a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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jueves, 25 de marzo de 2010

La nube del no saber │ cap. 26

La contemplación es una tarea muy ardua sin la gracia especial de Dios o sin su gracia ordinaria y una larga práctica. Qué parte de esta tarea corresponde al alma y qué parte corresponde a Dios.


Por tanto, aplícate en la tarea de la contemplación y hazlo con la máxima diligencia. Golpea con fuerza la elevada nube del no saber, que después ya descansarás. Se trata de una tarea ardua para quienes tratan de ser contemplatrivos, no te quepa la menor duda; en realidad, es verdaderamente muy ardua a menos que la gracia especial de Dios o el hecho de haberse ejercitado en ella durante largo tiempo la hagan más llevadera.

¿En qué sentido es muy ardua? Sin duda, no en lo concerniente al amor devoto y apremiante que aflora de continuo en la voluntad del contemplativo, pues se trata de un impulso que no se produce sin alguna intervención sino por la mano de Dios Todopoderoso, que siempre está dispuesto a hacer que este amor nazca en todos los hombres de buen corazón que han hecho y hacen todo lo posible, para prepararse a fin de emprender dicha tarea.

Así pues, ¿por qué es tan ardua? Sin ningún género de dudas, porque consiste en extirpar cualquier recuerdo de la creación de Dios y mantenerlo cubierto por esa nube del olvido de la que hablo. He ahí lo arduo, pues nos corresponde a nosotros realizarlo con la ayuda de la gracia de Dios. La otra tarea, que ya he mencionado antes -el apremiante movimiento del amor-, corresponde por entero a Dios. Así pues, sigue trabajando en la parte que te corresponde. Te garantizo que no te defraudará en lo que dependa de Él.

Por tanto, ¡sigue trabajando y apresúrate! Deja que vea cómo sales airoso de la empresa. ¿Acaso no ves que Él te está esperando? ¡Debería darte vergüenza! Aunque tengas que trabajar duro, será por poco tiempo, ya que pronto descubrirás que la envergadura y dificultad del trabajo comienzan a mitigarse. Si bien al principio, cuando tu devoción sea aún débil, te resultará una tarea ardua y exigente, más adelante, cuando haya aparecido la devoción, lo que antes era arduo se convertirá en mucho más liviano y podrás descansar. Puede que incluso el esfuerzo sea muy leve o que no debas hacer ninguno. A veces es Dios quien lo hace todo, mas no siempre y nunca por mucho tiempo, sino cuando a Él le place y mientras le place. Y en el momento que esto suceda, te alegrará permitirle que obre a su manera.

En ocasiones, Dios puede enviarte un destello de luz espiritual que atraviese la nube del no saber que media entre tú y Él y mostrarte algunos de sus secretos, sobre los que no puedo ni me está permitido hablar. Entonces sentirás que tu afecto se inflama con el fuego de su amor en un grado mucho mayor de lo que posiblemente yo pueda contarte ahora. Por mi parte, no me atrevo a hablar con esta lengua torpe y humana acerca de lo que pertenece exclusivamente a Dios. Y, aunque me atreviera, tampoco lo haría. En cambio, ¡te hablaré con sumo grado de la tarea que corresponde al hombre que está impulsado y auxiliado por la gracia, pues resulta sin duda mucho menos arriesgado!

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