a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _


lunes, 27 de abril de 2009

Sobre el Universo y el Cosmos: en busca de un origen sin comienzo



Vi varios vídeos en YouTube hablando tanto de la existencia como de la no existencia de Dios.
No sé si estarás de acuerdo que la lógica es bastante simple y lineal (una lógica matemática) que más bien explica una posibilidad.
Se resume en "ninguna causa puede crearse por sí misma, y que tiene que existir una primera causa".
Lo que me parece claro es que hay que remontarse a la eternidad, al "sin inicio", a la causa incausada y, por tanto, sempiterna. Y en ese remontarse aparecen ciertas características necesarias para explicar tal idea que o bien se atribuye a la materia/energía o a un espíritu trascendente. En este último caso aparece espíritu, ya que no es energía/materia, y éste solo puede ser trascendente pues no es una energía inmanente.

En matemáticas a veces se demuestra algo mediante la reducción al absurdo de otras posibilidades.
Ya que esta problemática que causa todas estas argumentaciones es de carácter Occidental. En Oriente pueden haber diversas concepciones de lo eterno pero no hay un conflicto intelectual y racional entre ellas; más bien son culturas o filosofías de vida: son corrientes sapienciales.

Lo que me parece claro es que la negación de Dios es la negación de una caricatura de Dios, una reacción ante una normativa o una moral sin unidad, una disgregación de una concepción unitaria en un conjunto de normas; la reacción ante un Dios con psicología humana y esta un tanto degenerada. Lo cual convierte esta negación en algo que indica cierta higiene mental, pero que no profundiza en la naturaleza de Dios ni depura las deformaciones en su concepción. Y siendo estas deformaciones, o falsas imágenes, antropomórficas, de producción humana, como también afirman y denuncian los ateos.
De ahí que, en mi parecer, el ateísmo es un pensamiento limitado, mutilado, capado.

Se puede ser inmanentista y monista. O se puede ser inmanentista y dualista como las distintas corrientes gnóticas aunadas ahora bajo el concepto New Age.
Pienso que estas teorías son refutables desde sus principios/axiomas y en sus tesis más elaboradas, tanto racionalmente o desde la lógica filosófica como mediante la propia experiencia de la propia naturaleza racional y psicológica, que ahora no voy a desarrollar.
Como Platón, necesito un interlocutor. :)

martes, 14 de abril de 2009

Del reciente terremoto en Italia y el Dios de los ateos



El debate entre ateos y creyentes es eterno. Nadie por debatir ha cambiado de opción.

Ambos usan conceptos que, aunque se representen en la escritura con el mismo símbolo, cada cual está a distinto nivel.
Por ejemplo, me parece que la consciencia persiste aunque se esté anestesiado, dormido o en coma; y distinta es la consciencia de estar despierto y en plenas facultades mentales. Es curioso ver como un ateo se enreda por esta cuestión.

Sobre Dios se pueden decir muchas cosas y, entre otras, se puede hablar de cuál no es su modus operandi.

Cuando un creyente, yo mismo, lee a un ateo en un debate, con argumentos, contra argumentos y refutaciones, tiene la impresión que no han entendido la idea de Dios del creyente y que mezclan cosas que tienen poca relación. Y a mi modo de ver, que no sé si es compartido, los ateos acaban siendo un tanto repetitivos y cansinos. Ya que son ellos quienes interpelan en primer lugar el discurso de un creyente (muy comprensible pues debido a la falta de comprensión "se llevan las manos a la cabeza", como se dice). Eso no es óbice para que el creyente, como cualquier persona, yerre y diga incongruencias. Entonces nos llevamos las manos a la cabeza todos.

No voy a ordenar ideas. Permíteme decir, eso sí, algo de Dios.
De Dios se dice que está en todas partes. Los creyentes lo afirmamos y lo tenemos como verdad. Pero Dios es trascendente y también se podría decir que Dios no está en ningún lugar. De hecho su mano no se ve. Me explico: ningún milagro es algo contundente e irrefutable que fuerce la conversión a la creencia; es más, los creyentes afirmamos que los milagros no son motivos de Fe (ni siquiera la Sábana Santa que todavía no se sabe como fue “pintada”).
Y sin embargo, para necedad y escándalo de los ateos, creemos (al menos los católicos) en un milagro el cual para los ojos y para cualquier instrumental científico no ocurre nada: la Eucaristía.

El asunto no es si "Dios sí" o "Dios no", entre ateos y creyentes. Si los ateos achacan a Dios la permisividad de accidentes, enfermedades, dolores y sufrimientos, no están argumentando la inexistencia de Dios, sino que reniegan de tal Dios. Si su argumentación fuera coherente, en relación al núcleo de su ateísmo, deberían renegar de la misma Materia, del mismo Cosmos, de la misma Naturaleza del planeta Tierra e, incluso, de su propia misma corporeidad.

Los creyentes pueden ofrecer una visión falsa o distorsionada de Dios. Pero el Dios que los ateos creen que creemos los creyentes no existe. Por tanto, difícilmente se puede llegar a buen puerto con un debate en el que metemos a Dios por medio.

Como en el Dios de los ateos nadie cree, los ateos intelectualmente honestos no buscarían los cinco pies al gato ni se detendrían en tantas consideraciones estériles y superfluas.