a expolitoxicómanos convictos
La Misión BS, E. Morricone       
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martes, 16 de septiembre de 2014

Amar al enemigo

 

Este punto es como una piedra de toque. En su día, a mucha gente le resultó repugnante y se fue cuando Jesús dijo que había que comer su Cuerpo y beber su Sangre. Supongo que los Apóstoles se encogieron de hombros y le dieron un voto de confianza. Pedro le dijo que solo Él tiene palabras de vida eterna y esperaría a ver en qué queda todo eso.

No sé cómo la gente reaccionaría cuando Jesús dijo eso de que hay que amar a los enemigos. Pero hoy en día es algo de que nos deberíamos confesar muy a menudo, si no hemos tirado la toalla o hayamos mandado la Fe a tomar viento.

"Pero yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen.
Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica.
A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames.
Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente." (Lc 6, 27-31)

Ahora, leyendo esta cita, me llama más la atención eso de no reclamar a nadie que tome de lo mío. Lo de amar al enemigo, al fin y al cabo, no tengo enemigos solemnemente declarados, no tengo ninguna pendencia declarada con nadie.

El contemplativo sabe que luchar contra el mal es mal. Así que como mínimo, ante un enemigo, se queda encogido de hombros como diciendo "no sé cómo abordar esto pero no me nace enzarzarme con ese; le dejaré hacer a ver".

El falso yo se desea y se relaciona con cosas; y si hay que pasar por encima de alguien se pasa. El Corazón o verdadero yo se relaciona con Corazones. Esto lo sabemos, así que quien haya abandonado al falso yo y viva la vida del Espíritu será capaz de ver el corazón de su posible enemigo.


El contemplativo está desasido de todo y en ese sentido está despreocupado de todo. Por una parte, qué le puede hacer un enemigo? Y por otra, verá al Corazón de su enemigo sufriendo y oscurecido por su falso yo. No podrá más que, al menos, sentir lástima y compasión por su supuesto enemigo. El contemplativo, tal como se conoce y se ama, conoce y ama a los demás. Es el falso yo el que necesita poseer cosas y puede verse amenazado por todo, por quien le haga sombra, por quien le impida ser el centro y el rey del mambo.

Quien haya meditado sobre el mal, sobre el bien y sobre la no batalla del bien contra el mal está a un paso de amar al enemigo. Quien tiene la serenidad y la templanza de la vida nueva, la del Espíritu, podrá ponderar con claridad, lucidez y naturalidad estas cosas ante cualquier situación.

Pero a todo esto, quién puede ser enemigo nuestro? Nadie puede atentar contra nuestra unión con Cristo en el Espíritu. Quien tiene esa experiencia lo sabe y no porque lo diga Pablo a los romanos. Nadie puede atentar contra el ser salvo Dios y éste no lo va a hacer, ni puede. Dios solo puede amar y solo nos va a restaurar y dar Vida cuando nos dispongamos.
"¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la Escritura: 'Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero.'
Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó.
Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro." (Rm 8, 35-39)

Enemigo es nuestro falso yo y el falso yo de los demás. Cuanto más estemos entrenados en abandonar al propio falso yo y tomar el camino del Corazón, tanto mejor nos resultará abandonar al falso yo de los demás y relacionarnos con sus Corazones, amarles como nos amamos, bien sean amigos o enemigos.

El falso yo, además de hacer daño al propio Corazón, puede hacer daño a los demás Corazones. Y puede haber una persona que nos esté dañando. Hay personas que estando con ellas contagian paz porque son pacíficas. Hay personas que contagian nerviosismo, tensión, el sufrimiento de su Corazón, la rigidez de su falso yo, la dureza de su Corazón.

Hay personas tóxicas que para ser el "eje cósmico" para que todo gire entorno a ellos tiene que someter a los demás y más si tienen una posición de autoridad, volviendo dictadorzuelos y tiranos. No por odio directo sino a través de la actividad de su falso yo y lo inconscientes que son.

También hay personas que odian. El odio puede ser un paso más allá de la envidia. Puede ser porque se sienten amenazados, ven peligrar su carrera, su ascenso, sus mecanismos de defensa y no quieren verse tal como son,... Odian por miedo y su odio puede dañar también nuestro Corazón-Relación.


En la medida de nuestra Fortaleza de espíritu, Don del Espíritu, no síquica ni física, podemos ver zozobrar nuestra barca. Y veremos a Cristo dormir en ella. Nunca pasa nada con Cristo. Y si lo despertamos, nos dirá comprensivamente "hombre de poca Fe".
"De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas; pero él estaba dormido.
Acercándose ellos le despertaron diciendo: "¡Señor, sálvanos, que perecemos!"
Díceles: "¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?" Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza." (Mt 8, 24-26)
Este pasaje siempre me hace sonreír. Las olas cayendo sobre la barca y Jesús durmiendo. Eso es tener sueño, la conciencia tranquila y no ser temeroso sino señor.

En cualquier caso, sea cual sea nuestro enemigo (y al igual que con los amigos), seguiremos siendo contemplativos (no se deja de serlo), seguiremos siendo Cristo, seguiremos escuchando el dolor, seguiremos amándonos y seguiremos dejándonos amar siendo ofrenda, seguiremos amando a los Corazones de los demás sean quienes sean,...

Por eso, acepta nuestro corazón contrito
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados.

Que éste sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.

Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos y buscamos tu rostro.
(Dn 3, 39-41)
Palabras que ya sabemos cómo nos iluminan.
 

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