a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _


jueves, 7 de mayo de 2009

La nube del no saber │ cap. 15

Refutación de quienes creen que la humildad perfecta se obtiene por medio de la conciencia del propio pecado.


Debes creerme que cuando te digo que la humildad perfecta existe y podemos alcanzarla en esta vida por medio de la gracia de Dios. Digo esto para refutar el error que pretende que la humildad perfecta es causada por el recuerdo de nuestras desdichas y pecados anteriores. Admito sin reservas que, para los que tienen el hábito de pecar -como yo-, es esencial y resulta provechoso humillarse ante el recuerdo de la propia desdicha y los pecados anteriores, y humillarse hasta que la degradación que ocasiona el pecado se torne en bien, tanto en nuestras conciencias como en nuestras mentes. Sin embargo, quienes son relativamente inocentes, quienes nunca cometieron pecado mortal de manera habitual o deliberada sino únicamente a causa de su debilidad e ignorancia, pueden volverse humildes por otra causa, una que también puede volvernos humildes a nosotros si nuestro preceptor y nuestra conciencia atestiguan que en verdad nos hemos enmendado mediante el arrepentimiento, la confesión y la penitencia, de acuerdo con las normas de la Sagrada Iglesia, y en particular si nos sentimos movidos a convertirnos en contemplativos por medio de la gracia. Esta causa está muy por encima de la causa imperfecta, de igual manera que la forma de vivir de Nuestra Señora está por encima del penitente más pecador de la Santa Iglesia, que la vida de Cristo es superior a la de cualquier hombre y la vida de un ángel que nunca ha conocido ni conocerá la debilidad humana está muy por encima de la del hombre más débil de la tierra.
Si no existiera una causa perfecta para volverse humilde y sólo existiera el conocimiento de la propia desdicha, si fuera en verdad así, me gustaría preguntar a quienes mantienen esta opción qué hace que se tornen humildes quienes no conocen ni conocerán jamás la desdicha del pecado. Me refiero a Nuestro Señor Jesucristo, Nuestra Señora Santa María y todos los santos y ángeles del cielo. Que debemos ser perfectos, tanto en esto como en todo lo demás, nos lo dice el propio Jesucristo en el Evangelio cuando nos ordena que seamos perfectos por la gracia, tal como Él lo es por naturaleza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario