionante y muy ilustrativo. No resalto nada porque lo resaltaría todo.
Todos somos contemplativos.
"El mensaje de esperanza que te ofrece el contemplativo, no consiste en que tengas que buscar tu camino a través de la jungla de palabras y problemas que hoy envuelven a Dios, sino que "Dios te ama", lo entiendas o no, que está presente en ti, que habita en ti, que te llama, que te salva y te ofrece un conocimiento y una luz que no tienen comparación con nada que hayas encontrado en los libros u oído en los sermones.

El contemplativo no tiene nada que decirte, sino alentarte y asegurarte que si te atreves a penetrar en tu propio silencio, a caminar en la soledad de tu propio corazón, y a arriesgar el compartir esa soledad con el otro solitario que contigo y a través de ti busca a Dios, llegarás a encontrar la luz y la capacidad para hallar lo que está más allá de todo lo que se puede decir o explicar, ya que está demasiado cerca para poderse explicar: la íntima unión en las profundidades de tu propio corazón entre el Espíritu de Dios y tu más recóndito y oculto yo, de modo que tú y Él seáis en verdad un sólo espíritu".
Thomas Merton, El Camino monástico.

Otra cita muy adecuada:
"Hablando en propiedad, no nos hacemos contemplativos. Todos nosotros somos ya contemplativos en las raíces y en la realidad de nuestro ser. Porque en las raíces de nuestro ser estamos unidos con Dios, unidos con los demás, unidos con el mundo en que vivimos. Oramos no para llegar a ser algo, sino para caer en la cuenta de lo que ya somos. Tanto la oración, el silencio, como la soledad, pueden ser momentos de gracia para despertar en nosotros la conciencia de lo que somos en Dios".
"Silencio en llamas", de W. H. Shannon.
 

El dolor

 
Los órganos sanos se mantienen en silencio. Lo que funciona bien pasa desapercibido.

El dolor es todo aquello que se hace notar porque no está bien del todo, desde la sique, el Corazón, las relaciones o el cuerpo (las somatizaciones, contracturas y sobrecargas, nudos en la boca el estómago o en la garganta, agotamiento, falta de apetito, sobrepeso, varices, defectos varios, quemaduras, roturas, desgarros, varices, embolias, infartos, insolación, digestión pesada, tristeza, depresión, ansiedad, insatisfacción, fracasos, duelos, fragilidades y debilidades, mala fama,...).

Todo, todo lo que se haga notar lo llamaremos dolor: concepto ampliado de dolor.

El dolor será para nosotros un lenguaje. Gracias a él sabremos lo que hay que ir sanando. Es de agradecer el lenguaje del dolor. No sentir dolor es un peligro.

Dios nos habla con el lenguaje del dolor. Nos va indicando en cada momento por dónde hay que ir. Al mirar cara a cara al dolor con valentía, al sentirlo, Dios será misericordioso y nos justificará, nos irá sanando con sus manos que es la Naturaleza.

Hay que escuchar y aprender el lenguaje del dolor, las directrices de Cristo. Y para escuchar, silencio interior.

El dolor señala una pena, un daño en el Corazón que debemos reparar. Comprendiendo y conociendo el daño, posibilitamos su reparación, mejorando nuestra capacidad de Amar y redundando en nuestra felicidad. Precisamente, el cómo reparar lo vimos en el post anterior.

El falso yo es quien no comprende, odia y rechaza el dolor. Hasta lo enmascara muchas veces porque no quiere reparaciones. A veces nos confundirá y aplacaremos el dolor con sus apetencias inmediatas, agravando el Corazón (por ejemplo, la ansiedad no se cura comiendo chocolate, ni las frustraciones se ahogan con alcohol). Sabe que irá muriendo con la sanación progresiva y el crecimiento del Corazón.

Y se trata de eso, no? De morir al hombre viejo y renacer al hombre nuevo. Hablando Jesús con Nicodemo le dijo: "el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios" (Jn 3, 3).
 

La culpa

 

Al actuar mal somos culpables en función de la gravedad de ese acto. Luego, según el grado de voluntariedad, consciencia y libertad, se reduce la culpa. De tal manera, si actuamos absolutamente sin libertad o sin consciencia y, por tanto, sin voluntad propia, entonces no se es culpable.

La pena es el padecer el daño infringido contra el propio Ser que perdura hasta la recuperación.

La pena y la culpa están relacionadas. Mayor pena indica mayor culpa, salvo reducciones. Puede darse el caso teórico de padecer una gran pena sin tener culpa, en orden a la ausencia de consciencia o libertad.

El daño directo de un mal acto puede recaer sobre otra persona o sobre un ser no personal (como los animales, el ecosistema,...). Así, la otra persona padece una pena sin tener culpa, sin haberla causado. Pero el ejercicio de ese acto malo también nos hace daño: somos más malos.
Si el daño directo de ese mal acto recae sobre nosotros mismos, padecemos entonces el daño sobre la Naturaleza y el daño moral.

Cómo se come todo esto?

El daño causado por el acto, daña más aún la Naturaleza, el Corazón, con lo que crece relativamente el falso yo. El daño moral del acto es un refuerzo al falso yo y somete más al Corazón.
Ambos daños/penas reduce nuestra capacidad de Amar y disminuye la calidad de nuestras relaciones, nos distancia de los demás y de la Realidad. Al reducir la calidad de nuestras relaciones también afectamos al prójimo y a la Creación entera.

El individualismo comete el error de no considerar las relaciones siguiéndose el desentendimiento de los demás y de lo demás, pensando así el falso yo.

Cómo saldamos todas esas deudas? Cómo reparamos todos esos daños?

Al reconocer la culpa se sigue el arrepen-timiento en caso de tenerla. Nos liberamos de la culpa realizando actos de Amor a Dios. Los nihilistas, al Tao, por ejemplo; o a la propiedad de la Naturaleza de poder restaurarnos.
Si rehusamos reconocerla o no nos arrepentimos, mal andamos. Un sincero y total arrepentimiento redundará en la grandeza del Amor profesado a Dios, en la grandeza de nuestro Corazón. Dios nos acoge como hijos pródigos y hay festejos en el Cielo.

Para reparar el Corazón (propio, ajeno) o al resto de la Realidad del daño padecido, primero hay que ser conscientes de todo el daño. Y segundo, realizar actos de Amor a uno mismo, es decir, al propio Corazón si es el que tenemos que reparar; actos de Amor a los demás, si tenemos que colaborar a reparar daños de los demás Corazones; o actos de amor a otros seres, como animales, el ecosistema, la sociedad,...

Obras son amores y no buenas razones o sentimientos tristes de compasión o de autocompasión. Todo lo que no sean obras amando indica inmadurez e irresponsabilidad.

Madurez en la responsabilidad, hacerse responsables como personas maduras para obrar. Obrando y amando como niños: "si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos" (Mt 18, 3). Sinceridad, nobleza, inocencia, gratuidad sin esperar nada, desinteresadamente, agilidad de reacción sin sentirse fracasado o incapaz,... son algunas características de ser espiritualmente infantes ante Dios, frente al Amar.
 

viernes, 15 de agosto de 2014

El lenguaje del creyente

 
Como se dedicó un post al nihilismo, este se dedica a los creyentes.


Vamos paralelamente a la descripción de nuestro ser y su estado, tratando de traducir el lenguaje del creyente al del nihilista y viceversa.

La Fe cristiana hace que nos dirijamos directamente a Cristo, a Dios y al Espíritu Santo. Los que tenemos Fe no estamos acostumbrados a tratar con la Naturaleza ni con la Energía ni con estamentos o entidades impersonales intermedios entre nosotros y Dios.
Nadeamos a la Naturaleza como si esta no tuviera dinámica propia y Dios, cuando interviene, lo hace saltándosela a la torera. Ni Dios juega al ajedrez con nosotros, ni está lejano como viéndonos a distancia en lo alto del monte Olimpo.

La Naturaleza son sus Manos. Y la Naturaleza siempre está pronta a auxiliarnos. Luego Dios está cercano y pronto a socorrernos.

El yo verdadero, el Corazón, es el templo del Espíritu de Dios en nosotros. El el yo verdadero o interior es Amor a imagen y semejanza de Dios Amor.

El nihilista no necesita llegar al término de Dios. Se queda con Naturaleza, yo interior, Corazón, Amor, porque sí reconoce más fácilmente esos términos pues no se los salta.

Esa es la diferencia entre tener Fe y no tenerla. Los que tenemos Fe tratamos con personas (divinas, en este caso, y otras espirituales) y los nihilistas tratan con realidades impersonales como es Vida, Naturaleza, Realidad, Cosmos,...

En cualquier caso, la Naturaleza es la misma para todos, el Amor es lo mismo para todos, el Cosmos es el mismo para todos,... la Creación es la misma para todos aunque los ateos la consideren increada o viceversa.

Luego está el lenguaje bíblico. Los nihilists deben saber interpretarlo como reconociendo símbolos y llegar a saber qué indican, como si leyesen el libro de los Vedas o el del Tao.

Qué significan los querubines a la puerta del Jardín, qué simboliza la serpiente, qué implica que el hombre diese los nombres a los animales, por qué el relato del Génesis no es científico,...

En fin, no es tan difícil tener un poco don de lenguas y entender el lenguaje de unos y de otros.
 

La antropología del Génesis

 
Seguramente sea muy atrevido por llamar al contenido de este post "antropología", pero bueno, por lo menos se habla del Hombre, varón y mujer. Es una interpretación de ese periodo al trasluz de lo escrito de nuestra naturaleza dañada.


En tal estado originario la Razón no estaba fracturada. El hombre era amor 100%. Conectaba de corazón a corazón, de ser a ser. Todavía no había hecho su aparición el yo falso. El yo observador/consciente no hacía falta, no era necesaria su función: todo era bien, no había que estar en vela. No tenía que venir el ladrón, del cual ahora no sabemos el día ni la hora en que vendrá. Tampoco esperar al esposo y estar, como las vírgenes prudentes, con el candil encendido.

El hombre (varón y mujer) dio nombre a todos los animales del campo y a las aves. La relaciones con todos los seres era perfecta. La relación de Corazón a Corazón hace que los dos Corazones sean uno. Se da el Conocimiento de el otro (sean animales, personas,...). Dar nombre es nombrar su verdadera esencia; no es algo arbitrario o nominalista.

En medio del Jardín habían dos "árboles" muy particulares: el árbol de la Vida y el de la Ciencia del Bien y del Mal.
Tenían ambos vida eterna y Dios les da el árbol de la Vida. Parece que Dios les dio algo para comérselo a Él.
Pero no podían saber la Ciencia del Bien y del Mal... por libre elección. El varón y la mujer ejercían su libertad fundamental de no conocer tal ciencia por su decisión. No tenían ningún problema con ello y seguir en unidad interna, unidos a Dios y unidos a toda la Creación: amando que es lo que da felicidad, amando libremente.

Hasta que tuvo que llegar la prueba. Aparece el ejercicio de la libertad de opción que, al ser opciones que no están al mismo nivel, es una trampa a sortear. Una disyuntiva moral que en principio no deberían tener mayor problemas.
La prueba llega de manos de un ángel caído/dañado (una persona angelical) y se dirige a la mujer (es de suponer que la sicología diferencial ya se daba, siendo la mujer más empática). Apunta al supuesto falso yo como si ella ya estuviese en ese estado dañado/caído. El diablo, sin dignidad ni Corazón, no puede ponerse al nivel de la mujer.
Ella debería haberse percatado de que todo era hermoso y bello excepto ese ángel, como siendo un poco raro sin encajar en la Realidad. Parece que no reconoció su corazón negro ni su esencia. La relación con un demonio no es bidireccional: no ama solo quiere ser amado. La mujer en su estado de perfección con capacidad de conocimiento directo, lo ve y no hecha a correr (es de suponer por esa unidireccionalidad).
Le siguió la corriente y... ahí rebajó su dignidad. El ángel ya tenía el campo abonado.


La relación de ella con el "árbol" estaba dañada: lo miró con distanciamiento, dejó de conocer la esencia y reparó en las apetencias inmediatas, como hace el falso yo.

El ángel no le dijo ninguna mentira. Fue la mujer quien se confundió (pensó en la sabiduría) y... conoció la Ciencia del Bien y del Mal. Aunque parece que todavía no es muy consciente.

El varón también conoció esa Ciencia y fue cuando ellos, dado el mismo estado caído en ambos, fueron conscientes. Ya no conocían las esencias, sino sus apetencias. Efectivamente, el yo observador/consciente aparece en su interior y conoce el Bien por un lado y el Mal por otro: su fractura interior y lo que quedaba del Corazón.

De facto ya estaban fuera del Paraíso.

Nos queda un último detalle. Como sabemos, por decisión propia o por dejarse seducir, el yo falso hizo su aparición y no puede unirse al yo verdadero. Primero porque en su deriva está perdida, sin norte. Segundo porque al ser falso ese yo, solo tiene que esfumarse cuando se dé Vida al Corazón, al yo interior-verdadero.

En tal estado, no deberían comer del "árbol" de la Vida, no pueden comer a Dios. Él coloca a "querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida" (Gn 3, 24).
 

Las corrientes orientales

 
Las corrientes orientales entran en occidente.
La Iglesia Católica tiene varios documentos en los que habla de este tema, así como de la New Age. No voy a buscar citas pero esto es debido a la crisis de la espiritualidad en nosotros con las ganas y necesidad de ella. Y así lo reconoce la Iglesia.
Es decir, en algo estamos fallando. Pero... bendito fallo.

No voy a entrar en esto que se llama la Nueva Era. Toda la vida luchando la Iglesia contra los gnósticos y cada vez hay más. Otro error de estrategia. jeje
Me refiero a las corrientes propias de oriente y las terapias que ofrecen.


Las filosofías orientales, ni son nihilistas ni son gnósticas: ni sí ni no sino todo lo contrario. En oriente no tienen planteadas esas cuestiones. Esos problemas son propios de la racionalidad occidental.

Sus técnicas terapéuticas no son cosas de magia ni de placebos. Ellos descubrieron la Energía: cómo y por donde circula por nuestro cuerpo. No es la energía que consumimos para tener luz y que funcione internet, ni para que funcionen los coches.
Ciencias y saberes orientales que aquí se las consideran seudociencias porque no hacen pastillitas ni se hacen operaciones quirúrgicas. Las ciencias orientales no siguen el método científico, porque es creación de occidente. Nuestro método científico lo tenemos entronizado, sobretodo los ateos beligerantes. Y todo lo que se salga fuera de él queda excluido del saber.

Estas corrientes filosóficas orientales ni van en contra de la Fe cristiana ni a favor. Ni son herejías ni ortodoxia. Es más, enseñan un aspecto de la Creación nuevo u olvidado. Y en cuanto Creación también alaba al Señor como los montes, la luna o los pájaros.

¿Que diferencia esencial hay entre las terapias orientales y las occidentales?

Nuestra Ciencia es fenomenológica como lo es Kant. La Medicina occidental va orientada a calmar síntomas, a intervenir artificialmente sobre la bioquímica del cuerpo sin sanar el Corazón, cuando la causa de las enfermedades es principalmente la Mente, su escisión, la fractura de la Razón, el pecado original (algo que trataré en el próximo post). No hay enfermedades, hay enfermos.
La terapia de un sicólogo va orientada a intentar mejorar el yo falso, es racionalismo contra racionalismo. Aunque en el mejor de los casos, ese racionalismo produzcan mejoras, el paciente sigue con su falso yo con versión mejorada (en el mejor de los casos, digo).

El objeto de las terapias orientales van dirigidas a la misma Naturaleza, al Corazón, a las causas, y disminuye la fuerza del falso yo como en el deporte. Un cuerpo con la Energía equilibrada y fluyendo adecuadamente no enferma.
Huelga explicar esas terapias. Para el fin que nos ocupa, esto es suficiente. Quien quiera que las experimente.

Estas terapias, en occidente, tienen tres problemas.
Uno es que los tratamientos son caros y largos. Pues la Naturaleza se toma su tiempo y su proceso. No es como una aspirina que te alivia el dolor de cabeza (pero no la causa).
Otro de los inconvenientes es la misma mentalidad y forma de vida occidental. Esto lleva a no pocas incomprensiones. Queremos efectos inmediatos y espectaculares. Como el yo falso quiere.
Y el tercero es que no tienen en cuenta el pecado original. Eso es judeocriatiano. No tienen en cuenta que aquí, la cabra tira más fuertemente al monte. Aquí somos más racionalistas y hay demasiados falsos yo influyendo en su contra.

Nota: las terapias orientales no sustituyen a nuestra ciencia médica. Son prevención o complemento.
 

El deporte

 

En este post y en el siguiente veremos dos actividades en las que se le resta influencia a la Mente (esa mente escindida del corazón por motu proprio, no la mente que consideran los sicólogos) y favorece al Corazón.

Una de las actividades es el deporte. En realidad es cualquier actividad física. Pero actividad física fuerte en el trabajo ya pocos la hacen.

Practicar deporte hasta agotarse realmente y un poco más. Los que hacen maratón conocen las fases por las que pasa su mente y la fortaleza que tienen que sacar para llegar a la meta.

Al practicar deporte ocurren varias cosas:
1.- Es una actividad de ocio y esparcimiento. Un paréntesis en las preocupaciones y las exigencias de la vida común y de trabajo. Te juntas con gente que para jugar no se las juzga, relaciones interpersonales sin necesidad de etiquetarse unos a otros. Eso son relaciones de corazón a corazón. No de falso yo con cosas.
2.- Para jugar, competir o practicar cualquier deporte no hace falta seguir el rol de ninguna ideología, ni de ninguna adscripción política, ni de preocuparse por las apariencias ni del qué dirán,...
3.- Si no se desconecta desde el principio, llega un momento que el agotamiento físico hace al falso yo rendirse.

Claro que se dan casos en que, en vez de darse la rendición de la Mente, ocurre lo contrario: se reafirma o incluso se refuerza.

Por ejemplo, hay quien compite con malas artes, que juega para ganar y ganar a toda costa, que quiere ser superior y machacar al contrincante. Aunque pierda y se frustre, el yo falso se fortalece. La frustración no lleva a la humildad como tampoco verse humillado.
O por ejemplo, quien va de figurín. O quien va de pijo.
También hay gente que se toma el deporte como terapia y le sale el tiro por la culata. En realidad necesitarían otras terapias; o conocerse mejor a una profundidad a la que no ha llegado, es decir, ser contemplativo de verdad.
 

El yo observador y consciente

 

Siguiendo en la línea de los posts recientes, sabemos que tenemos dos yos. Como decía Pablo de Tarso, tenemos dos leyes y hacemos el mal que no queremos y no hacemos el bien que queremos.

Otro aspecto a considerar del ser racional-relacional es su carácter reflexivo, autoconsciente, con consciencia de sí mismo, es decir, puede observarse, analizarse y examinarse. Nos aparece un tercer yo.
Ahora tenemos el yo falso, el yo verdadero/interior y el yo observante/consciente.
He de decir que estas nociones no tienen una correlación con las de la Sicología. Si es posible una estructuración conceptual de todo esto, se parten de bases distintas, con una estructuración distinta y con una metodología distinta.

El yo consciente puede adherirse o identificarse con el yo falso o con el verdadero. El yo falso tiene el atractivo de tender a bienes más inmediatos y de rápida satisfacción (aunque se agoten y tengan un efecto perecedero como una crema antiarrugas o una prenda de moda, y hasta nocivo, como las drogas, sustancias para la rápida musculación, mala alimentación a base de caprichos,...). Además de ese atractivo, el yo falso habla más fuerte, con más contundencia, con más simpleza. Lo que hace que parezca más entendible.
Es más fácil que el yo observante se identifique con el yo falso dejando de observar; o tienda a otorgar al yo falso ciertos deseos. Sobretodo si no conoce al yo interior.

No os resultará extraño que mucha gente no sepa que tiene un yo verdadero. Todo esos falsos y reducidos conceptos de amor lo impide. Podemos decir a alguien en una conversación privada y de fondo: "tú no eres así, estás siendo así". Generalmente encontraremos una reacción de extrañeza u otra más fuerte: la de tacharnos de pirados.

El Corazón no habla fuerte como imponiéndose, ni dando golpes sobre la mesa, ni es tan contundente, ni tan exigente; debemos mirar a largo plazo; parece que se pierde algo de control pues todo deja de depender solo de uno mismo,... Para escuchar al Corazón hay que silenciar al yo falso sin ordenárselo. Sencillamente volver a poner distancia para ser otra vez observador.

El yo observante es quien en algún momento se da cuenta de su mal camino, de su desorientación o quien reaccione ante unos toques del Corazón.
Es el yo observador quien realiza la contemplación y quien decide adoptar la nueva vida de la Vida. Eso sí, hay que estar sobreavisados: el yo falso se las va ingeniar siempre para no morir; lo va a evitar a toda costa y con todos sus medios. Siempre hay que estar alerta: el yo observador no debe desaparecer.

Bueno. Todo esto está muy bien, pero en realidad somos una mezcolanza, más o menos inconsciente, de todos estos yo manifestada como una unidad.
La solución... dentro de tres o cuatro posts.
 

jueves, 14 de agosto de 2014

El Ser del ser humano │ 2 de 2

 
Redescubrimos el Amor, redescubrimos nuestro Corazón y nuestro cuerpo, y nos queda todo por descubrir. Redescubrimos nuestra animalidad, nuestra racionalidad, nuestra Razón fracturada por la escisión de la Mente quedando fracturado nuestro yo.
Descubrimos como esa Mente somete, esclaviza, oculta y llegaría a encadenar al Corazón en una mazmorra (permitidme esta imagen algo fuerte :) ). Lo hace sufrir y hasta lo hiere. Esto se resume en una palabra: lo tortura. A lo que el Corazón responde con un Amor más encendido. El amor es infinito: lo que haga falta sin escatimar recursos.

Y recordar que todo lo redescubierto, nunca es definitivo. A la Realidad no la agotamos. Siempre nos quedarán nuevos mares y tierras nuevas por Conocer, para saber Amar más y mejor.

La Mente crea un yo falso y el yo verdadero queda oculto pasando a ser el yo interior. Cuando reina el yo interior, el yo falso se esfuma y es el yo verdadero quien se manifiesta.

Ser, Amor, Naturaleza (la naturaleza de los entes que existen y tienen ser propiamente), Corazón, Razón son una misma cosa: se identifican; son todo en todo. Se distinguen por su esencia, pero cada esencia no es parte de un todo. Ontológicamente no se distinguen.

Pero vamos a lo que vamos.

Una característica esencial del ser humano es que es relacional. Un aspecto muy olvidado, puesto de lado y casi anulado por la Razón del falso yo. El individualismo es una nota dominante en nuestra cultura, mentalidad y hasta en la Ciencia experimental.

Las relaciones son parte de nuestra naturaleza, de la Naturaleza del Ser, de nuestro ser. Se dice que es nuestra segunda naturaleza, aunque esa expresión es más propia del falso yo por su Razón nostálgica (ya lo veremos). Decir "ser relacional" (sustantivo y adjetivo) es una redundancia, aunque necesaria para despertar nuestra conciencia.
Las relaciones nos "contaminan", nos complementan, nos realizan. Somos en función de nuestras relaciones. Un ser sin relaciones es un absurdo, solo considerable como entelequia.
Son como la materialización del amor. Y huelga decir, porque lo sabemos todos, que las relaciones establecidas entre corazón y corazón son bidireccionales por su misma naturaleza, no por la calidad del "dar y recibir" o por la calidad de la respuesta.

Cuáles son los objetos de amor? Otros corazones. El yo verdadero, el yo interior, el Corazón, la Razón del Corazón, la Naturaleza, ama otros Corazones. Ama otros seres, otras personas.

El yo falso también tiene sus objetos de amor. Recordemos que es escisión del Amor. La Razón del falso yo, el amor del falso yo, rechaza el dolor. Forma parte de su nostalgia.
Ama teniendo en cuenta su satisfacción. Ansía ser perfecto, fuerte, de aspecto saludable para ser el centro y sentirse superior como intento para llegar a ser amado; bueno en cuanto poder ser adorable, bello en cuanto ser admirable. Ansía ser el verdadero, el auténtico, el genuino yo. Y así se reafirmará tanto más fuerte cuanto más amenazado se vea.
Ansía todo esto puesto que no lo es. Puede llegar al extremo de vender su alma para serlo. Reclama Amor y quiere conseguirlo amando primero las cosas que oculten sus carencias (o así lo piensa, verdad?).

Pero claro, el amor a cosas, la relación con cosas no es bidireccional. Además, es falso amor, es apego. Por eso ansía ser amado (forma parte de su nostalgia).
Está perdido en ese bucle que le impide salir de sí.
Es prisionero de sí mismo.

El falso yo ama a ídolos falsos, a dioses muertos que no hablan ni ven.
El yo verdadero ama al "dios vivo" que habla, ve, siente,...

Ya tenemos más recursos para distinguir ambos yos, ambas Razones, ambas naturalezas: el objeto de su amor: corazones o cosas.

La Filosofía razona según las manifestaciones del yo falso, sin embargo no pocas veces los grandes filósofos, en cuanto genios, dan pistas de ese yo interior y lo reclaman. Es lo que llamo "razón nostálgica". Expulsado del Paraíso por haberse escindido de la Realidad, del Corazón, el yo falso siente nostalgia, tiene algún vago recuerdo de ese estado originario que añora [los nihilistas que lo traduzcan, que saben o saben que es posible]. Por eso siente rechazo al dolor, al sufrimiento y a la muerte.

Ahí tenemos a Schopenhauer, con su separación de Idea y Voluntad. Y su libertad para no estar alegre. Lo primero define muy bien ese estado fracturado en que nos encontramos y lo segundo indica que la verdadera alegría viene del Corazón y sus relaciones (valga la redundancia). En su honestidad, no quiere ser feliz.
Tenemos a Rousseau, con su "el hombre es bueno por naturaleza" y la sociedad lo corrompe (como intuición y nostalgia no está mal). O "el hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado" (el falso yo considera a las verdaderas relaciones limitantes de libertad).
El "pienso, luego existo" de Descartes. Que no es capaz de saber que existe porque ama, porque se comunica, por la actividad de las relaciones con otros corazones. El yo falso encerrado en sí, solo sabe que existe porque piensa.
Los autores de todas esas dialécticas para el advenimiento de la plenitid del conocimiento, del perfecto orden social, para la realización de las utopías,... Etc., etc.

Bueno, vamos avanzando pero nos quedan algunas cosas y el plato fuerte.
 

La nube del no saber │ cap. 67

 
La ignorancia respecto al funcionamiento de las potencias del alma puede llevar fácilmente a error y a entender mal la instrucción sobre la contemplación; de cómo la persona se hace casi divina por la gracia.


Mi querido amigo en Dios, fíjate a qué riesgos nos vemos expuestos por el pecado original. ¿Ha de extrañarnos el que estemos ciegos y engañados a la hora de interpretar el significado espiritual de ciertas expresiones, especialmente si somos tan ignorantes de nuestras propias facultades y de su funcionamiento? Has de darte cuenta de que siempre que estás ocupado en cosas materiales, por buenas que sean en sí mismas, estás ocupado en algo que es exterior a ti y que está por debajo de ti en el orden de la creación. Otras veces estarás absorto en introspección en el ámbito más sutil de tu conciencia, pues a medida que crezcas en el conocimiento propio y en la humana perfección, tus facultades espirituales se dirigirán hacia tu desarrollo espiritual, los buenos hábitos que vas adquiriendo, los malos que vas dominando y tus relaciones con los demás. En tales momentos estás ocupado en algo que es interior a ti mismo y que está a tu mismo nivel de hombre. Pero habrá veces también en que tu alma se vea libre de toda ocupación en algo material o espiritual y totalmente absorta en el ser de Dios mismo. Esta es la actividad contemplativa que he venido describiendo en este libro. En esos momentos te trasciendes a ti mismo, haciéndote casi divino, si bien permaneciendo por debajo de Dios.

Digo que te trasciendes a ti mismo, haciéndote casi divino, porque has conseguido por la gracia lo que te es imposible por naturaleza, ya que esta unión con Dios en espíritu, en amor y en la unidad de deseo es el don de la gracia. Casi divino; sí, tú y Dios sois tan uno que tú (y todo verdadero contemplativo) puedes ser llamado divino en un sentido verdadero. De hecho, las Escrituras nos dicen esto. Naturalmente, tú no eres divino en el mismo sentido en que lo es Dios; pues él, sin principio ni fin, es divino por naturaleza. Tú, en cambio viniste al ser desde la nada y en un determinado momento en el tiempo. Además, después que Dios te creó con el inmenso poder de su amor, tú te hiciste menos que nada por el pecado. Por el pecado no merecías nada, pero el Dios de toda misericordia te recreó amorosamente en gracia, haciéndote, como si dijéramos, divino y uno con Él en el tiempo y en la eternidad. Pero, aunque eres verdaderamente uno con Él por gracia, sigues siendo menor que Él por naturaleza. Mi querido amigo, ¿comprendes todo lo que estoy diciendo? Todo aquel que desconoce sus propias facultades espirituales y su funcionamiento es propenso a tergiversar las palabras usadas en sentido espiritual. ¿Ves ahora más claramente por qué no me atrevía a decirte: (Muestra tu deseo a Dios)? Te enseñé, por el contrario, a usar tu ingenuidad y a ocultarlo alegremente. Temía que llegaras a interpretar literalmente lo que había querido expresar espiritualmente.
 

miércoles, 13 de agosto de 2014

La nube del no saber │ cap. 66

 
De la otra facultad secundaria, la percepción sensorial; cómo funciona y cómo ha sido dañada por el pecado original.


La percepción sensorial es la facultad de nuestra alma que se vale de los sentidos y es dueña de ellos. Esta facultad es una bendición para nosotros porque nos permite conocer y experimentar todas las criaturas materiales y determinar si son buenas o no para nosotros. La percepción sensorial incluye tanto los sentidos externos como los internos. Los sentidos externos atienden a la satisfacción de nuestras necesidades físicas, y los internos sirven a la inteligencia. Es la facultad que se rebela cuando el cuerpo experimenta alguna necesidad y la que nos puede mover también a excedernos en la satisfacción de cualquier necesidad. Refunfuña ante la privación del placer y cuando se le inflige un dolor, alegrándose vivamente cuando se le quita el dolor y se le devuelve el placer. La memoria abarca también la facultad de la percepción sensorial y todo lo que experimenta.

Así como la imaginación es la criada de la razón, la percepción sensorial es la esclava de la voluntad. Antes de que el hombre pecara, era una esclava perfecta, puesto que cualquier deleite o dolor suyo estaba en perfecta consonancia con la realidad. No comunicaba a la voluntad ninguna sensación desordenada acerca de criatura alguna material, ni el demonio despertaba experiencia espiritual engañosa en los sentidos internos.

Pero ya no es así. Debido al pecado original, experimenta dolor cuando se ve privada de placeres desordenados, por los que suspira ciegamente, y cuando se ve sometida a una disciplina saludable, que rechaza. La gracia ha de fortalecer la voluntad para que acepte humildemente su parte en las consecuencias del pecado original, manteniendo a raya la percepción sensorial para que no se exceda en los placeres legítimos y adquiera el gusto por una disciplina saludable. Sin la gracia, la percepción sensorial se entregaría caprichosamente a los placeres de la vida y de la carne degradando al hombre hasta convertirlo más en una bestia que en un ser humano, que tiene un destino espiritual.
 

La nube del no saber │ cap. 65

 
De la primera facultad secundaria, la imaginación; cómo funciona y cómo la ha dañado el pecado original.


Con la facultad de la imaginación reproducimos para nosotros la imagen de las cosas presentes o ausentes. La imaginación y todas las imágenes que reproduce se hallan contenidas en la memoria. Antes del pecado original, la imaginación cooperaba totalmente con la razón. Como una criada, reflejaba fielmente cada imagen de acuerdo con la realidad, y así la razón nunca era engañada en sus juicios por una imagen deformada de cualquier cosa, fuera material o espiritual. Ahora, sin embargo, esta integridad de nuestra naturaleza se ha perdido, y la imaginación no cesa día y noche de deformar la imagen de las criaturas materiales, de tergiversar su esencia espiritual o de engendrar en nuestra memoria fantasmas de cosas espirituales. Sin la ayuda de la gracia corremos el peligro de tener grandes errores de percepción, produciéndose así muchas deformaciones de la realidad.

La naturaleza indisciplinada de la imaginación es evidente en la experiencia de los neófitos que acaban de dejar el mundo y que están en el comienzo de la vida contemplativa. No sin gran dificultad apartan su alma de millares de pensamientos e imágenes placenteras, o de fantasías en torno a su pasado que la imaginación desbocada proyecta continuamente sobre la pantalla de su alma. Esta habitual actividad indisciplinada de la imaginación es una de las consecuencias dolorosas del pecado original. A medida que estos neófitos progresan en las prácticas de la vida contemplativa, meditando fielmente en su humana fragilidad, en la Pasión de Cristo, su bondad trascendente y en las demás verdades de la vida interior, la razón va gradualmente sanando, recuperando su justo predominio sobre la imaginación.
 

Y todo esto a qué viene?

feel
 
 
Este blog funciona a impulsos. Es muy poco racional. ;) Esta última etapa viene marcada por la Espiritualidad. A raíz de los últimos ataques de Israel contra la Franja de Gaza, por la necesidad generada de rezar por Israel en un sentido y por Palestina en otro.
 
Otro tema principal y preferido de este blog desde su inicio es el referido al ateísmo y a los ateos. Ahora los llamo nihilistas para ampliar un poco el concepto si cabe.
 
Por supuesto que sigue en vigor eso de... mecagüen to'! jeje