a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _


miércoles, 5 de agosto de 2009

La Moral? Ay, la Moral!


La Moral no es tan solo un saber, una disciplina del saber o una ciencia humanista. La Moral es un arte. Es un arte en la aplicación y en la valoración de la conciencia de uno mismo. Es un arte en la vida de cada cual.

Las normas, los criterios y el método de la valoración moral de los actos humanos son muy precisos. Su sentido no es tanto la valoración moral de los actos humanos, ajenos o propios, aislándolos y analizándolos en un laboratorio aséptico. Su verdadero sentido es la iluminación en el obrar de cada cual, en la vida de uno mismo. De ahí que verdaderamente sea un arte y no un saber, pues en nuestro devenir no actuamos, vivimos o realizamos actos teniendo presente cuál es el objeto del acto libre, el grado de libertas, las circunstacias, si algo es medio o fin, si el medio es justificable por el fin, si es algo que forma parte de una doble moral, si entran en juego o no todas las virtudes, si está acorde el acto con verdades más fundamentales (como son las metafísicas), si hay efectos malos junto a los buenos y analizar tal acto para saber si es bueno con un mal no deseado, si a pesar de que el acto es bueno, tal acto coopera al mal,... etc., etc.
De ahí que la Moral sea un arte (en el sentido tomista).
Resumiendo, el fin de la Moral (tanto en Moral natural como en Teología moral) es informar nuestros actos, nuestro vivir, nuestro amar. Su fin no es solo valorar actos o acciones. Quedarse en esto último es quedarse en el principio del camino, es quedarse en el aeiou y seríamos moralistas, puritanos u otras malas hierbas.
Darse cuenta si cuando uno hace examen de conciencia, lleva a cabo este método o más bien responde unas preguntas, se pone una falsilla como son los 10 mandamientos o las bienaventuranzas o, sencillamente, alza a la consciencia lo que le pesa en el interior.
Es más, cuando valoramos moralmente un acto humano según la ciencia moral, con su método, le estamos otorgando una esencia para convertirlo en objeto mental. Algo que en la realidad y verdaderamente no es, no se da. Con una moral de solo objetos mentales seríamos racionalistas.

La Moral no es el tronco principal ni es el enraizamiento o el el fundamento del "árbol del saber" (y no es ninguna referencia al Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal), del saber universitario (universitario en su sentido más genuino).
No podemos olvidar una metafísica o una antropología en profundidad pues todas las verdades son coherentes entre sí y no hay verdades aisladas.

Ahora empezaría a hablar de Metafísica pero estoy cansado.
Sabemos también que el mal es ausencia de bien. El mal no tiene esencia, no tiene entidad y, por tanto, no se puede tender al mal, no se puede amar el mal. El mal no es objeto del amor, no puede ser. No porque haya algo que lo impida, sino sencillamente porque no es.
Por esto, recordando ahora la frase de S.Pablo, el mal se "hace" cuando hemos tendido a un bien habiendo uno mayor al cual podríamos haber tendido también.

Nota:
Para que se entienda bien, informar, informar, lo que es informar, solo informa verdaderamente la Gracia.
En el DRAE, la tercera acepción de "informar" dice: Dar forma sustancial a algo. Bien, si me sirvo de esa definición, informar sería, en este caso, más bien como "reparar" la forma sustancial.
La Ley Natural está inscrita en nuestros corazones. Por lo que nuestro actuar moral se inicia desde lo más central, profundo y fundamental de nuestro ser (como el sagrario del templo). Así el saber moral, en su sentido genuino, tampoco sería propiamente algo que aprendamos racionalizado en un manual.
Y la Gracia repara nuestra naturaleza y nuestro corazón. Repara lo que repara, pero repara lo que repara, aunque repare solamente para la realización de un solo acto de la voluntad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario